18 de marzo de 2023

"Ahora veo"

IV DOMINGO DE CUARESMA -A- 1 Sm 16,1b.6-7.10-13a/Ef 5,8-14/Jn 9,1-41

 

. El relato de la curación que escuchamos hoy, tradicionalmente llamado "la curación del ciego de nacimiento", es el recorrido interior que va haciendo un hombre perdido en tinieblas hasta encontrarse con Jesús, "luz del mundo". En esta catequesis, Jesús utiliza simbólicamente dos elementos: barro y agua. El barro recuerda que somos limitados, criaturas, no dioses y el agua simboliza el bautismo, la gracia de Dios que, como en el caso de la samaritana, es portadora de vida eterna.  La humildad de ser criaturas y la gracia de la visión, de la luz.

 

. Pero la narración va más lejos. Nosotros tenemos una maravillosa y trágica libertad: podemos cerrar los ojos, podemos huir de la luz, destruirla. Es el resumen trágico de la vida y de la muerte de Jesús: la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la reciben. Muchos vieron la curación del ciego. Entre ellos a algunos se les abrieron los ojos y creyeron en Jesús; otros cerraron con fuerza los ojos, rechazaron con violencia la luz. La luz les hacía daño, le perjudicaba, estropeaba su vida, su templo, su teología... No solo cerraron los ojos, intentaron por todos los medios apagar la luz, eliminar a Jesús, poner en duda si el milagro es obra de Dios o del diablo.

 

. El ciego no tiene nada más que decir. "Yo solo sé que ahora veo"; "Creo en Ti, Señor". Ha recuperado la vida, la dignidad, la autonomía. Podrá reconocer a los demás, las formas, los colores. Sera expulsado de la sinagoga, perseguido, pero no volverá a las tinieblas porque ha visto la luz. Esto está diciendo Jesús: con su luz, con su Palabra, con su modo de pensar y de vivir, se camina mucho mejor, se acierta más, se conoce con más profundidad.

 

. Y es que Jesús, de alguna manera, está definiendo, también el pecado. Gran parte de nuestros pecados son de ceguera. No sabemos qué es el bien y qué es el mal; la frontera está desdibujada; nos equivocamos en las decisiones por falta de claridad, nos engañan. Preferimos placeres pequeños que no pueden darnos felicidad, a modos de vida más humanos, más divinos, más plenos. Muchas veces andamos a ciegas, nuestras obras son estériles. Por eso, una profunda definición del pecado podría ser que, antes que ofensa, antes que maldad, es un enorme error por falta de luz, es ceguera. Ante determinadas actuaciones más que un juez necesitamos luz. Por eso Jesús cura a los ciegos, limpia nuestra mirada exterior e interior para que podamos actuar con plena conciencia de aquello que hacemos.

 

. La experiencia de Cristo ilumina-transforma la vida de las personas. Tenemos una luz, Jesucristo, su espíritu, su evangelio. Una luz no es una varita mágica que solucione milagrosamente las oscuridades, pero que está en nosotros iluminando nuestra búsqueda, nuestro camino, descubriendo tonalidades más luminosas y humanas en la vida de cada día.  Sin luz vamos perdidos, indefensos Solo escuchando a Jesús y dejándonos conducir interiormente por él vamos caminando hacia una fe más plena y también más humilde. Pablo nos exhorta: "Caminad como hijos de la luz (toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz), buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas" y, añade: "Éramos tinieblas; somos luz". Que así sea con la Gracia de Dios.

 

La Iglesia en España celebra hoy el Día del Seminario. "Levántate y ponte en camino" es el lema de la jornada. Conecta con lo que leído en la segunda lectura: "Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo te iluminará". El seminario prepara a los responsables de las comunidades. Pidamos que surjan vocaciones para despertarnos al seguimiento de Jesús, diciendo: "manda, Señor, trabajadores a tu mies" (Mt 9,38).

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