24 de diciembre de 2023

"El pueblo que caminaba en tinieblas vio una Luz grande..."

2023. Nochebuena-B- Misa de medianoche: Is 9, 2-7/Tito 2, 11-14/Lc 2,1-14

 

 

. "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una Luz grande…" hay algo en la Navidad que habla de la incesante novedad del mundo, de la posibilidad de estrenarlo e iluminarlo de nuevo… cuando ya lo creíamos marchito y caduco… del asombro…

 

"Señor, ¿cómo entender el misterio de Belén?

Al Dios de los ejércitos puedo temerle.

Al Dios de los filósofos, admirarle.

Al Dios de los teólogos, comprenderle.

Al Dios de los reyes, envidiarle.

Hasta al Dios de los buenos, seguirle…

Pero el Dios hecho niño, fragilidad, indefensión, sólo sí, sólo, -gracias, Señor- le puedo… AMAR.

 

Esta es la "novedad" de la Nochebuena, la "luz" en medio del mundo que camina en oscuridad, el "florecer" lento pero real de los árboles caducos en invierno…

 

 

El Niño Dios nos enseña a ser sencillos y humildes. Nosotros queremos ser poderosos; hacer cosas grandes. Nos encanta construir torres elevadas hasta el cielo. Deseamos ser dioses, comiendo la "fruta apetitosa" del paraíso, ignorando el mandato divino. Pero el Dios verdadero bajó hasta noso­tros despojándose de gloria y de poder. Se hizo niño. Nos enseñó los caminos de la humildad y del servicio, de la esperanza y de la fraternidad. Son éstos y no otros los caminos que nos divinizan, que nos introducen directamente en el Misterio del amor de Dios.

 

Esta santa noche encontraremos, como decía el ángel, "un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre"; también a María y a José, sus padres. Son como un retrato de la familia divina. Y son el fermento de una humanidad nueva, entrañable y solidaria, gozosa, abierta y acogedora. La clave está en cómo recibimos nosotros la llegada en toda su humildad del Niño-Dios. De Aquel que, en palabras de San Agustín: "se hace hombre para divinizarnos a nosotros", por el camino del amor.

 

El Niño Dios nos enseña a ser humanos. Jesús se revistió de la naturaleza humana. Hoy viene a nosotros y podemos descubrirle en nuestros hermanos, en los hombres y mujeres de nuestro mundo. Muchas veces no le queremos ver cuando llama a nuestra puerta, le rechazamos como fueron también rechazados José y María en Belén. Este es el gran drama del hombre: el rechazo de Dios y del hermano. Es significativo ver cómo tuvieron que ir fuera de los muros de la ciudad, cómo los primeros que se dieron cuenta del nacimiento de su hijo fueron los excluidos de aquella época, los pastores, que eran mal vistos porque no podían participar del culto como los demás y vivían al margen. Su trono fue un pesebre, su palacio un establo, su compañía un buey y una mula… ¡Por algo quiso Dios que fuera así! El vino a darnos una lección de humanidad.

 

 

 

 

Dios es comunicación, comunidad, comunión. Dios no es solitario; Dios es familia. Dios es Trinidad. Por eso, lo más esencial del hombre es su capacidad de apertura y común unión. Necesitamos, para ser verdaderamente humanos, unos de los otros; sin los otros no sabríamos nada de nosotros mismos, ni siquiera nuestro nombre; los otros me vacían y me dan plenitud, nos abren nuevos horizontes, nos hacen felices. El "otro" es mi hermano.

 

El niño nos trae la paz.  Él es nuestra paz. Por eso esta Noche, Noche de "Paz en la tierra", recordamos a quienes viven en medio de conflictos y guerras (hoy, en la tierra de Jesús).  A miles de cristianos y personas de buena voluntad en los campos de refugiados…  les espera una Navidad bastante similar a la primera Navidad de la historia: desplazados de sus hogares, a la intemperie en tiendas de campaña, sometidos a las bajas temperaturas… pero ellos encenderán sus velas y celebrarán el triunfo de la vida frente a la barbarie; ellos son capaces de mantener la esperanza, la que no defrauda, porque está anclada en la fe en Jesucristo, "Dios con nosotros".

 

"Gloria de Dios en lo alto del cielo" y "paz en la tierra".  Cristo se nos da, y con ello nos da su paz. Nos la da para que la llevemos como luz que ilumine los corazones llenos de odio; para que seamos pacificadores y contribuyamos así al entendimiento y la justicia entre todos.  Es tanto como rezar por un milagro, pero los milagros existen y,  como dice el poeta (Lope de Vega), "efectos son del amor/ de su infinito poder". Esta noche está permitido soñar porque el Dios y Señor de la historia nos muestra su amor infinito en Jesús, nacido en Belén para darnos vida, vida eterna. ¡Feliz Navidad!

 

23 de diciembre de 2023

"Hágase en mí..."

. DOMINGO IV ADV. -B- 2Sm 7,1-5.8-11.17/Rom 16,25-27/Lc 1,26-38 B

Escuchamos el evangelio de la Anunciación con el fin de iluminar el misterio de la Natividad del Señor y poder acogerlo con alegría. La Virgen elegida para ser la Madre del Mesías; injertada en la historia de salvación del pueblo de Dios que quiere acogerlo, lo espera. La salvación tiene siempre que ver con personas concretas en momentos determinados, tejida de palabras y obras, silencios, esperas, preguntas, inquietudes… tiene que ver con nuestra historia.

María es elegida para ser templo de Dios, arca de la nueva alianza…. Su Hijo concebido por obra del Espíritu Santo establecerá su morada en ella, inmaculada. ¡Alégrate!...  se nos invita a alegrarnos de la iniciativa de Dios que viene ahora a través de cada persona y acontecimiento… que un día vendrá en la gloria para llevar a plenitud toda la creación.

Dios nos elige a cada uno de nosotros para llevar a cabo su obra, su historia de amor infinito al mundo; edifica su templo con "piedras vivas", elegidas por amor para formar parte de la construcción de su casa, de su morada entre los hombres. Siempre podemos preguntarnos: "¿Cómo será eso?  ¿cómo yo puedo ser morada de Dios?". Solo el espíritu puede hacer esta obra en nosotros; el mismo espíritu que cubrió a María con su sombra es el que nos cubre a nosotros para que nuestra vida puede engendrar paz y dar a luz a Cristo en el mundo.

¿Y qué se nos pide?:

. Nuestro "Fiat", "Hágase en mí según tu palabra".  El Señor quiere encontrarse con cada corazón para llevarlo de vida y de esperanza y lo hace a través de nuestra frágil humanidad…

. No perder el sentido de lo sagrado, de lo divino, del Misterio que rodea nuestra vida en cada momento. Algunos niegan este Misterio es porque no encaja en sus mentes y dicen que es irracional; no encaja en su corazón en dónde sólo cabe él solito; no encaja en su voluntad porque este misterio pide mucho cambio de vida y dicen que es fastidioso.

. Abrir los oídos del alma, dejarnos poseer por él, como María: Creer. Creer es mucho más que entender. Es más, es ir más allá del entender, fiándonos de la Palabra de Dios que no engaña, ni decepciona. Creer es tender el cheque en blanco a Dios para que escriba lo que Él quiera, porque siempre será para nuestra salvación y felicidad.

