30 de abril de 2022

"Me amas más que estos?"

2022. III DOMIN. DE PASCUA -C- Hch 5,27-32.40-41/Ap 5, 11-14/Jn 21, 1-19

. Confianza

. El evangelio nos invita a lanzar las redes en nombre de Jesús, confiando en su palabra. La pesca en la noche (sin Jesús) es infructuosa, pero cuando le escuchan y siguen sus indicaciones las redes se desbordan indicándonos que solo con El, la evangelización, universal y destinada a todas las personas sin distinción de lengua, raza, condición social (simbolizado por los 153 peces grandes, especies que para los antiguos existían en los mares, y que la red no se rompa) dará fruto.  La frugal comida que siguió a la pesca ha de entenderse en clave eucarística. Jesús repite el ritual de la multiplicación de los panes, que es mismo de la última cena y de Emaús: toma el pan, luego el pescado, y se lo da. Signo y recuerdo de su entrega total a la voluntad de Dios y a los hermanos.  

. Amor

Yo tengo razones que me invitan a creer en Jesucristo. Pero, si lo amo, no es en último término por los datos que me facilitan los investigadores ni por las explicaciones que me ofrecen los teólogos, sino porque él despierta en mí una confianza radical en su persona. Pero hay algo más. Cuando queremos realmente a una persona concreta, pensamos en ella, la buscamos, la escuchamos, nos sentimos cerca. De alguna manera, toda nuestra vida queda tocada y transformada por ella, por su vida y su misterio.

 

La fe cristiana es «una experiencia de amor». Por eso, creer en Jesucristo es mucho más que «aceptar verdades» acerca de él. Creemos realmente cuando experimentamos que él se va convirtiendo en el centro de nuestro pensar, nuestro querer y todo nuestro vivir.  Este amor a Jesús no reprime ni destruye nuestro amor a las personas. Al contrario, es justamente el que puede darle su verdadera hondura, liberándolo de la mediocridad y la mentira, de ese "egoísmo sensato y calculador" de quien sabe comportarse hábilmente, sin arriesgarse nunca a amar con generosidad total.

 

¿Me amas? Esta pregunta que el Resucitado dirige a Pedro nos recuerda a todos los que nos decimos creyentes que la vitalidad de la fe no es un asunto de comprensión intelectual, sino de amor a Jesucristo.

. Evangelización

. La 1ª lectura insiste en la misión evangelizadora como la tarea esencial y permanente de la Iglesia, desde su inicio. Pedro proclama la esencia del mensaje cristiano: "El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús y lo constituyó Señor.  Esta convicción profunda de fe, convierte a los discípulos en apóstoles de la Resurrección "nosotros somos testigos de esto". Y ni las prohibiciones ni las persecuciones podrán frenar ese impulso evangelizador porque "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Esa es la actitud de la persona de fe. 

Sólo los testigos hablan al corazón de las personas y entregan la vida por el otro, porque hablan de lo que previamente han escuchado a Dios. De la oración contemplativa brota la palabra de vida. La experiencia del amor a Cristo puede darnos fuerzas para amar incluso sin esperar siempre alguna ganancia o para renunciar –al menos alguna vez– a pequeñas ventajas para servir mejor a quien nos necesita. Algo realmente nuevo se produciría en nuestras vidas si fuéramos capaces de escuchar con sinceridad la pregunta del Resucitado: «Tú, ¿me amas?». Que así sea con la Gracia de Dios. 

23 de abril de 2022

"Señor mío y Dios mío"

. Los encuentros con el Resucitado -las apariciones- son experiencias rehabilitadoras, no un "ajuste de cuentas", como humanamente sería de esperar, ante la deserción de los discípulos en el momento de la Pasión. Jesús espera, ama, aguanta el ritmo de fe. Dichosos los que vayan creyendo: encontrarán siempre vida en su nombre, curación de los males físicos y espirituales y, sobre todo, la Misericordia única que pone un límite al mal. El papa Francisco recuerda que: "La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio". 

 

. Es en virtud de este mensaje que hoy, último día de la octava de Pascua, domingo siguiente a la Resurrección del Señor, se celebra la fiesta de la Divina Misericordia. Esta devoción en la Iglesia por la Divina Misericordia nace de las revelaciones recibidas por la santa de origen polaco Faustina Kowalska durante los años treinta del siglo XX. La mística religiosa recogió en un diario personal, todos los mensajes sobre la misericordia de Cristo.

 

. Fue el Papa San Juan Pablo II, compatriota de la santa y fallecido en la víspera de esta festividad, el que dotó a esta celebración de la importancia que hoy tiene para la Iglesia. Su devoción por la Divina Misericordia se remonta a cuando era joven y trabajaba en unas canteras, cuyo camino pasaba junto al Santuario de la Misericordia. En 1980, el entonces Papa publicó su carta encíclica Dives in Misericordia relanzando la devoción sobre la misericordia divina. En ella señala: "es conveniente que volvamos la mirada a este misterio: lo están sugiriendo múltiples experiencias de la Iglesia y del hombre contemporáneo; lo exigen también las invocaciones de tantos corazones humanos, con sus sufrimientos y esperanzas, sus angustias y expectación".

