16 de abril de 2020

Pascua de Resurrección

. Semana Santa-Triduo Pascual… duro, no tanto por lo que no hayamos podido hacer, sino por la realidad de dolor y muerte que nos acompaña estos días… Semana Santa-Triduo más sentida en el interior del corazón, en cada hogar, “iglesia doméstica”, como las primeras generaciones de cristianos, sin procesiones, música, olor a incienso en las calles…

 

. El enemigo invisible al que nos estamos enfrentando está lleno de rostros visibles…, de dolor y lágrimas… pero también de entrega, generosidad, servicio hasta dar la vida… . La Pasión de Dios es hoy pasión de toda la humanidad y su resurrección queremos que sea también de toda la humanidad.  “El drama que estamos viviendo nos obliga a tomar en serio lo que de verdad cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve si no se sirve” Porque la vida se mide desde el amor, nos recordaba el Papa Francisco. 

 

. Cuando se reconoce la fragilidad de la existencia humana, cuando hay que admitir que no nos hemos dado el “ser” sino que lo hemos recibido de “Otro” y que no  podemos garantizar s ni un segundo de nuestra existencia por nuestras fuerzas y que nuestra libertad no es capaz de por sí misma de asegurar un final feliz, la alternativa no es otra que confiarse a la sabiduría, a la bondad, al amor incondicional de ese “Otro” que nos  lo ha donado gratuitamente, pidiendo a cambio, solo la respuesta de amor agradecido.

 

. Si además el creyente sabe que ese Dios ha enviado a su Hijo, haciéndose hombre y muriendo en la cruz por la salvación de todos ¿cómo no confiar en ese amor? Las razones del creyente no son ajenas a las del no creyente, porque en su fondo alumbra lo que Benedicto XVI llamaba “la razón del amor”, que es la clave de nuestra vida.

 

. En este momento de oración no hemos olvidado nuestras dificultades: nos rodean tinieblas, situaciones que nos dejan sin palabras, nuestros propios miedos...  nos enfrentamos a ellos cada día, pero los vivimos siguiendo a Jesús, sostenidos por su fuerza. Hemos pedido poder participar de la victoria de Jesús sobre la muerte.  Desde esta experiencia puede que la muerte y el dolor nos den menos miedo.  Y habrá un espacio cada vez mayor para el amor.  Por ello invocamos ahora la bendición de lo alto, para continuar a dejarnos amar por Dios que nos está cercano.  Vivir y Amar están estrechamente unidos: se vive solo cuando la vida se deja plasmar del amor.  Por eso y para esto Cristo ha resucitado.

. También somos enviados a Galilea, ahora a nuestras casas, en el hogar, con los nuestros, porque ahí se descubre la presencia de la alegría pascual: donde se hacen presentes el servicio, el amor fraterno y las bienaventuranzas. Cristo está vivo en medio de los que comparten generosamente lo que tienen, donde la gente sufre, pero es capaz de esperanza, de fiesta y de alegría… Sí, el Señor se nos mostrará en cada momento de nuestra vida cotidiana, en la Galilea humilde de nuestros hogares, al lado de los que sufren y luchan por paliar el sufrimiento. Regalar esperanza es lo más hermoso que podemos hacer, por eso hoy proclamamos:  Hoy proclamemos a todos: ¡Amor crucificado es amor resucitado! ¡Ha resucitado el Señor!¡Hay esperanza! Todo saldrá bien…