. Nos dice san Agustín: "Llena de fe concibió a Cristo en su mente antes que en su seno, al responder: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí lo que dices" (Lc 1,35)".  "En el alma la fe, y en el vientre Cristo". 

. Y se os pide vivir este Misterio y según este Misterio, que no puede quedar sólo a nivel intelectual y afectivo. Tiene que invadir, tocar y transformar nuestra vida. Vivir de acuerdo con lo que se cree, no permitir rupturas entre lo que se vive y se cree, este es el núcleo más íntimo de la coherencia y fidelidad.

Que así sea con la Gracia de Dios.

 

28 de octubre de 2023

"Amarás a Dios... y al prójimo...."

2023.  DOMINGO XXX TO -A- Ex 22, 21-27 / Tes 1, 5c-10 / Mt 22, 34-40

El Evangelio de hoy nos recuerda que toda la Ley divina se resume en el amor a Dios y al prójimo. Algunos fariseos se pusieron de acuerdo para poner a prueba a Jesús (cf. 22, 34-35). Uno de ellos, un doctor de la ley, le hizo esta pregunta: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?» (v. 36). Jesús, citando el libro del Deuteronomio, le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este mandamiento es el principal y primero» (vv. 37-38). Y hubiese podido detenerse aquí. En cambio, Jesús añadió algo que no le había preguntado el doctor de la ley.

Dijo: «El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39). Tampoco este segundo mandamiento Jesús lo inventa, sino que lo toma del libro del Levítico. Su novedad consiste precisamente en poner juntos estos dos mandamientos —el amor a Dios y el amor al prójimo— revelando que ellos son inseparables y complementarios, son las dos caras de una misma medalla. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios. El Papa Benedicto nos dejó un bellísimo comentario al respecto en su primera encíclica Deus caritas est, (nn. 16-18):

Ambos están tan estrechamente entrelazados, que la afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia. El versículo de Juan se ha de interpretar más bien en el sentido de que el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios.

Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero. Así, pues, no se trata ya de un «mandamiento» externo que nos impone lo imposible, sino de una experiencia de amor nacida desde dentro, un amor que por su propia naturaleza ha de ser ulteriormente comunicado a otros. El amor crece a través del amor.

En efecto, el signo visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar al mundo y a los demás, a su familia, el amor de Dios es el amor a los hermanos. El mandamiento del amor a Dios y al prójimo es el primero no porque está en la cima de la lista de los mandamientos. Jesús no lo puso en el vértice, sino en el centro, porque es el corazón desde el cual todo debe partir y al cual todo debe regresar y hacer referencia.

Ya en el Antiguo Testamento la exigencia de ser santos, a imagen de Dios que es santo, comprendía también el deber de hacerse cargo de las personas más débiles, como el extranjero, el huérfano, la viuda (cf. Ex 22, 20-26). Jesús conduce hacia su realización esta ley de alianza, Él que une en sí mismo, en su carne, la divinidad y la humanidad, en un único misterio de amor.

Ahora, a la luz de esta palabra de Jesús, el amor es la medida de la fe, y la fe es el alma del amor. Ya no podemos separar la vida religiosa, la vida de piedad del servicio a los hermanos, a aquellos hermanos concretos que encontramos. No podemos ya dividir la oración, el encuentro con Dios en los Sacramentos, de la escucha del otro, de la proximidad a su vida, especialmente a sus heridas. Recordemos: el amor es la medida de la fe. Y la fe es el alma del amor. Que así sea con la Gracia de Dios.

19 de agosto de 2023

"Mujer, qué grande es tu fe..."

XX T.O. –A-  Is 56, 1.6-7; Rom 11, 13-15.29-32; Mt 15, 21-28

La Palabra de Dios nos invita hoy a abrir el corazón a la universalidad, a derribar fronteras y a superar todo tipo de exclusiones y discriminaciones. Hay que vencer los prejuicios y los obstáculos que tan frecuentemente nos separan y enfrentan a los seres humanos. El mensaje es claro en las tres lecturas: promover relaciones de apertura, de solidaridad y de acogida generosa. Lo que realmente cuenta son dos actitudes profundamente humanas: la fe y el amor, que merecen la misericordia de Dios con todos.

En este sentido, en la primera lectura, Isaías se ha hecho eco del deseo de Dios de reunir a sus hijos dispersos para que todos encuentren acogida en su presencia. Según la legislación antigua plasmada en el Deuteronomio ni los extranjeros ni los eunucos podían pertenecer a la asamblea del pueblo de Israel. Eran discriminados por su sangre o por su condición. El profeta se decanta claramente hacia la acogida si cumplen la condición de amar al Señor, servirle, guardar el sábado y perseverar en la alianza. En el fondo está diciendo que lo importante es la fe en Dios, no el origen ni la condición, ni la raza. A la vez, ha señalado que es preciso quitar de en medio todo aquello que impide la pronta llegada de la salvación de Dios. Por eso, el Profeta ha exhortado a guardar el derecho y a practicar la justicia como base de unas nuevas relaciones humanas. Las injusticias son, también hoy, el gran obstáculo para la convivencia y para la construcción de un "mundo nuevo".

Y, en esta línea, el evangelio nos ha mostrado que en Jesús todos tenemos sitio, los de lejos y los de cerca, sea cual sea nuestra procedencia, creencias, cultura y formas de vida. La mujer cananea, "mujer", extranjera, estaba convencida de que Jesús podía curar a su hija; la mueve la fe en Jesús y el amor a su propia hija. Y Jesús, que al principio se muestra reticente e incluso duro ("Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel"- "No está bien tomar el pan de los hijos y dárselo a los perritos"), responde a la petición insistente y también clara de la mujer que no se calla ("Tienes razón, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de los amos"). La extraordinaria fe que ella manifiesta, su ferviente súplica y el hecho de ponerse ante Jesús con la humildad de quien todo lo espera de él, logra vencer las reticencias iniciales, y Jesús le concede, no las "migajas" que caen de la mesa, como ella esperaba, sino el pan del reino que se reparte con esplendidez a quienes tienen fe: "que se cumpla lo que deseas".

Nosotros sabemos que sólo Jesús puede hacer que nuestra vida cambie. Él siempre está cerca; es necesario acercarse y gritar si hace falta. Su Presencia abre horizontes nuevos de vida. Todo lo que viene de Él es don y regalo de Dios nuestro Padre cuya voluntad es la salvación de todas las personas. Nadie está excluido. Sólo espera un "si" de nuestra parte: el "sí" de la fe audaz, adulta, madura, perseverante y llena de confianza. Es la fe que acoge su Palabra.  Todos cabemos en el corazón de Dios y en la vida de la Iglesia, también los gentiles, como nos ha recordado San Pablo "alcanzan la misericordia". Mantengamos por ello una actitud abierta, derribando las barreras que nos dividen y hacen tanto mal y manteniendo el esfuerzo por vivir siempre en la obediencia a la palabra, en la verdad y el amor a Dios que es siempre amor al hermano, acogida fraterna. Que así sea con la Gracia de Dios.  

14 de agosto de 2023

"Me felicitarán todas las generaciones..."

