28 de mayo de 2022

"Vosotros sois testigos de esto"

Ascensión de Señor -C-  Hech 1, 1-11; Heb 9, 24-28; Lc 24, 46-53

 

En la primera estrofa de la Oda a la Ascensión Fray Luis de León escribe:  "Y dejas Pastor Santo, tu grey en este valle hondo, oscuro, con soledad y llanto;  y tú, rompiendo el puro aire  ¿te vas al inmortal seguro?".

 

En esta solemnidad de la Ascensión del Señor celebramos el único Misterio Pascual que nos invita a mirar hacia la meta definitiva de nuestra vida y hacia la historia que, como peregrinos, estamos viviendo en la tierra. No podemos negar la tierra, buscar solo consuelo en el cielo, debemos celebrar la vida. Tampoco podemos despreciar el cielo, "vaciarlo" de todo contenido. Es necesario situarnos bien en la tierra, tener puntos de referencia, relacionarnos bien con los demás, pero elevando siempre la mirada hacia el cielo. Este es el verdadero realismo cristiano:  el cielo azul es oxígeno para el alma y fuerza, esperanza para el caminante.

 

Existe, y la Palabra de hoy nos lo muestra, una clara relación entre el Jesús resucitado que asciende al cielo bendiciendo a los apóstoles (Evangelio) y el Jesús que se hace presente entre ellos hablándoles del Reino de Dios antes que ser ocultado por una nube delante de sus ojos (Hechos). Esta doble perspectiva le sirve a Lucas, autor del evangelio y de los Hechos, para establecer el punto de enlace y conexión entre el Jesús ascendido y la Iglesia, animada por el Espíritu, que asume ahora su misión: "cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra".

 

El Señor ascendido devuelve al hombre la mirada benevolente de Dios: nos abre a la perspectiva trascendente de la vida; nos invita a mirar la realidad y a vivirla en el horizonte liberador del cielo.  Los ángeles despertaron a los discípulos galileos de su sueño, absortos en lo que contemplaban sus ojos, para instarles a testificar lo contemplado, para impulsarlos en la exigente tarea de la misión eclesial desde la mirada de Dios. Lo expresaba el poeta León Felipe: "Aquí vino y se fue… Vino… Nos dejó nuestra tarea y se fue… Nos dejó unas herramientas y se fue. ¡Se fue!".

 

La tarea: "Id por todo el mundo y anunciad el evangelio a toda la creación". Las herramientas: la fe y la confianza en la acción del Espíritu en nosotros. En este contexto la Iglesia celebra en el día de hoy la 56º Jornada Mundial de la Comunicaciones Sociales, bajo el lema: "Escuchar con los oídos del corazón".  En el mensaje el papa Francisco recuerda que ya san Agustín invitaba a escuchar con el corazón, a acoger las palabras no exteriormente en los oídos, sino espiritualmente en el corazón: «No tengan el corazón en los oídos, sino los oídos en el corazón». Y san Francisco de Asís exhortaba a sus hermanos a «inclinar el oído del corazón».

 

En la acción pastoral, la obra más importante es "el apostolado del oído". Escuchar antes de hablar, como exhorta el apóstol Santiago: «Cada uno debe estar pronto a escuchar, pero ser lento para hablar» (1,19). Escuchar a Dios, hermanos, mundo. Dar gratuitamente un poco del propio tiempo para escuchar a las personas es el primer gesto de caridad. La Iglesia está en camino sinodal, una oportunidad única para escucha recíproca, sobre la que se funda la comunión entre las personas.  Como en un coro, la unidad no requiere uniformidad, monotonía, sino pluralidad y variedad de voces, polifonía. Al mismo tiempo, cada voz del coro canta escuchando las otras voces y en relación a la armonía del conjunto. A esta armonía nos invita el Espíritu. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

 

 

21 de mayo de 2022

"Que no tiemble vuestro corazón"

VI DE PASCUA -C- Hech 15,1-2,22-29 /Ap 21,10-14.22-23 / Jn 14,23-29

 

 "Vendremos a él y haremos morada en él", dice Jesús en el evangelio.  No es el cielo o el sagrario su morada principal (no había templo en la visión del Apocalipsis: "Santuario no vi ninguno y la ciudad no necesitaba luz de sol ni de luna…"); son nuestras personas, que escuchan y acogen su Palabra, el lugar más íntimo de su Presencia; nuestro interior se ha convertido, en palabras de Jesús, en la más grande catedral que tiene a Dios mismo como arquitecto...Dios vendrá a morar dentro de nosotros mismos para transformarnos, con la fuerza del Espíritu, paulatinamente en él, para que podamos entender y guardar las palabras de Jesús y  "enseñarlo" al mundo.

