28 de enero de 2023

"Felices vosotros..."

IV DOMINGO TO -A-  Sof2,3-3,12-13/1Cor 1,26-31/Mt 5,1-12.

 

Un canto a las virtudes: humildad, sencillez, pureza, compromiso, coherencia… que acercan a Dios y a los hermanos, "que hacen caminar en la verdad".

. El humilde es la persona que se conoce a sí misma, que tiene una conciencia clara de sus limitaciones (sabe que no es perfecta) pero también de sus cualidades (sabe que tiene que desarrollarlas al máximo para la realización de su propia vocación y misión en la vida y para el bien común).

. Esta conciencia de su propia realidad le lleva a confiar totalmente en Dios, el único absoluto y necesario y a realizar bien su misión en el mundo: sin orgullo, vanagloria, desprecio o superioridad frente a los demás.

. Esta conciencia le lleva en positivo a buscar la paz y la justicia, a compartir el dolor y la esperanza, a ser coherente con sus principios, a cultivar la pureza de corazón y de intención…

. No se "idealiza el sufrimiento o la debilidad" se asume con realismo para combatirlo y compartirlo. No se trata de ser un "perdedor", se trata de elegir el camino que lleva a la felicidad, a la dicha, a la bienaventuranza... porque Dios se hace presente en el mismo.

 

. Fijémonos esta tarde: "Bienaventurados cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijáis, porque vuestra recompensa será grande ene el cielo".  Nadie quiere ser perseguido, ni insultado… pero, en ocasiones, es el precio que hay que pagar por mantener la coherencia de la propia vida, la honestidad, el compromiso por la paz. Muchos cristianos en diferentes partes del mundo, particularmente en África y algunos países de Asia, son obligados a dejar el país (como el obispo Rolando Álvarez en Nicaragua, país del que expulsaron a las Hermanas de la Caridad de Madre Teresa) o son asesinado no porque hagan el mal sino por su fe y práctica religiosa, por su denuncia de las injusticias, por su defensa de la dignidad de la persona humana.

 

. En Myanmar fue destruida una de las iglesias más antiguas del país (Nuestra Señora de la Asunción) el domingo 15 de enero justo antes de empezar la Eucaristía. Y la respuesta es el perdón, la misericordia, la no-violencia. El próximo martes el Papa inicia una visita a la República Democrática del Congo, país como otros de África, azotado por la violencia contra las comunidades cristianas para ayudar en los esfuerzos de pacificación, para dar esperanza. "Dichosos los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios".

. Que las Bienaventuranzas sean para todos, un camino de vida y de felicidad. Amén.

21 de enero de 2023

"... una luz les brilló".

III DOMINGO T.O.-A-  Is 8,23-9,3/1Cor 1,17-13.17/Mt 4,12-23 

 

Isaías, en una página llena de poesía y optimismo anuncia a un pueblo sumergido en tinieblas una luz grande ("Habitaba en tierras de sombra y una luz les brilló"). Y Mateo aplica el oráculo del profeta a la misión de Jesús que recorre Galilea predicando y curando, siendo luz, alegría y liberación para todos.

 

. En este marco de reflexión situamos hoy la celebración, instituida por el Papa Francisco en 2019, del domingo de la Palabra de Dios. El Santo Padre expresaba el deseo de que esta celebración «haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos: esta Palabra "está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas". El lema de este año 2023 es: "Anunciamos lo que hemos visto" (1Jn 1,3), subrayando la idea de vivir la experiencia de encuentro con el Señor a través de la oración, la lectura de la Palabra, los hermanos.

Recordemos las palabras del salmo: "Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero" (Salmo 119). Necesitamos la luz en nuestro camino, la luz exterior para poder ver y, sobre todo, la luz interior para poder actuar siempre en conciencia. La Palabra ilumina nuestra vida en su totalidad. "No se enciende una lámpara para poner la debajo de la mesa sino para que alumbre a todos los de la casa. Alumbre así vuestra luz para todos vean las buenas obras y alaban al Padre que está en los cielos", (Mt 5, 15-16). Esta luz que es el bien, la verdad, la belleza… "resplandece en las tinieblas, y las tinieblas (la mentira, el pecado, el error…) no han podido extinguirla" (Jn 1, 5). Estamos llamados a caminar en la Luz: "Si caminamos en la Luz como Él mismo está en la Luz entonces estamos en comunión unos con otros" (1 Jn 1, 7) y a "ser luz" para los demás.

. Y a esto nos invita cada año la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que este año se celebra bajo el lema: "Aprended a hacer el bien. Buscad la justicia".  El reto es claro: solidarizarnos todos en la práctica del bien entre nosotros, con las personas más necesitadas, en un espacio común donde todos los cristianos de las diferentes denominaciones vivamos la libertad de la justicia y del amor de Cristo resucitado, que nos motiva continuamente a ofrecer un testimonio luminoso de fraternidad.  La unidad de los cristianos habría de ser un signo de la unidad y reconciliación de toda la creación.  Al mismo tiempo, la división de los cristianos debilita la fuerza de este signo y contribuye a reforzar la división en lugar de aportar la curación y el consuelo ante las lágrimas y sufrimientos del mundo como es la misión de la Iglesia. Qué pena la división de las Iglesias ortodoxas rusa y ucraniana en un momento en que la unidad en nombre de Cristo podría ayudar tanto a la paz.