2023. ASUNCIÓN DE LA VIRGEN – Ap 11, 19ª; 12, 1-6ª.10ab- 1 Cor 15, 20-27ª-Lc 1, 39-56

. Esta fiesta de la Asunción de la Virgen nos hace redescubrir y afianzar nuestra vocación cristiana. Somos ciudadanos de este mundo, empeñados y comprometidos en hacer realidad el Reino de Dios, pero aspiramos a vivir su plenitud en la casa del Padre, llegar a la meta, al encuentro definitivo con Dios. De hecho, esta fiesta de nuestra Madre hace referencia a la Resurrección de Jesucristo.  Su victoria sobre la muerte es también la victoria de cada uno de los creyentes, en primer lugar, de la Virgen, primera discípula de Jesús, "modelo de vida y de seguimiento" para todos nosotros.

. Somos ciudadanos del cielo. Nuestra vida no se acaba aquí. Superada nuestra condición mortal, esperamos llegar a la plenitud. Allí donde está Jesús, con María, esperamos estar también nosotros. No se trata de querer saber el cómo ni el cuándo. Lo importante es fiarnos plenamente de Jesús y dejar a Dios ser Dios, como nos enseña María con su entrega confiada: "Hágase en mí según tu Palabra" y su disposición de servicio: "Se puso en camino…".

. Ella, la llena de gracia, que espera el nacimiento de su hijo no se cierra en sí misma, sino que abre los ojos y el corazón a las necesidades de los demás. Como vemos hoy en el Evangelio, se pone en camino a prisa con los brazos abiertos para ayudar a quien le necesita. Su actitud es una actitud generosa de disponibilidad y de servicio. La caridad es, de hecho, el origen y el final del camino cristiano; es el "amor en acción", en gestos de ayuda, acogida, abrazo… Comentando esta escena el Papa Francisco dice: "la Virgen que sale corriendo, cada vez que hay un problema, cada vez que la invocamos, no tarda, viene, se apura. Se apura para estar cerca de nosotros, se apura porque es Madre".

. En el encuentro de María e Isabel, ambas están viviendo una experiencia extraordinaria, una experiencia de fe y cada una de ellas siente un profundo agradecimiento a la acción de Dios. Isabel era estéril y la acción del Espíritu Santo la ha hecho fecunda. María es Virgen y la acción del Espíritu Santo ha hecho posible que se esté gestando en sus entrañas al Hijo de Dios. Por eso existe una complicidad especial entre ellas. Ellas lo saben y se sienten amadas de un modo especial por Dios.

. Han sido escogidas para hacer posible la llegada al mundo de la salvación. Isabel dará a luz a la Voz y María dará a luz a la Palabra. Por eso, Isabel al escuchar el saludo de María, se le remueve las entrañas y saluda a María con una bendición "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre"; reconoce su pequeñez y la grandeza de María. Alaba la fe de María y le llama dichosa por haber creído en la promesa de Dios.

. De la alegría de la fe nace el Magnificat, un canto de alabanza que hacemos nuestro, generación tras generación y que nos recuerda que el futuro, el porvenir, pertenece a Dios, está en sus manos... Y no vence el dragón, que representa las fuerzas del mal, del que habla hoy la primera lectura, que parecen invencibles sino la mujer que cree, espera, confía y, aunque parezca indefensa, nos lo muestran la primera lectura y el evangelio, es más fuerte porque Dios es más fuerte, porque el Amor, aunque sea vulnerable, es siempre es más fuerte. Que así sea con la Gracia de Dios. 

11 de agosto de 2023

"Ánimo, soy yo. No tengáis miedo"

XIX TO – A- Rey 19, 9.11-13ª/Rom 9, 1-5/Mt 14, 22-33

 

. Son numerosas las ocasiones en que los evangelistas nos repiten que Jesús se retiraba a solas a orar. Un gesto vale más que mil palabras. Con ello nos enseña también a nosotros la necesidad que tenemos de esa oración silenciosa, de ese estar con el Padre a solas, sabiendo que nos ama y nos cuida. Sin una vida profunda de oración, nuestra existencia será como esa barca zarandeada por las olas, alborotada por cualquier dificultad, sin raíces, sin estabilidad.

 

. El que ora de verdad va alimentando su vida de fe, va echando raíces en Dios. La oración le da ojos para conocer a Jesús y descubrirle en todo, incluso en medio de las dificultades, del sufrimiento y de las pruebas: "Verdaderamente eres Hijo de Dios". La falta de oración, en cambio, hace que se sienta a Jesús como un "fantasma", como "alguien o algo" irreal; el que no ora es un hombre de poca fe, duda y hasta acaba perdiendo la confianza total en la Presencia y la acción del Señor.

 

. El que trata de manera íntima y familiar con Dios experimenta la seguridad de saberse acompañado, de saberse protegido por un amor que es más fuerte que el dolor y que la muerte. El que no ora se siente solo. El que ora descubre la Presencia del Dios que pasa como brisa suave (Elías); la cercanía de Cristo en medio de la tempestad y experimenta la fuerza de sus palabras: "¡Ánimo! Soy yo, no temáis". Es necesario volver a descubrir la dicha de la oración: escucha, diálogo, presencia, contemplación…. Cristo no quiere siervos, sino amigos que vivan en íntima familiaridad con Él.

 

. Vientos que me hacen tambalear: superficialidad, ruido, inconstancia, miedo, dudas, mares agitados forman parte del paisaje de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. En estas situaciones no es fácil reconocer la Presencia del Señor ni su cercanía. Sin embargo, Él está, no nos deja; se identifica: "Soy yo" y da la orden de siempre: "No tengáis miedo". El Papa al concluir la Misa de envío de los jóvenes en la JMJ de Lisboa: Queridos jóvenes, quisiera mirar a los ojos a cada uno de ustedes y decirles: no tengan miedo. No tengan miedo. Es más, les digo algo muy hermoso, ya no soy yo, es Jesús mismo quien los está mirando en este momento. Nos está mirando. Él los conoce, conoce el corazón de cada uno de ustedes, conoce la vida de cada uno de ustedes, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos, conoce el corazón de ustedes. Lee vuestros corazones y Él hoy les dice, aquí, en Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud: "No tengan miedo". Anímense, "no tengan miedo".

 

. ¿La clave?  Mantener la mirada en el Señor. Mientras Pedro tiene los ojos fijos en el Señor camina sobre el agua. Cuando aparta la mirada, se hunde. Y hacemos nuestra su oración en momentos de miedo y tinieblas porque Jesús siempre nos alarga la mano. Siempre. Todo el texto es una meditación sobre la Iglesia La imagen final de Jesús en la barca mientras todos le reconocen Hijo de Dios y se postran es la imagen más bonita de la Iglesia. Y Pedro, paradigma de la persona débil (negaciones) que no obstante todo ama a Jesús de corazón.  Como muchos de nosotros.

