30 de octubre de 2020

"Alegraos, regocijaos... vuestra recompensa será grande en el cielo".

TODOS LOS SANTOS –A- Ap 7, 2-4.9-14/Jn 3, 1-3/Mt 5, 1-12a

. "Sed santos. La santidad es vivir con amor y ofrecer un testimonio cristiano en las situaciones cotidianas" (Francisco). Es la llamada para todos los cristianos, en el que se nos invita a ser como Jesús y a identificarnos con Él. Todas las condiciones de vida son caminos de santidad, y por lo tanto todos estamos llamados a ser santos: cumpliendo los mandamientos, celebrando los sacramentos, cultivando la oración, poniendo nuestras virtudes al servicio de los demás y siendo testimonio vivo del amor de Dios en nuestra vida cotidiana. Nuestros talentos, que son dones de Dios, son las semillas con las que podemos empezar. Los gestos y acciones que hagamos por los demás cada día, van a ir haciendo de nosotros mejores personas, más abiertas y disponibles. Hay tantas formas de llegar a la santidad como personalidades, vocaciones, virtudes, realidades. No olvidamos que la santidad es un don y que para poder recorrer este camino y vivirlo con alegría, lo único que hay que hacer es dejar actuar a Dios en nuestras vidas y abandonarnos en su amor.

. El evangelio de hoy nos muestra un camino seguro de felicidad y bienaventuranza: la humildad, la compasión, la sencillez y limpieza de corazón, la misericordia, la paz, la lucha y el compromiso por la justicia, la coherencia de la propia vida hasta el final y no obstante las persecuciones e incomprensiones… y no perdamos el realismo de  la vida: los santos, como nosotros,  también tenían sus defectos, muchos sintieron la pereza, la ira, el miedo, las tentaciones contra la castidad, contra la humildad, y mucho más… pero no se detuvieron en su camino, confiaron y pidieron la Gracia del Señor, se levantaron siempre… se esforzaron por vivir como hijos de Dios y hermanos de todos ("Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!").  No caminamos solos; a nuestra derecha y a nuestra izquierda, adelante y atrás, van caminando otros hermanos con su propia realidad y su propia historia: dejémonos ayudar por ellos y ayudémosles también a ellos.

. En la exhortación Gaudete et exsultate el Papa Francisco recuerda:

"El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana".

"Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús".

. Esta fiesta nos recuerda la importancia de las cosas pequeñas. La fidelidad a Cristo en las cosas pequeñas es la que han vivido muchísimas personas como nosotros: madres y padres de familia, jóvenes, trabajadores, enfermos… que en su vida cotidiana han intentado vivir en plenitud su amor a Dios y al prójimo, dejando al morir una estela de bondad y de santidad sencillas, profunda, hermosa. El Señor los tiene junto a sí en el cielo: "Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo". Que así sea con la Gracia de Dios.

24 de octubre de 2020

"En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas"

DOMINGO XXX TO -A- Ex 22, 21-27 / Tes 1, 5c-10 / Mt 22, 34-40

 

. "Amarás al Señor tu Dios". Esa fue la respuesta de Jesús a la pregunta de los fariseos, siguiendo la tradición bíblica. Y no otra es la respuesta del evangelio a todos los que estamos interesados en saber qué es lo importante. El amor de Dios es lo primero, lo que sostiene o debe sostener la vida y obras de los creyentes. Dios se nos ha revelado como amor, como el que nos quiere, como nuestro Padre. Por eso el ser hombre, más aún el ser creyente, no puede consistir sino en corresponder con amor al amor de Dios. Y esto es fundamental, porque sabemos que Dios nos quiere, no porque seamos buenos o malos, sino porque él es bueno. El amor de Dios es gratuito, y así funda también la gratuidad del amor de los hombres. Si sólo queremos a los que nos quieren la consecuencia es inevitable: también odiaremos a los que nos odian. Y así nos salimos del mandamiento principal, del principio de gratuidad. A Dios hay que amarle con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas… sin limitación.

 

. "Amarás a tu prójimo". La respuesta de Jesús se completa con el amor al prójimo. El amor de Dios es el fundamento, sobre el cual se construye y crece el amor practicado y realizado con nuestro prójimo. Así Jesús quiere evitar que sus interlocutores se anden por las ramas, con la teoría de lo principal, instándonos a todos, a no pretender amar en abstracto, a aterrizar en la vida y con nuestros semejantes. No se puede amar a Dios, cuando se hace imposible la vida a los demás. Ni hay amor a Dios, cuando no hay esfuerzo por hacer posible la vida a todos, sobre todo la de los más débiles, como nos ha recordado el texto del Éxodo. Así el amor al prójimo se convierte en el cristianismo en el termómetro que nos indica si amamos, y en qué medida amamos, a Dios.

