10 de octubre de 2020

"Todo lo puedo en aquel que me conforta"

2020. DOMINGO XXVIII TO -A- Is 25,6-10/Fil 4, 12-14.19-20/Mt 22, 1-14

. Hoy, recibimos la invitación al banquete universal, a celebrar la alegría de la salvación (Isaías) y parábola del Banquete de Bodas (en línea con las de los domingos anteriores) que se abre a todos los hombres y mujeres, tras el rechazo, tras dos llamadas, de los primeros destinatarios preferentes, el pueblo de Israel. ¿Los motivos? Mateo dice que ellos "no hicieron caso" de la invitación y "se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio".   Los tres tienen algo urgente que hacer, algo que no puede esperar, que reclama inmediatamente su presencia. El Banquete nupcial, que representa los bienes mesiánicos, la participación en la salvación conseguida por Cristo, la posibilidad de vivir eternamente… que, en principio, habría de ser lo más importante en la vida, es más, lo único importante, se deja.  Abandonan lo importante por lo urgente, ¡lo esencial por lo contingente! Una tentación permanente en todos los ámbitos.

 

. Para un padre-madre es ciertamente importantísimo dedicar tiempo a la familia, a estar con los hijos, dialogar y jugar con ellos, acompañarles, pero, cuántas veces ocurre, que.  en el último momento, se presentan siempre cosas urgentes que terminar en el trabajo u otras ocupaciones y compromisos adquiridos y se deja para otra vez, llegando a casa tarde o cansados para pensar en otra cosa que no sea descansar un poco.  Para una persona es importantísimo visitar al padre-madre que viven solos en casa o en alguna residencia; a un amigo enfermo, para mostrarse su apoyo y hacer algún servicio práctico por él...; uno piensa: "Si lo dejas para más adelante no se hunde el mundo" ... Y así se dejan pasar oportunidades verdaderas de vida y de compartir. Lo mismo pasa con el cuidado de la propia salud, que también está entre las cosas importantes. Es necesario cuidarse, descansar, evitar el estrés… y, en ocasiones no se encuentra tiempo hasta que se llega demasiado tarde; y qué decir de la salud espiritual, la más importante, para los invitados al Banquete y más en estos tiempos de pandemia:  la Eucaristía (aunque sea a través de los medios si no puede ser presencialmente), los sacramentos, la oración persona, en familia, le lectura de la Biblia, una devoción… para la que difícilmente hay "un momento" …

 

. Ahí está el engaño: se pasa uno la vida persiguiendo mil pequeñas cosas que arreglar y nunca se encuentra tiempo para las cosas que verdaderamente inciden en las relaciones humanas y pueden dar verdadera alegría (y, abandonadas, la verdadera tristeza) en la vida. El Evangelio, que es también escuela de vida; nos enseña a establecer prioridades, a tender a lo esencial; en una palabra, a no perder lo importante por lo urgente. Decía Mafalda en una viñeta de Quino: "Como siempre lo urgente no deja tiempo para lo importante".

. Hoy se nos recuerda también ir "bien vestidos" para el Banquete: el Reino se ofrece a todos los caminantes por los senderos de la vida, a los que se pide eso sí, un corazón grande con el Señor, abierto, acogedor, no duro ni excluyente; capaz de compartir la alegría, la comunión, la abundancia de los bienes recibidos... Dispuestos a ir a la fiesta sin juzgar, con la Gracia del Bautismo y la Reconciliación.

. Acabo con San Pablo que nos recuerda que hay una presencia alentadora, salvífica. El dirá: "Estoy preparado para todo y en todo… Todo lo puedo en aquel que me conforta". Eso, estoy convencido, creía firmemente el joven Carlo Acutis, fallecido en 2006, beatificado hoy en Asís. Un joven de 15 años apasionado de Jesús, la Eucaristía, las nuevas tecnologías, internet, el deporte, la Iglesia. Cuando estaba en el oratorio repetía a sus compañeros: "Todos nacemos originales, pero muchos mueren como fotocopias". Desde luego él sufrió y murió de forma original: "Quiero ofrecer todos mis sufrimientos por el Señor, por el Papa y por la Iglesia. No quiero hacer purgatorio, quiero ir directo al cielo". A los 15 años… hoy Beato. Nuestra riqueza es Cristo, si lo tenemos a Él, todo lo podemos transformar con ÉL. La Comunidad cristiana no tiene nada más importante que compartir. Que así sea con la Gracia de Dios. 

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