1 de abril de 2022

"En adelante no peques más..."

Vº DOMINGO CUARESMA -C- Is 43,16-21/Fil 3,8-14/Jn 8, 1-11

 

Como en el domingo pasado, Jesús sigue empeñado en mostrarnos la enorme misericordia del Padre-Dios. Por eso tenemos que decir que también hoy la "misericordia" es la clave. Misericordia y esperanza: "No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?" dice el profeta a los desterrados. "Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome a lo que está por delante, corro a la meta", dice san Pablo hablando de su propia experiencia.

 

Pero la gran novedad de verdad la hemos escuchado en el texto evangélico que contrapone, una vez más, dos espíritus y dos actitudes muy distintas: "lo viejo" (la ley) y "lo nuevo" (el amor), representadas por los fariseos y Jesús. En este pasaje Jesús tratan de poner a Jesús está entre la espada y la pared. Se le está diciendo: "Debes elegir entre que se cumpla la ley o salvar al pecador". Jesús no duda un instante y opta por la persona. El resto es fácil de comprender: los dibujos en la tierra, el reto que lanza a los acusadores: "El que esté sin pecado…", la desbandada general de aquellos "hombres buenos y legales", y el silencio de la mujer. El final es simple y de una gran ternura: la mirada llena de amor que Jesús dirigió a la mujer y la mujer a Jesús en el momento en que se quedaron solos. Es esa mirada que salva, que penetra hasta lo profundo del corazón… "Ámame cuando menos lo merezco porque es cuando más lo necesito".

 

Para la mujer adúltera no hay duda de que "lo nuevo está brotando" de que el pasado "queda atrás", de que inicia un camino de liberación frente a la ley que la condena y frente al mal.  Jesús subraya con fuerza la auténtica actitud del cristiano: un no rotundo al pecado: "En adelante no peques más…" y una oferta clara de redención y salvación: "Tampoco yo te condeno." El Señor no es blando con el pecado, porque el pecado destruye y esclaviza al ser humano, es oscuridad por eso perdona, para dar una nueva luz y esperanza a la persona. Confía en que pueda encontrar otra vida que se corresponda mejor con ella, con su dignidad. Incluso en su pecado Jesús ve su dignidad, la ofrece confianza y seguridad para el camino futuro; la libera para que pueda vivir una vida nueva.

 

Nadie debería dedicarse a "tirar piedras a los demás". Todos somos pecadores perdonados y todos debemos aprender a perdonar y también a corregirnos mutuamente con amor. No es bueno ni hace bien quedarse en sentimientos estériles de culpabilidad; es necesario, desde el realismo de nuestra condición humana, proyectarse hacia el futuro para vivir de una forma nueva. Alguien cree en nosotros por eso siempre es posible cambiar.  El Papa Francisco nos invita a "Caminar, siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor", a "Construir la Iglesia siendo piedras vivas" y a confesar a Jesucristo mirándole siempre a Él en la cruz, para poder después, mirar a los demás con su amor. Lo nuevo que Dios realiza no es un cambio espectacular, en lo político o en lo social, conseguido milagrosamente. Lo nuevo está en el corazón del hombre, para crear una actitud distinta, un modo nuevo en las relaciones con Dios y en las relaciones humanas. Que así sea con la Gracia de Dios.

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