 

. "Como a ti mismo": Al prójimo hay que amarlo también sin medida, pero como eso suena demasiado general, la medida que Jesús nos da es la igualdad, como a ti mismo. "Lo que no quieras para ti, no lo quieras para los demás". Más aún, "lo que quieres y deseas para ti, quiérelo y deséalo para los otros". Eso es el amor cristiano; la caridad y el amor que Cristo nos enseña y recomienda, lo que él practicó hasta el punto de dar su vida por nosotros.

 

. El amor, eso es todo. "En la Iglesia yo seré el amor, así lo seré todo", escribía santa Teresita del Niño Jesús. Sin amor al prójimo, no hay amor a Dios; y sin amor a Dios, no hay cristianismo. Todo se viene abajo, porque "Toda la ley y los profetas se sustentan en el amor". "El amor es el cumplimiento, la plenitud de la Ley". Todas las leyes son insuficientes si falla la actitud de amor y respeto hacia los demás. Sin amor a los otros, se cumple lo de "puesta la ley, puesta la trampa". Y así vemos cómo la convivencia se degrada...a pesar de todos los esfuerzos legales de la política social.

. Dice el papa Francisco en "Fratelli tutti": "La altura moral y espiritual de la vida humana está marcada por el amor a Dios y al prójimo. Lo primero es el amor y el mayor peligro es no amar o pensar que la grandeza está en la imposición de ideologías o puntos de vista o en la defensa violenta de la verdad.  El amor considera al otro digno, valioso más allá de las apariencias físicas o morales y por ello busca lo mejor para su vida en unión con la verdad y el bien de la persona. No estamos solos, no podemos crecer y madurar aislándonos; el amor en su dinamismo reclama apertura, entrega, capacidad de acogida, de dar y recibir pues todos somos hermanos".

El que vive en el amor no puede amar a uno y odiar a otro, sino que el amor moldea todas sus relaciones.  Amar a Dios - Amar al hombre nuestro hermano, con la Gracia de Dios.

18 de octubre de 2020

"Al césar lo que es del césar, a Dios lo que es de Dios"

DOMINGO XXIX T.O. -A- Is 54, 1.4-6/Tes 1, 1-5b/Mt 22, 15-21 - DOMUND

 

. "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

No se dice: o Cesar o Dios; se dice: Cesar y Dios, pero con separación, cada uno en su "lugar", para no caer en la idolatría del poder. El Reino está en el mundo donde germina, crece, se desarrolla, pero no es del mundo, ni se identifica con el mundo... César y Dios nunca al mismo nivel: Cesar responde ante Dios ("Yo soy el Señor, tu Dios, no hay otro; fuera de mí no hay Dios", nos ha recordado el profeta Isaías"). No estamos obligados a servir a dos señores; estamos llamados a servir a Dios, a la conciencia, al alma que es de Dios y, desde Dios, servimos al hermano….

 

. Jesús no se deja enredar pese a los elogios: "sabemos que eres sincero, que enseñas el camino de Dios, que no te fijas en apariencias…", por ello no pierde la libertad de decir aquella verdad que rompe las ataduras de quienes buscan a Dios y habla desde su experiencia, buscando revelar esa verdad profunda, integral, que da sentido a la vida, a las opciones y acciones que realizamos. Los cristianos somos ciudadanos del mundo: vivimos los valores evangélicos; mantenemos una postura moral y ética, no ideológica, un compromiso con la realidad para defender la dignidad de la vida humana, desde la concepción y el nacimiento hasta  la muerte natural, el ejercicio de la libertad de profesar la fe, de celebrarla, de servir a los hombres-mujeres con amor, colaboramos en las causas justas con todas las personas de buena voluntad, pagamos los impuestos, no nos evadimos de la responsabilidad (personal e institucional) en la trasformación de aquellas estructuras que deben garantizar el bien común, la justicia y la paz... siempre con la conciencia de  obedecer a Dios antes que a los hombres... La Obediencia a Dios es un bien para la persona y la sociedad.