 

. El camino de la fe no excluye dudas ni miedo. Escribía San Agustín: "A muchos les impide ser fuertes su presunción de firmeza. Nadie logra de Dios la firmeza, sino quien en sí mismo reconoce su flaqueza... Contemplad el siglo como un mar, lo que cae bajo tus pies. Si amas al siglo, te engullirá. Sabe devorar a sus amadores, no soportarlos. Pero, cuando tu corazón fluctúa invoca la divinidad de Cristo... Dí: «¡Señor, perezco, sálvame!». Dí: «perezco», para que no perezcas. Porque solo te libra de la carne quien murió por ti en la carne» (Sermón 76,5-6). Pero es necesario mantener la mirada en el Señor. Que así sea con la Gracia de Dios.

5 de agosto de 2023

"Este es mi Hijo amado..."

DOMINGO XVIII TO-TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR-Dan 7, 9-10.13-14 - 2 Pe 1, 16-19 - Mt 17, 1-9

En el pasaje inmediatamente anterior al que hemos leído en esta fiesta de la Transfiguración Jesús anuncia su pasión y muerte.  Se avecinan días difíciles de vivir tanto para Él como para los discípulos. Y por eso se lleva a los tres discípulos más cercanos a la montaña, lugar de manifestación de Dios, para que hagan una experiencia que les quede dentro, les marque y les permita afrontar lo que vendrá.

En la montaña descubren a Jesús en toda su belleza y su Luz: es realmente el Hijo amado del Padre que he venido a culminar la Ley (Moisés) y los profetas (Elías). A su lado todo toma sentido y se siente una inmensa felicidad. Esta experiencia de Cristo transfigurado es como un adelanto de la glorificación final… experiencia de luz, de plenitud, de totalidad… en medio de un camino que nos es fácil de recorrer; momentos que quisiéramos eternos ("Es bueno estar aquí") y que un día lo serán, pero que en este mundo se alternan con otros momentos de oscuridad y sufrimiento que debemos saber afrontar con fe y coraje, como Jesús. La cruz asumida con amor, por amor, con confianza lleva siempre a la resurrección.

Este es siempre un mensaje de realismo y también de esperanza. ". No podemos quedarnos solo en las emociones, ciertamente necesarias, pero no suficientes. Es necesario "bajar de la montaña", volver allí donde está la vida concreta, las personas de cada día, las situaciones en las que nos movemos y en las que tenemos que "Escuchar" siempre al Señor. Su destino de muerte no es más que un camino hacia la gloria que les manifiesta anticipadamente a los suyos. Esa es la luz que ilumina el horizonte cristiano y que nutre la auténtica esperanza.

. Realidad y esperanza que la Iglesia está viviendo estos días en la JMJ que se celebra en Lisboa y concluirá este fin de semana. El Papa Francisco en sus mensajes y encuentros, dentro de un ambiente que podríamos llamar "de Tabor", de felicidad para miles de jóvenes en sus tiendas de campaña, recuerda a los jóvenes (y a todos) que es necesario "hacer creíble la fe a través de las decisiones, porque si la fe no genera estilos de vida convincentes, no hace fermentar la masa del mundo. No basta con que un cristiano esté convencido, debe ser convincente. Nuestras acciones están llamadas a reflejar la belleza del Evangelio".

Para ello, destacó la importancia de "recuperar el sentido de la encarnación" como "una de las tareas más importantes de los cristianos". Sin ella, dijo, "el cristianismo se convierte en una ideología; y la tentación de las ideologías "cristianas" es muy actual, es la encarnación la que nos permite asombrarnos por la belleza que Cristo revela a través de cada hermano y hermana, de cada hombre y mujer".

. Así, el Papa exhortó: "Este no es el momento de detenerse y rendirse, de amarrar el barco a la orilla o de mirar hacia atrás. No debemos escapar de este tiempo, sólo porque nos asusta, para refugiarnos en formas y estilos del pasado. ¡No! Este es el tiempo de gracia que el Señor nos concede para aventurarnos en el mar de la evangelización y la misión".

Una llamada clara a dejarnos "transfigurar" por Cristo, a vivir experiencias de adoración, de oración, de intimidad con el Señor; en ellas encontraremos la fuerza para seguir caminando, para transformar nuestra vida, mejorar nuestra familia y nuestras relaciones, para no estar encadenados a historias pasadas, aunque nos hayan hecho sufrir, para no perder la esperanza... Hay algo que construir, que llevar, que compartir. La frescura del evangelio de Jesús es permanente. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

29 de julio de 2023

"...discernir entre el bien y el mal..."

XVII TO-A-  Reyes 3, 5.7-12/ Rom 8, 28-30/ Mt 13, 44-52

 

. En la primera lectura (1Reyes) hemos escuchado lo que Salomón le pide a Dios. No le pide poder, ni seguridad, ni una economía solvente sino un corazón comprensivo, sabio, prudente: da a tu siervo un corazón dócil, capaz de discernir entre el bien y el mal.  Esta fue la sabiduría de Salomón: reconocer su debilidad, sus dudas, miedos y búsquedas "soy un muchacho joven y no sé por dónde empezar o terminar") y, desde esa actitud, pedir honradez y sensatez de vida para cumplir bien su misión. Una petición que bien podríamos hacer nuestra.

 

. Jesús nos ayuda en el discernimiento mostrándonos dónde están los tesoros verdaderos de nuestra vida porque, a menudo, permanecen escondidos entre tantas cosas, y también a distinguir lo bueno, lo que ayuda, lo que está en consonancia con el Reino y desechar lo que nos estorba.  Hoy, al final del capítulo 13 de Mt hemos escuchado tres parábolas cortas sobre el centro de la predicación de Jesús, el Reino, y una sentencia.

 

. Tesoro y perla hablan del Reino.  Un Reino que siempre está escondido y unos encuentran sin buscar (tesoro) y otros buscándolo (perla). Unos reciben la fe sin buscar demasiado, otros la buscan, piden y encuentran. El resultado es el mismo: una gran alegría y una reorganización de los valores de la vida: todo, menos el Reino, pasa a ser relativo. El próximo día 31 de julio, celebramos la fiesta de San Ignacio. La primera meditación de los Ejercicios es "principio y fundamento" de la vida, que es otro modo de decir y plantear: ¿cuál es el centro, lo esencial y decisivo de nuestra vida? ¿Qué es lo absoluto en mi vida? Conviene ser sensatos y no equivocarse a la hora de elegir el eje de la existencia, la piedra angular, el tesoro, la perla, de nuestra vida.

 

. La tercera parábola habla de la red referencia al juicio final, pero también retrata una realidad: la comunidad cristiana "hay de todo", peces buenos y no tan buenos. Es una invitación a ser coherentes. Finalmente, la imagen del jefe de la casa, que para transmitir la fe parte de cosas antiguas, tradición, relatos escuchados y cosas nuevas que captan la atención de los hijos… como hacía Jesús fiel al Antiguo Testamento y totalmente innovador. Transmitir la fe con sabiduría, coherencia y también creatividad; el pasado forma parte de lo que somos, de nuestra herencia de fe, pero siempre se actualiza, se hace vida en el presente y se manifiesta en la alegría y el gozo.

 

. San Pablo nos recuerda que Dios lo dispone todo en bien de quienes lo aman; lo que nos pasa y vivimos a nivel personal, social, eclesial, mirado desde la fe, siempre puede contribuir a un fin positivo. "A los que aman a Dios todo les sirve para el bien". Que así sea con la Gracia de Dios.