 

El amor se manifiesta cuando aquel a quien amamos vive en el fondo de nuestro corazón y "se manifiesta" en nuestras palabras y en nuestras obras. "Ser morada de Dios", a la luz de la Pascua, implica asumir la vocación y la misión que tenemos como cristianos, de ser un lugar de encuentro entre Dios y la humanidad; entre la compasión de Dios y la fragilidad humana, entre el perdón de Dios y el pecado humano, entre la ternura de Dios y la vulnerabilidad humana.

 

La Presencia y el amor a Dios nos produce paz y alegría, nos hace personas equilibradas y optimistas. No queremos ser ingenuos ni irresponsablemente utópicos, pero no permitimos que nuestro corazón se acobarde ante las innumerables e inevitables dificultades que la vida nos presenta. Una persona en la que mora Dios, que está siempre en comunión con Dios, sabe que lleva encerrada, en el frágil vaso de su cuerpo, la fortaleza del Espíritu. Evidentemente podrá sentir miedo físico, debilidad psicológica y hasta imperfección espiritual, pero sabrá que la presencia del Dios que mora y vive dentro de él le va a proporcionar la fuerza necesaria para resistir los achaques del cuerpo y las debilidades de su espíritu y para vivir la paz, que el Señor resucitado nos dejó.

 

Una paz que es búsqueda permanente de caminos de diálogo y reconciliación. No es ausencia de conflictos ni uniformidad de visiones sino búsqueda de la justicia y de la fraternidad entre todos. Así lo entendió Pablo y la primera comunidad cristiana como describe la segunda lectura, referida al Concilio de Jerusalén del año 49, primer concilio de la Iglesia, en el que se aborda la acogida en la comunidad de los nuevos convertidos, especialmente provenientes del paganismo. Frente a quienes querían exigirles el cumplimiento de las prácticas judías, se decide no "imponer más cargas que las indispensables".

 

Y esto es importante porque, a veces, las cargas, normas, obligaciones, han impedido ver lo esencial. Pablo quiere dejar claro que lo que nos salva, lo que nos pone en paz con Dios, es la fe en Jesucristo, no las obras de la ley. Y, además, deja entrever la necesidad de actualizar el mensaje perenne del evangelio, no para rebajarlo, sino para salir al encuentro de las nuevas culturas y nuevas generaciones, guiados por la fuerza del Espíritu. Desde este convencimiento la fe saltó a Asia y se extendió a todos los pueblos del mediterráneo.... es católica, universal.

 

Jesús vive en nosotros, es paz, fuente de reconciliación y de vida, por eso "no tiembla nuestro corazón".   Que así sea con la Gracia de Dios.

 

14 de mayo de 2022

"Amaos"

V DOMINGO PASCUA -C- 1-  Hch 14,21-27/Ap 21,1-5/Jn 13,31-35 – II

 

. Última cena: intimidad, despedida, recuerdo de los más importante de la vida… Jesús les deja su "testamento espiritual": "Amaos".

Hermoso y único mandamiento ya recogido en el Decálogo y otros textos del Antiguo Testamento. El "amor" es la clave, pero va ligado a la complejidad de la naturaleza humana y también a la gran variedad de comprensión y experiencia del mismo.

 

. Jesús, sin embargo, añade: "Como yo os he amado" y ahí está la clave para entender y vivir el amor cristiano que es amor profundamente humano. ¿Cómo nos ha amado, nos ama Jesús?

. Lo hace desee la verdad más íntima de su naturaleza, de su "ser": "Dios es amor" y quien vive en Dios vive en el amor y quien vive en el amor vive en Dios: estamos llamados a amar desde la experiencia de sentirnos amados, reconciliados.

 

Jesús nos ama:

. Desde dentro, lo más profundo del corazón: "El Padre oteaba el horizonte cada día…"

. Desde la entrega total: "Yo doy la vida, nadie me la quita…"

. Desde el perdón total: "Padre, perdónales…"

. Desde la misericordia: "Ninguno te ha condenado…"

. Desde la cercanía y la escucha: "¿Qué quieres que haga por ti?"

. Desde la denuncia de la hipocresía: "Limpiáis lo de fuera pero no lo de dentro…"

. Sin juzgar: "No he venido a juzgar el mundo sino a salvar el mundo…"; "No juzguéis y no seréis juzgados…"

. Aceptándonos   como somos y animándonos a ser cada día mejores: "En adelante no peques más…"

. Creyendo en nuestras posibilidades: "Levántate, camina…"

. Ofreciéndose en el servicio humilde: "Si yo el Maestro y el Señor os he lavado los pies…"

. En la existencia concreta, sin idealismos que desfiguran la realidad: "Pedro ¿me amas…?"