 

. El evangelista recuerda que: "Los discípulos estaban en una casa con las puertas cerradas".  El "cerrar puertas" tras la Pascua, está motivado por el miedo: a los judíos, a la renovación, a los progresos de la ciencia, a la evolución social, a la pérdida de poderes y privilegios. El papa Francisco invita a abrir el corazón a Cristo, a no tener miedo a su Presencia salvadora y escribe: "Una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente, se convierte en barrera. La Iglesia no es una aduana. Es la casa paterna, donde hay lugar para cada uno. La Iglesia es la portera de la casa del Señor, no es la dueña. Una Iglesia inhospitalaria mortifica el Evangelio y aridece el mundo. ¡Nada de puertas blindadas en la Iglesia, nada! ¡Todo abierto!".

 

. No lleva a ningún sitio el miedo, el ocultar la realidad de las cosas para mantener el prestigio o no perder parcelas de poder, el proteger a quien, por su bien y el de todos, ha de ser ayudado en su conversión… La Iglesia está llamada a ser "un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando".  El mensaje de evangelio no hace hincapié en la duda o la incredulidad de Tomás sino en la vida como un itinerario de fe, un proceso íntimo y personal que acaba proclamando: "Señor mío y Dios mío", oración que tantas veces repetimos los creyentes a lo largo de los siglos. La experiencia de Tomás es de ayuda para todos nosotros que, sin ver a Jesús, creemos en Él y en su fuerza salvadora. Como dice el lema de la Divina Misericordia. "Jesús en ti confío". Que así sea con la Gracia de Dios.

1 de abril de 2022

"En adelante no peques más..."

Vº DOMINGO CUARESMA -C- Is 43,16-21/Fil 3,8-14/Jn 8, 1-11

 

Como en el domingo pasado, Jesús sigue empeñado en mostrarnos la enorme misericordia del Padre-Dios. Por eso tenemos que decir que también hoy la "misericordia" es la clave. Misericordia y esperanza: "No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?" dice el profeta a los desterrados. "Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome a lo que está por delante, corro a la meta", dice san Pablo hablando de su propia experiencia.

 

Pero la gran novedad de verdad la hemos escuchado en el texto evangélico que contrapone, una vez más, dos espíritus y dos actitudes muy distintas: "lo viejo" (la ley) y "lo nuevo" (el amor), representadas por los fariseos y Jesús. En este pasaje Jesús tratan de poner a Jesús está entre la espada y la pared. Se le está diciendo: "Debes elegir entre que se cumpla la ley o salvar al pecador". Jesús no duda un instante y opta por la persona. El resto es fácil de comprender: los dibujos en la tierra, el reto que lanza a los acusadores: "El que esté sin pecado…", la desbandada general de aquellos "hombres buenos y legales", y el silencio de la mujer. El final es simple y de una gran ternura: la mirada llena de amor que Jesús dirigió a la mujer y la mujer a Jesús en el momento en que se quedaron solos. Es esa mirada que salva, que penetra hasta lo profundo del corazón… "Ámame cuando menos lo merezco porque es cuando más lo necesito".

 

Para la mujer adúltera no hay duda de que "lo nuevo está brotando" de que el pasado "queda atrás", de que inicia un camino de liberación frente a la ley que la condena y frente al mal.  Jesús subraya con fuerza la auténtica actitud del cristiano: un no rotundo al pecado: "En adelante no peques más…" y una oferta clara de redención y salvación: "Tampoco yo te condeno." El Señor no es blando con el pecado, porque el pecado destruye y esclaviza al ser humano, es oscuridad por eso perdona, para dar una nueva luz y esperanza a la persona. Confía en que pueda encontrar otra vida que se corresponda mejor con ella, con su dignidad. Incluso en su pecado Jesús ve su dignidad, la ofrece confianza y seguridad para el camino futuro; la libera para que pueda vivir una vida nueva.

 

Nadie debería dedicarse a "tirar piedras a los demás". Todos somos pecadores perdonados y todos debemos aprender a perdonar y también a corregirnos mutuamente con amor. No es bueno ni hace bien quedarse en sentimientos estériles de culpabilidad; es necesario, desde el realismo de nuestra condición humana, proyectarse hacia el futuro para vivir de una forma nueva. Alguien cree en nosotros por eso siempre es posible cambiar.  El Papa Francisco nos invita a "Caminar, siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor", a "Construir la Iglesia siendo piedras vivas" y a confesar a Jesucristo mirándole siempre a Él en la cruz, para poder después, mirar a los demás con su amor. Lo nuevo que Dios realiza no es un cambio espectacular, en lo político o en lo social, conseguido milagrosamente. Lo nuevo está en el corazón del hombre, para crear una actitud distinta, un modo nuevo en las relaciones con Dios y en las relaciones humanas. Que así sea con la Gracia de Dios.