22 de julio de 2023

"El justo debe ser humano"

XVI TO –A-  Sab 12, 12.16-19 / Rom 8, 26-27 / Mt 13, 24-43

 

Son muy hermosas y consoladoras las palabras del libro de la Sabiduría: "Tu fuerza es el principio de la justicia… tu señoría sobre todo te hace ser indulgente con todos… juzgas con moderación… enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano y diste a tus hijos una buena esperanza… pues concedes el arrepentimiento a los pecadores".  Perdonad que haya repetido las palabras que acabamos de escuchar, pero encierran una gran enseñanza, desarrollada también en el evangelio de Mateo. Dios nos ha otorgado la dignidad de ser hijos y nos ofrece el camino para vivir como tales asumiendo al mismo tiempo la realidad pecadora sí, pero abierta siempre a la misericordia. Por eso la religión, nuestra religión, es siempre un camino de vida y de amor, de esperanza, nunca de muerte.

 

El mal existe, crece en el mundo, se manifiesta, se "confunde" en ocasiones con el bien, se "disfraza" para engañarnos; existe la cizaña entre la buena semilla sembrada, es una "realidad misteriosa" que nos tienta con promesas halagadoras para que nos apartemos de Dios, del bien o incluso para que creamos "ya perfectos", "ya santos". Jesús cuenta siempre con gran realismo la presencia y la fuerza del mal ya desde lo profundo del corazón de la persona. Por eso recuerda que el crecimiento del Reino, de su amor, no es una marcha triunfal en el mundo ni en la historia, sino que convivirá siempre con las fuerzas disgregadoras del mal y de la división, contra la que hay que luchar, tanto a nivel interno como social.

Siempre existirá la tentación del "purismo" que quisiera aniquilar todo lo que es la cizaña para que solo quede el buen trigo, pero actuando así, nos recuerda la parábola, se corre el riesgo de echar a perder también la buena semilla, guiados solo por nuestro criterio. Por eso la parábola invita a dejar en manos de Dios el juicio último cuando sea el momento oportuno. En cualquier caso, nos toca asumir nuestras experiencias de gracia y también de miseria, dejarnos transformar por la misericordia y la paciencia de Dios que es un regalo que todos necesitamos y hacer siempre el bien para que sea más fuerte, y lo es, que la cizaña que nos enreda en la vida.   Nuestra vocación es la santidad que nos es dada por la misericordia de Dios, tal como Jesús nos enseña: la paciencia de Dios hace posible la conversión y la fidelidad; sólo Él conoce bien los tiempos, siendo "clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal". En este camino San Pablo nos recuerda que "el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad".  Dios mismo va sanando nuestra propia cizaña; no sintamos miedo de mostrarnos tal y como somos; no somos superhéroes; necesitamos la fuerza sanadora y renovadora del Espíritu para ser un buen trigo en un mundo lleno de tantas heridas.

. Hoy se celebra la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, vísperas de la conmemoración de San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús. El Papa recuerda que, "la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores quiere ser un pequeño y delicado signo de esperanza para ellos y para toda la Iglesia". El lema es: "En el encuentro entre jóvenes y ancianos Dios nos da su futuro".

 "Son los ancianos quienes nos transmiten la pertenencia al Pueblo santo de Dios. Tanto la Iglesia como la sociedad los necesita. Ellos entregan al presente un pasado necesario para construir el futuro. Honrémoslos, no nos privemos de su compañía y no los privemos de la nuestra; no permitamos que sean descartados", escribe el Papa. Que así sea con la Gracia de Dios.

2 de junio de 2023

"Dios de amor y de paz"

2023. SANTÍSIMA TRINIDAD - Ex 34,4b-6.8-9 / 2 Cor 13, 11-13 / Jn 3,16-18

. El evangelio de este domingo recoge una de las afirmaciones que más ha ayudado a difundir el significado del amor en la historia del cristianismo: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna». Para salvarnos, Dios nos ha dado lo más querido, de este modo nos ha mostrado la grandeza de su amor. Por el AT ya sabíamos que Dios ama al mundo. Pero el NT nos revela la grandeza de este amor. Si Cristo no hubiera muerto por nosotros podríamos conocer que Dios nos ama, pero no hasta qué punto. Estas palabras de Jesús dan paz al corazón.

. Toda la existencia terrena de Jesús trata de quitar los obstáculos que nos apartan de Dios para restablecer con él la comunicación rota. Toda su vida es una revelación de Dios, especialmente su encarnación, muerte y resurrección. En ella se nos revela el misterio trinitario, misterio que trata de entablar con cada ser humano una relación personal, amorosa, y de convertir a la humanidad entera en una comunidad de amor, en una familia donde reine el amor, la armonía y la paz. Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo está en el origen de nuestras vidas, es él quien las sostiene y su meta definitiva. No es indiferente, ni accidental ni superfluo saber que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, sino que en la Trinidad encontramos un verdadero modelo de vida y de conocimiento de la realidad.

. En Jesucristo, Dios se muestra como «una comunidad» de amor en la que hay un gran respeto de las diferencias. Así es el amor verdadero: respetuoso. El Padre no es el Hijo y el Espíritu, pero tampoco pretende suplantarlos. El Hijo no es el Padre ni el Espíritu, pero también respeta la alteridad que se da en el seno mismo de la Trinidad. Lo mismo hace el Espíritu Santo. Algo semejante sucede en sus relaciones con nosotros: la Trinidad nos respeta porque nos ama; Dios no nos suprime, no nos sustituye, no nos suplanta, no nos impone su voluntad o su ley por la fuerza, sino que nos deja libres; hacerse amar por la fuerza no tendría sentido. Y si nuestras decisiones nos llevan al fracaso, nos tiende la mano para volver sobre nuestros pasos y retomar el camino de la vida.

. La felicidad y la infelicidad en la tierra dependen en gran medida, lo sabemos, de la calidad de nuestras relaciones. La Trinidad nos revela el secreto para tener relaciones bellas. Lo que hace bella, libre y gratificante una relación es el amor en sus diferentes expresiones.  Dios es amor y este es su gran poder: el amor dona, el poder domina. Lo que envenena una relación es querer dominar al otro, poseerle, instrumentalizarlo, en vez de acogerle y entregarse. No es siempre fácil en las situaciones concretas de la vida entrar en el misterio de la Trinidad que se nos revela como amor y comunión porque entrar en este misterio se traduce en vivir las relaciones, todas las relaciones, aquí y ahora, en armonía y sencillez superando la tentación de que cada uno "piense solo en lo suyo", de renunciar a un proyecto de vida elegido y compartido en el reconocimiento mutuo, el respeto de la diversidad, la confianza mutua.

. En la segunda lectura san Pablo habla del Señor como un «Dios de amor y de paz». Su presencia se hará palpable en quienes tienen un mismo sentir y se esfuerzan por ser artesanos de la paz. Quienes viven según los valores del Evangelio sintonizan con el misterio de Dios, participan de la vida divina y en esto consiste, en el fondo la salvación: vivir en paz con Dios, con uno mismo y con los demás; vivir como hijos de Dios y como hermanos de los otros. Que así sea con la Gracia de Dios. 

6 de mayo de 2023

"Yo soy el camino, la verdad y la vida..."