 

. No podemos mantenernos en la ambigüedad, en una doble moral o pertenencia o en una religiosidad superficial porque ello degenera en indiferencia o en actitudes fundamentalistas que hieren en profundidad a la persona y a la convivencia. Así actuaban en el fondo los fariseos y herodianos que hoy preguntan a Jesús en el evangelio solo para ponerle a prueba o para justificar sus posturas, su legalismo y poca credibilidad.

. Dios, mediante la Encarnación, se ha revelado, ha entrado en diálogo con la persona en el corazón de la historia, por ello estamos llamados a crear lazos de fraternidad en la búsqueda del bien común. No se trata de contraponer realidades, sino de ser creativos en la vivencia de la fe y en el compromiso con la realidad. Como Jesús, es importante no caer en las trampas de quienes quieren, por derecha o por izquierda, uniformar o formatear tanto a las personas, como a las instituciones o a la realidad. Como Jesús, estamos llamados a responder siempre desde nuestra experiencia de Dios y desde nuestra fe.

. Domund 2020: "Aquí estoy, mándame". Todos tenemos responsabilidad en el anuncio del evangelio y en la trasformación de la sociedad, por ello hoy rezamos para que podamos realizar con convicción esta tarea, ayudamos en este compromiso a quienes ofrecen toda su vida en comunidades de misión, apoyamos en su labor extraordinaria y fiel a los misioneros… y mostramos nuestra disponibilidad para anunciar la buena noticia allí donde estemos. S. Pablo nos lo recuerda: la primacía es de Dios y tenemos que mantener la actividad de la fe, el esfuerzo del amor y la fuerza de la esperanza. Que así sea con la Gracia de Dios.

16 de octubre de 2020

"Al césar lo que es del césar, a Dios lo que es de Dios".

2020 DOMINGO XXIX T.O. -A- Is 54, 1.4-6/Tes 1, 1-5b/Mt 22, 15-21 - DOMUND

 

. "Dad al césar lo que es del  césar y a Dios lo que es de Dios".

No se dice: o Cesar o Dios; se dice: césar y Dios, pero con separación, cada uno en su "lugar", para no caer en la idolatría del poder. El Reino está en el mundo donde germina, crece, se desarrolla, pero no es del mundo, ni se identifica con el mundo... césar y Dios nunca al mismo nivel: Cesar responde ante Dios ("Yo soy el Señor, tu Dios"). No estamos obligados a servir a dos señores; estamos llamados a servir a Dios, a la conciencia, al alma que es de Dios y, desde Dios, servimos al hermano….

 

. Jesús no se deja enredar pese a los elogios: "sabemos que eres sincero, que enseñas el camino de Dios, que no te fijas en apariencias…", por ello no pierde la libertad de decir aquella verdad que rompe las ataduras de quienes buscan a Dios y habla desde su experiencia, buscando revelar esa verdad profunda, integral, que da sentido a la vida, a las opciones y acciones que realizamos. Los cristianos somos ciudadanos del mundo: vivimos los valores evangélicos; mantenemos una postura moral y ética, no ideológica, un compromiso con la realidad para defender la dignidad de la vida humana, desde el nacimiento a la muerte natural, el ejercicio de la libertad de profesar la fe, de celebrarla, de servir a los hombres-mujeres con amor, colaboramos en las causas justas con todas las personas de buena voluntad, pagamos los impuestos, no nos evadimos de la responsabilidad (personal e institucional) en la transformación de aquellas estructuras que deben garantizar el bien común, la justicia y la paz... siempre con la conciencia de  obedecer a Dios antes que a los hombres...

 

. No podemos mantenernos en la ambigüedad, en una doble moral o pertenencia o en una religiosidad superficial porque ello degenera en indiferencia o en actitudes fundamentalistas que hieren en profundidad a la persona y a la convivencia. Así actuaban en el fondo los fariseos y herodianos que hoy preguntan a Jesús en el evangelio solo para ponerle a prueba o para justificar sus posturas, su legalismo y poca credibilidad.

. Dios, mediante la Encarnación, se ha revelado, ha entrado en diálogo con la persona en el corazón de la historia, por ello estamos llamados a crear lazos de fraternidad en la búsqueda del bien común. No se trata de contraponer realidades, sino de ser creativos en la vivencia de la fe y en el compromiso con la realidad. Como Jesús, es importante no caer en las trampas de quienes quieren, por derecha o por izquierda, uniformar o formatear tanto a las personas, como a las instituciones o a la realidad. Como Jesús, estamos llamados a responder siempre desde nuestra experiencia de Dios y desde nuestra fe.