A todos hoy, la Palabra de Dios nos dice hoy que nos convirtamos al único que puede ser nuestra Luz, nuestra Paz, nuestro Guía: Cristo Jesús. En el nivel de las Iglesias, pero también en el de las personas y los grupos dentro de nuestras comunidades. Cuando experimentamos el dolor de la discordia, una mirada a Cristo debe evitar que perdamos la caridad, la alegría, la unidad, la ilusión de seguir creciendo en nuestra vida cristiana.

 

Que el comer el mismo pan y beber el mismo cáliz nos haga instrumentos de unidad y de luz: "Donde haya tinieblas sembremos luz, difundamos luz". Que nadie nos pueda decir: "¿Qué habéis hecho de la luz, los que lleváis la luz?" (Paul Claudel). Frente a esta advertencia, que podamos decir, con el salmista: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?". (Salmo 26) Y recordar que "siempre es mejor encender una lucecita que echar pestes sobre la oscuridad" (Confucio, s. V a C). Que así sea con la Gracia de Dios.

15 de enero de 2023

"Este es el Cordero de Dios"

-  II DOMINGO TO -A- 2- Is 49, 3.5-6/1Cor 1,1-3/Jn 1, 29-34

Juan presenta la escena del bautismo de forma original; no lo hace como un relato (sinópticos) sino como un testimonio solemne de Juan Bautista sobre Jesús que "da a conocer su identidad".  Dos títulos le otorgan:

. Cordero de Dios: El Cordero Pascual, que los judíos sacrificaban cada año para celebrar su liberación de Egipto y el paso del Mar Rojo, es figura de Jesús. El cordero es el animal manso, que es llevado al matadero y no abre la boca, es el inocente sacrificado y que acepta pacíficamente el sacrificio. Con su muerte y resurrección Jesús nos hace pasar, a través del agua del bautismo, de la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos de Dios. La imagen empleada por Juan nos sirve también a nosotros de reflexión en la Eucaristía. Decimos en el Gloria y por tres veces antes de comulgar: "¡Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros!". Dirigimos nuestra mirada a Jesús, el nuevo cordero pascual que nos libera de la esclavitud del pecado, que salva como aquel cordero pascual liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. 

Actualizar esta dimensión salvadora, reconocer hoy y aquí este poder liberador, significa que Jesús "dice algo importante" a nuestra vida humana: nos permite escuchar su amor que se expresa en variedad de registros, él acompaña la soledad, cura nuestras heridas, fortalece y anima la fidelidad, nos ayuda a ser bondadosos, responsables, a vivir el camino de la vida desde la sencillez y el servicio. Ante este Cordero se impone la humildad, pilar fundamental de toda regeneración y centro de vida interior; se reconoce lo que somos: pecadores y se encuentran fuerzas para vencer al pecado, al derrotismo, la mediocridad; para ser hombres y mujeres capaces de renacer de nuevo...

. Hijo de Dios: Juan el Bautista es el primero que lo reconoce. Para Juan evangelista la filiación divina constituye el hecho más decisivo para descifrar el misterio de la persona, palabras y signos de Jesús. Conocer a Jesús, amar a Jesús, experimentar la Presencia de quien es nuestra vida y nuestra luz, cultivar nuestro espíritu interior, dar testimonio valiente de la bondad de Aquel en quien hemos sido bautizados...

Sólo hay un modo de dar a conocer a Cristo al mundo, de hacer posible que sea amado: la invencible alegría de una persona, familia, comunidad, Iglesia que "ha visto", que tiene la experiencia de la Redención, que ha descubierto "esa mirada humana" que cambia la vida, que se deja iluminar, sin temor, por quien es la "luz de la vida", la belleza de la liturgia, del canto.... todavía no se ha emborrachado nadie teorizando sobre el vino...

Todos conocemos suficientemente nuestra debilidad, nuestro pecado y -más aún- el peso del pecado del mundo en nosotros, que nos impide avanzar por el camino recto. Pero podemos hacerlo. Juan afirma de Jesús: en Él está el Espíritu de Dios. Y esto se puede decir también de nosotros: en nosotros está el Espíritu de Dios. No somos sabios, a veces tampoco buenos, o fuertes..., pero por gracia de Dios en nosotros habita su Espíritu y su fuerza nos sostiene en el camino de la vida y del bien.

 

Benedicto XVI decía: "No os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Él es el único Redentor de la humanidad". Y, en su testamento espiritual, escribió: "Manteneos firmes en la fe.  Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad, la vida y la gloria y la Iglesia, con sus insuficiencias, verdaderamente su cuerpo". Podemos ser más; podemos ser luz. Que así sea con la Gracia de Dios.