V Domingo de Pascua - A - Hch 6,1-7 - 1 Pe 2,4-9 - Jn 14, 1-12

Al final de la última cena, los discípulos comienzan a intuir que Jesús ya no estará mucho tiempo con ellos. Jesús capta su tristeza y su turbación. Su corazón se conmueve y trata de animarlos: "Que no se turbe vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí". Más tarde, en el curso de la conversación, Jesús les hace esta confesión: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí". No lo han de olvidar nunca.

 

"Yo soy el camino". Sabemos que el camino es para andar y llegar a una meta, sin embargo, el problema de muchos no es que viven extraviados, sino que viven perdidos en una especie de laberinto: andando y desandando los mil caminos que, desde fuera, les van indicando las consignas y modas del momento. Quien e acerca a Jesús encuentra una Persona, un camino que te lleva hacia el Padre. A veces, avanzará con fe; otras veces, encontrará dificultades; incluso podrá retroceder, pero si se fía de Jesús estará en el camino acertado que conduce al Padre. Esta es la promesa de Jesús.

 

"Yo soy la verdad". La verdad es para experimentarla como bondad, como amor, encuentro…, frente a la mentira, que engendra división e infelicidad. En el mundo bíblico la verdad (emet) no es una idea, sino una realidad que se hace, se realiza, se lleva a la práctica en el amor y la justicia. No todo se reduce a la razón. La teoría científica no contiene toda la verdad. El ser humano ha de vivir ante el misterio último de la realidad y Jesús se presenta como camino que conduce y acerca a ese Misterio último. Dios no se impone. No fuerza a nadie con pruebas ni evidencias. El Misterio último es silencio y atracción respetuosa. Jesús es el camino que nos puede abrir a su Bondad.

 

"Yo soy la vida". Jesús puede ir transformando nuestra vida. No como el maestro lejano que ha dejado un legado de sabiduría admirable a la humanidad, sino como alguien vivo que, desde el mismo fondo de nuestro ser, nos infunde un germen de vida nueva.  Esta acción de Jesús en nosotros se produce casi siempre de forma discreta y callada. El mismo creyente solo intuye una presencia imperceptible. A veces, sin embargo, nos invade la certeza, la alegría incontenible, la confianza total: Dios existe, nos ama, todo es posible, incluso la vida eterna.

Camino, verdad y vida, pues, son cosas concretas que se viven, que se hacen, que se experimentan. Estas son cosas que todos buscamos en nuestra historia: queremos caminos que nos lleven a la felicidad; amamos la verdad, porque la mentira es la negación del ser y de lo bueno; queremos vivir, no morir, vivir siempre, eternamente. Nunca entenderemos la fe cristiana si no acogemos a Jesús como el camino, la verdad y la vida.

Cuando Jesús es el centro podemos vivir con serenidad, abrirnos sin miedo a los demás, como nos narra la primera lectura. Acercarse a Jesús, el Señor que ha muerto por nosotros y ha resucitado para darnos la vida, significa que todos podemos gozar de las prerrogativas de lo más santo y sagrado. Por eso nace un nuevo pueblo, una nueva comunidad santa y sacerdotal que entraña una plenitud espiritual. Que así sea con la Gracia de Dios.

29 de abril de 2023

"Vida y vida abundante".

IV DOMINGO DE PASCUA-A- Hch 2, 14ª. 22-33 / 1 Pe 1,17-21 / Lc 24,13-35

 

Nos acercamos a la figura entrañable del Buen Pastor que Israel comprendía muy bien al ser la primera representación de Jesús en las catacumbas. La imagen de rebaño, en nuestra cultura urbana, queda lejana.  Algunos enseguida dicen que no desean ser comparados con una masa indiferenciada que sigue a quien va delante, sin criterio personal.

 

Pero el evangelio subraya otros aspectos: Él nos conoce y nos llama por el propio nombre… no le somos indiferentes…. No somos un número, un código o una etiqueta… únicos no seres anónimos y grises; las "ovejas" de Jesús gozan de plena libertad para "entrar y salir libremente" …

 

Además, le siguen "porque conocen su voz" y esto requiere familiaridad con Jesús, confianza y esto solo se consigue escuchando su Palabra, guardándola en el corazón, experimentado su presencia en la Eucaristía, en el compromiso… esto permite distinguir su voz de tantas otras voces que "matan y destruyen" … Él quiere que tengamos vida y la tengamos en abundancia y esto es  "Vivir en el Padre", pues solo Dios puede saciar nuestro corazón, nuestros anhelos; solo Él permanece cuando todo falla; consuela en las lágrimas y el dolor.

 

Jesús es el Pastor verdadero que no actuó nunca como un jefe dedicado a dirigir, gobernar o controlar. Lo suyo había sido «dar vida», curar, perdonar. No había hecho sino «entregarse», desvivirse, terminar crucificado dando la vida por las ovejas. El que no es verdadero pastor, piensa en sí mismo, «abandona las ovejas», evita los problemas y «huye».

 

El amor de Jesús por la humanidad no tiene límites, ama a todos sin excepción compartiendo su propia vida con las ovejas. Jesús nos conoce y nos ama a todos tal como somos. Solo desde esta cercanía, desde esta comunión de corazón, el Pastor bueno, verdadero comparte su vida con las ovejas tratándolas siempre con cuidado y amor. Los discípulos reconocen la voz del Señor en medio de otras voces… capacidad de discernir respecto a otras voces… le sigue, se fía de él…

 

Además, el Buen Pastor es la Puerta, el camino Justo para llegar a Dios y a los hermanos, para vivir en Dios y dar la vida por los otros. Entrar por la puerta es identificarse con Cristo, empaparse de sus sentimientos y actitudes, vivir los valores del Evangelio, alejarnos de la autorreferencialidad que no lleva a ningún sitio. Antes "andábamos errantes como ovejas" dice San Pedro, pero ahora "os habéis convertido al Pastor y guardián de vuestras almas" y esto nos lleva a hacer el bien…

 

. Del Mensaje de la 59 JMO Vocaciones: "Llamados a edificar la familia humana":

"Esta es la dinámica de toda vocación: somos alcanzados por la mirada de Dios, que nos llama. La vocación, como la santidad, no es una experiencia extraordinaria reservada a unos pocos. Así como existe la "santidad de la puerta de al lado", también la vocación es para todos, porque Dios nos mira y nos llama a todos. Toda vocación en la Iglesia, y en sentido amplio también en la sociedad, contribuye a un objetivo común… Sacerdotes, consagradas, consagrados y fieles laicos caminamos y trabajamos juntos para testimoniar que una gran familia unida en el amor no es una utopía, sino el propósito para el que Dios nos ha creado" (Papa Francisco)..

22 de abril de 2023

"Quédate con nosotros..."

III DOMINGO DE PASCUA -A- Hech 2,14.22-28/1 Pe 1,17-21/Lc24,13

. Una catequesis sobre la Eucaristía: el camino es la liturgia de la Palabra; la cena,  la liturgia eucarística que acaba con el anuncio de que Cristo está vivo.