. Domund 2020: "Aquí estoy, mándame". Todos tenemos responsabilidad en el anuncio del evangelio y en la transformación de la sociedad, por ello hoy rezamos para que podamos realizar con convicción esta tarea, ayudamos en este compromiso a quienes ofrecen toda su vida en comunidades de misión, apoyamos en su labor extraordinaria y fiel a los misioneros… y mostramos nuestra disponibilidad para anunciar la buena noticia allí donde estemos. S. Pablo nos lo recuerda: la primacía es de Dios y tenemos que mantener la actividad de la fe, el esfuerzo del amor y la fuerza de la esperanza. Que así sea con la Gracia de Dios.

10 de octubre de 2020

"Todo lo puedo en aquel que me conforta"

2020. DOMINGO XXVIII TO -A- Is 25,6-10/Fil 4, 12-14.19-20/Mt 22, 1-14

. Hoy, recibimos la invitación al banquete universal, a celebrar la alegría de la salvación (Isaías) y parábola del Banquete de Bodas (en línea con las de los domingos anteriores) que se abre a todos los hombres y mujeres, tras el rechazo, tras dos llamadas, de los primeros destinatarios preferentes, el pueblo de Israel. ¿Los motivos? Mateo dice que ellos "no hicieron caso" de la invitación y "se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio".   Los tres tienen algo urgente que hacer, algo que no puede esperar, que reclama inmediatamente su presencia. El Banquete nupcial, que representa los bienes mesiánicos, la participación en la salvación conseguida por Cristo, la posibilidad de vivir eternamente… que, en principio, habría de ser lo más importante en la vida, es más, lo único importante, se deja.  Abandonan lo importante por lo urgente, ¡lo esencial por lo contingente! Una tentación permanente en todos los ámbitos.

 

. Para un padre-madre es ciertamente importantísimo dedicar tiempo a la familia, a estar con los hijos, dialogar y jugar con ellos, acompañarles, pero, cuántas veces ocurre, que.  en el último momento, se presentan siempre cosas urgentes que terminar en el trabajo u otras ocupaciones y compromisos adquiridos y se deja para otra vez, llegando a casa tarde o cansados para pensar en otra cosa que no sea descansar un poco.  Para una persona es importantísimo visitar al padre-madre que viven solos en casa o en alguna residencia; a un amigo enfermo, para mostrarse su apoyo y hacer algún servicio práctico por él...; uno piensa: "Si lo dejas para más adelante no se hunde el mundo" ... Y así se dejan pasar oportunidades verdaderas de vida y de compartir. Lo mismo pasa con el cuidado de la propia salud, que también está entre las cosas importantes. Es necesario cuidarse, descansar, evitar el estrés… y, en ocasiones no se encuentra tiempo hasta que se llega demasiado tarde; y qué decir de la salud espiritual, la más importante, para los invitados al Banquete y más en estos tiempos de pandemia:  la Eucaristía (aunque sea a través de los medios si no puede ser presencialmente), los sacramentos, la oración persona, en familia, le lectura de la Biblia, una devoción… para la que difícilmente hay "un momento" …

 

. Ahí está el engaño: se pasa uno la vida persiguiendo mil pequeñas cosas que arreglar y nunca se encuentra tiempo para las cosas que verdaderamente inciden en las relaciones humanas y pueden dar verdadera alegría (y, abandonadas, la verdadera tristeza) en la vida. El Evangelio, que es también escuela de vida; nos enseña a establecer prioridades, a tender a lo esencial; en una palabra, a no perder lo importante por lo urgente. Decía Mafalda en una viñeta de Quino: "Como siempre lo urgente no deja tiempo para lo importante".

. Hoy se nos recuerda también ir "bien vestidos" para el Banquete: el Reino se ofrece a todos los caminantes por los senderos de la vida, a los que se pide eso sí, un corazón grande con el Señor, abierto, acogedor, no duro ni excluyente; capaz de compartir la alegría, la comunión, la abundancia de los bienes recibidos... Dispuestos a ir a la fiesta sin juzgar, con la Gracia del Bautismo y la Reconciliación.