 

. "La señal por la que conocerán que sois discípulos míos es que os amáis unos a otros". A veces se habla de la identidad cristiana, de aquellos que nos diferencia de los creyentes en otras religiones e incluso de los no creyentes: "Que os améis", que seáis una comunidad que celebra, enseña, tiene instituciones..., pero sobre todo que AMA. Este es el rostro más atractivo de la Iglesia-comunidad..., un rostro siempre nuevo, luminoso, que engendra vida…

 

. Bernabé y Pablo, con la "Gracia de Dios", enviados por la Iglesia no cuentan "lo que han hecho" sino "lo que Dios ha hecho" por medio de ellos, abriendo las puertas de la fe a los gentiles. Como ellos podemos seguir anunciando, proclamando, amando para que, gimiendo, con dolores de parto… podamos seguir luchando por un mundo nuevo en la espera de que un día se cumpla la palabra del Apocalipsis: "Ahora hago el universo nuevo...".

. Mientras tanto: "Lo que el alma es para el cuerpo, esto han de ser los cristianos para el mundo", como decía un escrito del año 200. Acabo con san Agustín: "la medida del amor es amar sin medida".  

No somos Jesús, le seguimos porque nos sentimos amados y queremos amar como él… pero somos débiles y pecadores… por eso ¿es posible? Sí, siempre y solo con su Gracia…

7 de mayo de 2022

"Yo les doy la vida eterna"

IV DOMINGO PASCUA -C- 1-  Hch 14,21-27/Ap 21,1-5/Jn 13,31-35 – II

 

. IV Domingo de Pascua- Domingo el Buen Pastor. Hoy se proclama siempre una parte del capítulo 10 de San Juan, discurso en el que Jesús, en las inmediaciones del Templo, se proclama Buen Pastor. Es un pasaje corto pero significativo que nos enseña que:

 

. Jesús, buen pastor, no es un asalariado a quien los suyos le son indiferentes. Jesús invita a un seguimiento que no es frío e impersonal. Ofrece su amistad en la misión; entrar en diálogo porque "el corazón de la amistad es crecer en el encuentro" (Rilke). Conocer, en hebreo, implica además amar, desear el bien de la persona, sentir afecto por ella, en el fondo generar esa confianza básica que sustenta la relación con Dios y la relación de amistad entre las personas ("Mis ovejas conocen mi voz… y me siguen")

 

. Jesús, buen pastor, se desprende de su vida por las ovejas; es otro resumen de aquel que no vino "a ser servido sino a servir". En palabras de Ap: "...ya no pasarán hambre ni sed, no las hará daño el sol ni el bochorno...será su pastor y les conducirá hacia las fuentes de agua viva". La vida eterna es la misma vida de Cristo, presente en nosotros por el bautismo y por la gracia, que será plena más allá de la existencia terrena, pero va creciendo ya aquí cuando mantenemos viva la fe y vivimos las actitudes de entrega generosa a los hermanos ("Yo les doy la vida eterna").

 

. Jesús, buen pastor, llama a todo hombre, no quiere que ninguno se pierda; deja a las noventa y nueve y se va en busca de la perdida y descarriada. "No se perderán jamás, nadie me las arrebatará de la mano": ningún poder está por encima de Dios. Sólo y únicamente el hombre, en su libertad puede escaparse y rechazar el cuidado de Cristo, buen pastor, y sustraerse de las manos bondadosas del Padre.

 

. Por último, Jesús, buen pastor, afirma: "Yo y el Padre somos uno", para recordarnos que en Él se nos manifiesta la bondad y la misericordia de Dios para con nosotros, que "quien me ha visto a mí ha visto al Padre". Una llamada a la unidad de la propia vida, en Dios, frente a las divisiones interiores que, en ocasiones, nos destruyen.

. Este domingo del Buen Pastor celebra la Iglesia la Jornada de Oración por las Vocaciones a la Vida Consagrada y sacerdotal. El Papa, en su mensaje, nos recuerda la dimensión universal de la vocación cristiana como "Llamada a edificar la familia humana". Dice un proverbio del Lejano Oriente: «Un sabio, mirando un huevo, es capaz de ver un águila; mirando una semilla percibe un gran árbol; mirando a un pecador vislumbra a un santo». Así nos mira Dios, en cada uno de nosotros ve potencialidades, que incluso nosotros mismos desconocemos, y actúa incansablemente durante toda nuestra vida para que podamos ponerlas al servicio del bien común.

Toda vocación en la Iglesia, y en sentido amplio también en la sociedad, contribuye a un objetivo común: hacer que la armonía de los numerosos y diferentes dones que sólo el Espíritu Santo sabe realizar resuene entre los hombres y mujeres. Sacerdotes, consagradas, consagrados y fieles laicos caminamos y trabajamos juntos para testimoniar que una gran familia unida en el amor no es una utopía, sino el propósito para el que Dios nos ha creado".

. Pablo y Bernabé "llenos de alegría y Espíritu Santo" predican a todos con la palabra y el ejemplo. Que los sacerdotes y religiosos, por ser más directos predicadores de la Palabra, sean ejemplo de santidad para todos y acompañen a las personas en el camino de su vida dando siempre la Luz del Señor, fortaleciendo la fe y la esperanza… y todo, según el corazón de Jesús. Y que Él nos conceda nuevas y santas vocaciones. Que así sea con la Gracia de Dios.