 

. Los dos discípulos se marchan, huyen de Jerusalén el mismo domingo… camino de Emaús. Se encuentran desilusionados, decepcionados, hablan, dialogan, caminan… y Jesús se hace presente y, como en todas las apariciones, ellos no le reconocen y le llaman "forastero" … Esperábamos, creíamos, sonábamos… pero todo acabó.  Dios les ha decepcionado… la fe pasa siempre por dudas, crisis, dificultades, se alejan de la comunidad…   pero todo ello nos posibilita salir más fuertes…

 

. Jesús, ese "forastero que parece que no se ha enterado de nada de lo sucedido", se acerca, escucha, acompaña, camina con ellos y también explica las Escrituras…. Hasta que llegado el momento recibe una invitación que muestra que se ha generado un clima de confianza: "Quédate…".  Podríamos decir que se dejan "recatar por Jesús", desde su propia libertad y decisión: "Quédate".

 

. De alguna manera ellos, como nosotros, necesitan una experiencia propia, no les basta la experiencia de los demás; piden que Jesús se quede, les acompañe en su propio camino. Y le reconocen en la fracción del pan. Sus corazones se abren, reconocen sus sentimientos: "¿No ardía nuestro corazón…?". Siempre hay un gesto, una luz, un detalle, una caricia que nos toca, nos sostiene y anima.

 

. Y entonces, se olvidan del cansancio y vuelven a Jerusalén donde están los apóstoles reunidos… tienen necesidad de compartir, de ensanchar el corazón, del encuentro con los demás porque han sido encontrados por Cristo y este encuentro les ha hecho salir de sus temores, de sus miedos y angustias. Y este es nuestro anuncio: el Señor viene a nuestro encuentro. El viene con respeto y amor, como el don más hermoso para compartir. Jesús habita más en nosotros cada vez que lo anunciamos. Cuando se encuentra a Jesús, ningún obstáculo puede impedirnos anunciarlo. En cambio, si nos guardamos solo para nosotros su alegría, tal vez sea porque todavía no lo hemos encontrado de verdad.

 

. Encender una luz en la oscuridad, vencer el miedo y el desánimo, vivir sin rendirnos jamás, mantener viva la esperanza… Jesús nos acompaña en el camino, se hace el encontradizo, nos recuerda una lección permanente: la Luz pasa por la cruz, la Luz ilumina las cruces y las oscuridades, la Luz nos permite reconocer al otro en sus palabras, en sus gestos…  la Luz se manifiesta también en la comunidad que celebra, parte y comparte la Palabra y el Pan y esto es la Iglesia.

 

. "Si recuperas el primer amor, el asombro y la alegría del encuentro con Dios, irás hacia adelante. Recuerda y camina", dijo el Papa Francisco en la homilía de la Vigilia Pascual. Y es verdad que cuando vivimos la experiencia de encuentro con el Señor u otra experiencia positiva de encuentro con las personas esto siempre nos anima, sentimos una mirada nueva sobre la realidad, el mundo, el futuro.  Por eso es tan importante el encuentro fraterno que nos abre a nuevos horizontes de vida. Pidamos al Señor el don de reconocerlo y anunciarlo a los hermanos. Que así sea con la Gracia de Dios. 

24 de marzo de 2023

"El que cree en mí, no morirá para siempre"

V DOMINGO DE CUARESMA- Ez 37, 12-14/Rom 8, 8-11/ Jn 11, 1-45

 

Después de los pasajes de los domingos pasados sobre la samaritana y el ciego de nacimiento, que nos revelaban a Jesús como agua viva y luz del mundo, este quinto domingo de Cuaresma nos presenta el relato de la resurrección de Lázaro, el séptimo signo o milagro narrado por san Juan, el último y más portentoso, y que revela a Jesús como señor de la vida y de la muerte. De hecho, las tres lecturas traen un mensaje central: en las situaciones sombrías de nuestra existencia personal o colectiva no estamos solos. Hay una Presencia de amor en la que existimos, nos movemos y actuamos y cuando nos abrimos con fe a esa Presencia somos capaces de vencer a la muerte. El Espíritu suscita en nosotros esa fe o confianza en que, ocurra lo que ocurra, nuestro destino es la vida.

. Los principales del pueblo judío han sido deportados a Babilonia. Sufriendo el desprecio de sus opresores, se preguntan dónde está Dios liberador de los pobres. En esta situación el profeta Ezequiel trae la parábola de los huesos secos y amontonados porque no tienen vida. Y desde la experiencia de Dios anuncia que en esos huesos secos se infundirá el Espíritu de vida y se reanimarán. Si bien el profeta se refiere a la liberación de las vejaciones que están sufriendo en Babilonia los judíos deportados, esa parábola de algún modo anuncia ya la esperanza en la liberación final de toda la humanidad gracias al Espíritu de vida,  cuya voz y fuerza está presente y actúa en la evolución de la historia. 

 

. El relato de San Juan sobre la resurrección de Lázaro, nos muestra: Jesús experimenta la sombra de la muerte física que sufrimos los mortales. Pero aparentemente no la da mucha importancia, de hecho, aguarda cuatro días cuando según la legislación judía, la muerte física ya está confirmada, antes de ir a Betania. Sin embargo, cuando llega al sepulcro de su amigo, Jesús "sollozó muy conmovido" y los presentes comentaban: "mirad cómo le amada". En los sentimientos de Jesús se está revelando los sentimientos de Dios que nos ama; en este amor gratuito y siempre actual, se fundamenta nuestra esperanza en la resurrección.

 

Marta piensa como muchos judíos de su tiempo ¿por qué no interviene Dios con un milagro para librarnos de la muerte física? "Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto", dice. Simbólicamente María, la otra hermana de Lázaro, tiene una mirada contemplativa sobre la muerte física, y no sale a pedir milagros, "se queda sola en casa, acepta en silencio la muerte y confía en el amor de Dios que Jesús respira y manifiesta en su conducta. En efecto responde con una luz nueva para esa confianza: "El que cree en mí no morirá para siempre". Esta fe, como el amor, es más fuerte que la muerte física. Por eso, para el que cree de verdad, aunque físicamente deje este mundo porque es mortal, la muerte no tiene dominio sobre él. Su destino es la plenitud de vida.

 

. En su carta a los cristianos de Roma que hoy leemos, San Pablo recomienda que    nos dejemos seducir por el Espíritu de vida que hemos recibido en el bautismo y siempre nos acompaña. Es la clave para vencer a la muerte o cerrazón a la Presencia de Dios en que habitamos y nos sostiene garantizando que nuestro destino es la vida en plenitud.  Que así sea con la Gracia de Dios. 

18 de marzo de 2023

"Ahora veo"

IV DOMINGO DE CUARESMA -A- 1 Sm 16,1b.6-7.10-13a/Ef 5,8-14/Jn 9,1-41

 

. El relato de la curación que escuchamos hoy, tradicionalmente llamado "la curación del ciego de nacimiento", es el recorrido interior que va haciendo un hombre perdido en tinieblas hasta encontrarse con Jesús, "luz del mundo". En esta catequesis, Jesús utiliza simbólicamente dos elementos: barro y agua. El barro recuerda que somos limitados, criaturas, no dioses y el agua simboliza el bautismo, la gracia de Dios que, como en el caso de la samaritana, es portadora de vida eterna.  La humildad de ser criaturas y la gracia de la visión, de la luz.