. Acabo con San Pablo que nos recuerda que hay una presencia alentadora, salvífica. El dirá: "Estoy preparado para todo y en todo… Todo lo puedo en aquel que me conforta". Eso, estoy convencido, creía firmemente el joven Carlo Acutis, fallecido en 2006, beatificado hoy en Asís. Un joven de 15 años apasionado de Jesús, la Eucaristía, las nuevas tecnologías, internet, el deporte, la Iglesia. Cuando estaba en el oratorio repetía a sus compañeros: "Todos nacemos originales, pero muchos mueren como fotocopias". Desde luego él sufrió y murió de forma original: "Quiero ofrecer todos mis sufrimientos por el Señor, por el Papa y por la Iglesia. No quiero hacer purgatorio, quiero ir directo al cielo". A los 15 años… hoy Beato. Nuestra riqueza es Cristo, si lo tenemos a Él, todo lo podemos transformar con ÉL. La Comunidad cristiana no tiene nada más importante que compartir. Que así sea con la Gracia de Dios. 

3 de octubre de 2020

"Tendrán respeto a mi hijo"

XXVII TO -A- Is 5, 1-7 / Flp 4, 6-9 / Mt 21, 33-34 

 

El poema de la viña, lleno de ternura y belleza.  El profeta, con un lenguaje poético, hace comprender al pueblo de Israel (y por extensión a nosotros) que Dios ha cuidado de él, lo ha tratado con especial amor, se ha preocupado de su crecimiento y, sin embargo, el pueblo no ha correspondido a tal amor; no ha sido fiel.  A pesar de que Israel ha sido cuidado como un hijo, de que ha sido liberado, de que el Señor lo ha elegido como el pueblo de su propiedad (¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho?)  Israel no produce frutos de salvación, no da uvas dulces sino inmaduras y silvestres ("Hay asesinatos, lamento de los oprimidos, oscurecimiento de la verdad, corrupción de la justicia"). Es sorprendente ver la tristeza profunda del viñador ("¿En qué ha faltado?, parece decir) y, a la vez, su firmeza ante la viña improductiva. Él vendrá y la devastará, la dejará desolada.

 

En la parábola del evangelio los culpables de la falta de frutos son los labradores que reciben la viña en arriendo. Son gente sin escrúpulos que buscan su propio provecho. En su corazón no está el amor por la viña, ni por el dueño de la misma, sino el amor a sí mismos. No les basta el trabajo, los frutos, el salario… quieren la viña para disponer de modo absoluto de ella, sin dar cuentas a nadie. Instrumentalizan el poder para su propio beneficio (golpean, matan…). Cuando ven venir al hijo, cuando tienen la oportunidad de reconciliarse con el Padre, de respetar el derecho..., traman la eliminación del hijo para quedarse con la herencia que no les pertenece. La corrupción vieja como el hombre Las palabras finales duras como las de Isaías:  el dueño de la viña acabará con aquellos arrendatarios y ofrecerá su viña a otros arrendatarios que produzcan frutos.

 

Ambos textos son una llamada a la responsabilidad y ponen de relieve la importancia de producir frutos de justicia y solidaridad, de no utilizar de manera exclusiva y egoísta los bienes que el Señor ha puesto en nuestras manos. "La creación no es una propiedad de la que se puede disponer como a cada uno le parezca, ni mucho menos la propiedad de unos pocos, sino que es un don maravilloso de Dios para cuidarla con respeto, gratitud y en beneficio de todos" (Francisco).  Dios ofrece al hombre múltiples dones: la vida, la tierra, la fe, la vocación profesional, familiar, religiosa, sacerdotal... y el Señor espera por parte del hombre una transformación interior, una respuesta, que se manifieste en frutos de santidad para el bien de sus hermanos, del mundo y la sociedad entera. Y en esto la Iglesia, viña del Señor, ha de ser la primera: no estamos para "controlar a Dios" y matar a sus profetas sino para adorarlo con humildad.

 

Somos la viña del Señor, su viña preferida, y Él se alegra y es glorificado cuando nuestra vida camina hacia la santidad, según la propia vocación que hemos recibido y estamos llamados a vivir; cuando nuestras obras buscan y realizan el bien; cuando, aun siendo pecadores, correspondemos a su amor. No siempre los frutos serán manifiestos o inmediatos, pero no cabe dudar que, si permanecemos unidos a Cristo que es "la piedra angular" sobre la que se construye nuestra vida,  produciremos frutos a su tiempo. Acabo con las hermosas palabras de san Pablo: "Finalmente hermanos, todo lo que es noble, justo, puro, amable...tenedlo en cuenta y el Dios de la paz estará con vosotros". Vivamos alegres, confiados en Dios y amparados siempre de buenos sentimientos. No son las ideologías ni el poder..., es la fidelidad a Dios y la fidelidad al ser humano lo que cambia el mundo. Que así sea con la Gracia de Dios.