23 de diciembre de 2023

"Hágase en mí..."

. DOMINGO IV ADV. -B- 2Sm 7,1-5.8-11.17/Rom 16,25-27/Lc 1,26-38 B

Escuchamos el evangelio de la Anunciación con el fin de iluminar el misterio de la Natividad del Señor y poder acogerlo con alegría. La Virgen elegida para ser la Madre del Mesías; injertada en la historia de salvación del pueblo de Dios que quiere acogerlo, lo espera. La salvación tiene siempre que ver con personas concretas en momentos determinados, tejida de palabras y obras, silencios, esperas, preguntas, inquietudes… tiene que ver con nuestra historia.

María es elegida para ser templo de Dios, arca de la nueva alianza…. Su Hijo concebido por obra del Espíritu Santo establecerá su morada en ella, inmaculada. ¡Alégrate!...  se nos invita a alegrarnos de la iniciativa de Dios que viene ahora a través de cada persona y acontecimiento… que un día vendrá en la gloria para llevar a plenitud toda la creación.

Dios nos elige a cada uno de nosotros para llevar a cabo su obra, su historia de amor infinito al mundo; edifica su templo con "piedras vivas", elegidas por amor para formar parte de la construcción de su casa, de su morada entre los hombres. Siempre podemos preguntarnos: "¿Cómo será eso?  ¿cómo yo puedo ser morada de Dios?". Solo el espíritu puede hacer esta obra en nosotros; el mismo espíritu que cubrió a María con su sombra es el que nos cubre a nosotros para que nuestra vida puede engendrar paz y dar a luz a Cristo en el mundo.

¿Y qué se nos pide?:

. Nuestro "Fiat", "Hágase en mí según tu palabra".  El Señor quiere encontrarse con cada corazón para llevarlo de vida y de esperanza y lo hace a través de nuestra frágil humanidad…

. No perder el sentido de lo sagrado, de lo divino, del Misterio que rodea nuestra vida en cada momento. Algunos niegan este Misterio es porque no encaja en sus mentes y dicen que es irracional; no encaja en su corazón en dónde sólo cabe él solito; no encaja en su voluntad porque este misterio pide mucho cambio de vida y dicen que es fastidioso.

. Abrir los oídos del alma, dejarnos poseer por él, como María: Creer. Creer es mucho más que entender. Es más, es ir más allá del entender, fiándonos de la Palabra de Dios que no engaña, ni decepciona. Creer es tender el cheque en blanco a Dios para que escriba lo que Él quiera, porque siempre será para nuestra salvación y felicidad.

. Nos dice san Agustín: "Llena de fe concibió a Cristo en su mente antes que en su seno, al responder: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí lo que dices" (Lc 1,35)".  "En el alma la fe, y en el vientre Cristo". 

. Y se os pide vivir este Misterio y según este Misterio, que no puede quedar sólo a nivel intelectual y afectivo. Tiene que invadir, tocar y transformar nuestra vida. Vivir de acuerdo con lo que se cree, no permitir rupturas entre lo que se vive y se cree, este es el núcleo más íntimo de la coherencia y fidelidad.

Que así sea con la Gracia de Dios.

 

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