21 de enero de 2023

"... una luz les brilló".

III DOMINGO T.O.-A-  Is 8,23-9,3/1Cor 1,17-13.17/Mt 4,12-23 

 

Isaías, en una página llena de poesía y optimismo anuncia a un pueblo sumergido en tinieblas una luz grande ("Habitaba en tierras de sombra y una luz les brilló"). Y Mateo aplica el oráculo del profeta a la misión de Jesús que recorre Galilea predicando y curando, siendo luz, alegría y liberación para todos.

 

. En este marco de reflexión situamos hoy la celebración, instituida por el Papa Francisco en 2019, del domingo de la Palabra de Dios. El Santo Padre expresaba el deseo de que esta celebración «haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos: esta Palabra "está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas". El lema de este año 2023 es: "Anunciamos lo que hemos visto" (1Jn 1,3), subrayando la idea de vivir la experiencia de encuentro con el Señor a través de la oración, la lectura de la Palabra, los hermanos.

Recordemos las palabras del salmo: "Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero" (Salmo 119). Necesitamos la luz en nuestro camino, la luz exterior para poder ver y, sobre todo, la luz interior para poder actuar siempre en conciencia. La Palabra ilumina nuestra vida en su totalidad. "No se enciende una lámpara para poner la debajo de la mesa sino para que alumbre a todos los de la casa. Alumbre así vuestra luz para todos vean las buenas obras y alaban al Padre que está en los cielos", (Mt 5, 15-16). Esta luz que es el bien, la verdad, la belleza… "resplandece en las tinieblas, y las tinieblas (la mentira, el pecado, el error…) no han podido extinguirla" (Jn 1, 5). Estamos llamados a caminar en la Luz: "Si caminamos en la Luz como Él mismo está en la Luz entonces estamos en comunión unos con otros" (1 Jn 1, 7) y a "ser luz" para los demás.

. Y a esto nos invita cada año la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que este año se celebra bajo el lema: "Aprended a hacer el bien. Buscad la justicia".  El reto es claro: solidarizarnos todos en la práctica del bien entre nosotros, con las personas más necesitadas, en un espacio común donde todos los cristianos de las diferentes denominaciones vivamos la libertad de la justicia y del amor de Cristo resucitado, que nos motiva continuamente a ofrecer un testimonio luminoso de fraternidad.  La unidad de los cristianos habría de ser un signo de la unidad y reconciliación de toda la creación.  Al mismo tiempo, la división de los cristianos debilita la fuerza de este signo y contribuye a reforzar la división en lugar de aportar la curación y el consuelo ante las lágrimas y sufrimientos del mundo como es la misión de la Iglesia. Qué pena la división de las Iglesias ortodoxas rusa y ucraniana en un momento en que la unidad en nombre de Cristo podría ayudar tanto a la paz.

A todos hoy, la Palabra de Dios nos dice hoy que nos convirtamos al único que puede ser nuestra Luz, nuestra Paz, nuestro Guía: Cristo Jesús. En el nivel de las Iglesias, pero también en el de las personas y los grupos dentro de nuestras comunidades. Cuando experimentamos el dolor de la discordia, una mirada a Cristo debe evitar que perdamos la caridad, la alegría, la unidad, la ilusión de seguir creciendo en nuestra vida cristiana.

 

Que el comer el mismo pan y beber el mismo cáliz nos haga instrumentos de unidad y de luz: "Donde haya tinieblas sembremos luz, difundamos luz". Que nadie nos pueda decir: "¿Qué habéis hecho de la luz, los que lleváis la luz?" (Paul Claudel). Frente a esta advertencia, que podamos decir, con el salmista: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?". (Salmo 26) Y recordar que "siempre es mejor encender una lucecita que echar pestes sobre la oscuridad" (Confucio, s. V a C). Que así sea con la Gracia de Dios.

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