 

. Pero la narración va más lejos. Nosotros tenemos una maravillosa y trágica libertad: podemos cerrar los ojos, podemos huir de la luz, destruirla. Es el resumen trágico de la vida y de la muerte de Jesús: la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la reciben. Muchos vieron la curación del ciego. Entre ellos a algunos se les abrieron los ojos y creyeron en Jesús; otros cerraron con fuerza los ojos, rechazaron con violencia la luz. La luz les hacía daño, le perjudicaba, estropeaba su vida, su templo, su teología... No solo cerraron los ojos, intentaron por todos los medios apagar la luz, eliminar a Jesús, poner en duda si el milagro es obra de Dios o del diablo.

 

. El ciego no tiene nada más que decir. "Yo solo sé que ahora veo"; "Creo en Ti, Señor". Ha recuperado la vida, la dignidad, la autonomía. Podrá reconocer a los demás, las formas, los colores. Sera expulsado de la sinagoga, perseguido, pero no volverá a las tinieblas porque ha visto la luz. Esto está diciendo Jesús: con su luz, con su Palabra, con su modo de pensar y de vivir, se camina mucho mejor, se acierta más, se conoce con más profundidad.

 

. Y es que Jesús, de alguna manera, está definiendo, también el pecado. Gran parte de nuestros pecados son de ceguera. No sabemos qué es el bien y qué es el mal; la frontera está desdibujada; nos equivocamos en las decisiones por falta de claridad, nos engañan. Preferimos placeres pequeños que no pueden darnos felicidad, a modos de vida más humanos, más divinos, más plenos. Muchas veces andamos a ciegas, nuestras obras son estériles. Por eso, una profunda definición del pecado podría ser que, antes que ofensa, antes que maldad, es un enorme error por falta de luz, es ceguera. Ante determinadas actuaciones más que un juez necesitamos luz. Por eso Jesús cura a los ciegos, limpia nuestra mirada exterior e interior para que podamos actuar con plena conciencia de aquello que hacemos.

 

. La experiencia de Cristo ilumina-transforma la vida de las personas. Tenemos una luz, Jesucristo, su espíritu, su evangelio. Una luz no es una varita mágica que solucione milagrosamente las oscuridades, pero que está en nosotros iluminando nuestra búsqueda, nuestro camino, descubriendo tonalidades más luminosas y humanas en la vida de cada día.  Sin luz vamos perdidos, indefensos Solo escuchando a Jesús y dejándonos conducir interiormente por él vamos caminando hacia una fe más plena y también más humilde. Pablo nos exhorta: "Caminad como hijos de la luz (toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz), buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas" y, añade: "Éramos tinieblas; somos luz". Que así sea con la Gracia de Dios.

 

La Iglesia en España celebra hoy el Día del Seminario. "Levántate y ponte en camino" es el lema de la jornada. Conecta con lo que leído en la segunda lectura: "Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará". El seminario prepara a los responsables de las comunidades. Pidamos que surjan vocaciones para despertarnos al seguimiento de Jesús, diciendo: "manda, Señor, trabajadores a tu mies" (Mt 9,38).

10 de marzo de 2023

"Dame de esa agua..."

2023. III DOMINGO DE CUARESMA-A-  Ex 17,3-7/Rom 5,1-2.5-8/Jn 4,5-42

El evangelio de hoy nos acerca el diálogo de Jesús con la mujer samaritana. Un diálogo que nace motivado por la sed y que culmina guiando pedagógicamente hacia el encuentro con el propio manantial.

.  La sencilla petición de Jesús es el comienzo de un diálogo franco, mediante el cual Él, con gran delicadeza, entra en el mundo interior de una persona a la cual, según los esquemas sociales, no habría debido ni siquiera dirigirle la palabra. ¡Pero Jesús lo hace!, no tiene miedo; cuando ve a una persona va a su encuentro porque ama.  No se detiene nunca ante una persona por prejuicios; la pone ante su situación, sin juzgarla, sino haciendo que se sienta considerada, reconocida, y suscitando así en ella el deseo de ir más allá de la rutina cotidiana. Por eso, ante la extrañeza de los discípulos recuerda que la misericordia es más grande que el prejuicio.

.  Jesús abre el corazón de la mujer samaritana: le pide de beber para poner en evidencia la sed que había en ella misma. La mujer queda tocada por este encuentro: dirige a Jesús esos interrogantes profundos que todos tenemos dentro, pero que a menudo ignoramos. También nosotros tenemos muchas preguntas que hacer y no debemos temer el hacerlas a Jesús.  La cuaresma, es el tiempo oportuno para mirarnos dentro, para hacer emerger nuestras necesidades espirituales más auténticas, y pedir la ayuda del Señor en la oración. El ejemplo de la samaritana nos invita a expresarnos como ella: "Jesús, dame de esa agua que saciará mi sed eternamente".

. A partir de la experiencia de la sed física y del agua, Jesús ayuda a la samaritana y a nosotros, a tomar conciencia de la propia sed interior: de sentido, de plenitud, de libertad… la encamina y nos encamina a hasta asumir la situación vital: "no tengo marido", ella; "me siento solo o abandonado", "tengo muchos problemas, sufrimientos", nosotros… y es, desde la propia verdad de cada uno, desde donde Jesús nos revela su identidad: "Yo soy, el agua viva; quien ofrece la vida eterna; el que habla contigo".

. El diálogo restaurador nos pone, entonces, de cara a nosotros mismos y al Don de Dios, ese «don de Dios» que Jesús invitaba a conocer a la Samaritana y que, según el Apóstol, es el Amor de Dios "que ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rom 5,5). Ya decía san Agustín que el amor es la fuerza que nos mueve a actuar (cf. Confesiones XIII, 9, 10). Desde nuestra libertad nos hace ver que, si no vivimos desde esa Fuente, conectados a ese Manantial de Amor que nos habita, seremos arrastrados, por la necesidad de nuestra sed, hacia pozos secos o aljibes de aguas enfermizas.

. El resultado de aquel encuentro junto al pozo fue que la mujer quedó transformada: "dejó su cántaro" con el que iba a coger el agua, y corrió a la ciudad a contar su experiencia extraordinaria. Había ido a sacar agua del pozo y encontró otra agua, el agua viva de la misericordia, que salta hasta la vida eterna. ¡Encontró el agua que buscaba desde siempre! Corre al pueblo, aquel pueblo que la juzgaba, la condenaba y la rechazaba, y anuncia que ha encontrado al Mesías: "uno" que le ha cambiado la vida. Porque todo encuentro con Jesús nos cambia la vida, siempre. Es un paso adelante, un paso más cerca de Dios. Testimoniar la alegría del encuentro con Jesús, esa alegría que viene de dentro, cuando tenemos el valor de dejar aparte nuestro cántaro.

. El texto nos recuerda también que la adoración al Padre ha de ser "en espíritu y verdad". No puede ser solamente externo; afecta a nuestra conciencia; no depende de un lugar determinado, de un espacio… Al Padre, se le encuentra y rinde culto en el hermano, en los lugares y situaciones habituales de la vida; en la sencillez, compasión, ternura con los más necesitados… "Ojalá escuchéis hoy su voz: no endurezcáis el corazón...". Que así sea con la Gracia de Dios.