13 de enero de 2024

"Venid y veréis"

II Domingo de TO -B- 1 Sam 3, 3b.10-19/1 Cor 6, 13c-15ª/Jn 1, 35-42

Ministerios del Lectorado y Acolitado – Capilla de la Casa de Formación San José Manyanet de Chía- Cundinamarca – 14.1.2024

. Todo comienza con un encuentro humano: "Venid y veréis".  Si no nos ponemos en movimiento, si no nos mantenemos en camino permanente, en deseo… difícilmente podemos llegar al encuentro real, profundo con los hermanos o con el Señor. Si caminamos, buscamos, nos preguntamos, soñamos, si somos "Desideria" nuestro corazón arde hasta encontrar al Señor que lo colma.  "En Nazaret encontrarás todo lo que tu corazón desea, anhela, busca".

Los discípulos, como también cada uno de nosotros, sin necesidad de "entenderlo todo", comienzan a "seguir a Jesús"; caminan en un silencio roto por Jesús con una pregunta: "¿Qué buscáis?". "Maestro, responden, ¿dónde vives?".  No buscan conocer nuevas doctrinas; quieren aprender un modo nuevo de vivir…. "Venid y lo veréis". Haced vosotros mismos la experiencia. No busquéis información de fuera. Venid a vivir conmigo y descubriréis cómo vivo yo, desde dónde oriento mi vida, a quiénes me dedico, por qué vivo así.

Más que explicar: mostrar. Más que hablar o teorizar tanto sobre la fe mostremos la belleza y la felicidad que nacen del creer, la serenidad, el compromiso, la lucha, la paz que nacen de la experiencia y confianza en el Señor;  más que hablar o teorizar sobre la familia mostremos la belleza de la familia cristiana; más que hablar y teorizar tanto  de la vocación religiosa, mostremos la alegría de ser consagrados…Es necesario experimentar un verdadero contacto con Jesús en la oración, en el silencio de Nazaret, la misericordia, la generosidad, la escucha… solo así nuestra comunidad podrá engendrar nuevos hermanos.

La verdad es que no es fácil decir con pocas palabras lo que los seres humanos buscamos en nuestro corazón. Llevamos dentro muchas pobrezas, muchos fracasos, muchas ganas de vivir en paz con nosotros mismos, muchos sueños sobre nuestro mundo, muchos deseos de disfrutar del amor de Dios y de salir de nuestras oscuridades íntimas. Seguro que aquellos jóvenes tenían el corazón lleno de esperanzas: buscaban alguien que les enseñara lo decisivo de la vida, con quien convivir, que les iluminara. Sabemos que tras el encuentro con Jesús sus vidas fueron por otros caminos (Simón-Pedro). Parece que es imposible disfrutar del encuentro con el Señor sin que se produzcan cambios profundos en nosotros.

El encuentro con el Señor llena de gozo el corazón de las personas y nos pone en caminos nuevos para la vida. Sentir la cercanía del Señor, disfrutar de su paz es un regalo maravilloso de Dios.  Pero hay que abrir el oído como Samuel en la sencilla narración de su vocación que hemos escuchado: "Habla Señor que tu siervo escucha".  Nuestras dudas, crisis, búsquedas, silencios quedan reflejados en esta petición.  Y hay que responder llenos de confianza, sin temor: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad".

Pablo en la carta a los Corintios destaca el compromiso total que, para la persona entera, cuerpo y espíritu, supone la vocación cristiana nacida del encuentro con Cristo y vivida en la fe y el compromiso del seguimiento. Para el cristiano esta dignidad radica en el hecho de su incorporación a Cristo por el bautismo -la fe- y la consagración religiosa -los votos-, de suerte que se hace miembro de Cristo y templo del Espíritu Santo.  La raíz está en la vocación cristiana que abarca a toda la persona, y dignifica profundamente el cuerpo poniéndolo al servicio de Dios. Este compromiso total se realiza en los "pequeños compromisos" del camino como los que celebramos esta mañana:

Ministerio del Lector:

Ministerio litúrgico al servicio de la Palabra de Dios.

Proclama la Palabra, lecturas no evangélicas, la oración de los fieles (si no está el diácono); fuera de la liturgia: preparación de otros lectores. Puede además coordinar otros ministerios, formación permanente, catequesis, lectio divina…

El primero es escuchar, alimentarse de la Palabra…

Ministerio del Acólito:

Ministerio litúrgico al servicio del altar, el presidente de la celebración y los otros ministros. El ministerio propio es el servicio del altar; ministro extraordinario de la sagrada comunión de forma estable; exposición del Santísimo y reserva sin Bendición en las condiciones establecidas; se le encomiendan también tareas de coordinación del equipo litúrgico, preparación y ensayo de las celebraciones, coordinación de los ministros extraordinarios…

Actitud interior y exterior tanto en la celebración litúrgica como en la vida diaria. La proclamación de la Palabra, el servicio al altar…  son un honor, una actividad sagrada. Prepararlo todo bien, con dignidad y piedad, con humildad y recogimiento interior; como pide la liturgia, con una buena formación y mejor ejemplo... hasta la entrega total en el ministerio sacerdotal y la vida consagrada.  Que así sea por la Gracia de Dios.