9 de enero de 2021

"La caña cascada no la quebrará..."

2021. BAUTISMO DEL SEÑOR -B-  Is 42,1-4.6-7/Hch 10,34-38/Mc 1,6-11

 

. Isaías en su poema describe el estilo del siervo de Dios, nuevo profeta: "no gritará, no voceará por las calles, la caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante (rescoldo) no lo apagará... El Señor te ha llamado para que abras los ojos al ciego, saques a los cautivos...". El Elegido de Dios trabajará en favor del derecho y la justicia y lo hará no con la violencia, gritos o agresividad, sino con suavidad y firmeza. La caña que está a punto de romperse no la acabará de romper, al contrario, la ayudará a mantenerse en pie. Así es como lo anuncia Isaías y así es también como retrata a Jesús Pedro en la carta que hemos escuchado: "Jesús de Nazaret, ungido por la fuerza del Espíritu, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos... porque Dios estaba con él". Con una sencillez impresionante resume en muy pocas palabras la misión de Jesús y su naturaleza:" pasó haciendo el bien". Es el estilo que le caracterizó toda su vida y en toda su actividad: firme y claro sí, pero siempre comprensivo y servicial, sobre todo con los más débiles y necesitados.

 

. El bautismo de Jesús nos recuerda también el nuestro. Todos nosotros hemos recibido el baño del agua y del Espíritu que nos ha hecho hijos de Dios y miembros de la comunidad de la Iglesia. Y lo hemos recibido para cumplir en nuestra vida la misión de ser testigos de Dios en medio del mundo; para vivir en la verdad de la vida y mostrar los valores del evangelio. Y para hacerlo con el mismo estilo de Jesús: no con la espada en la mano sino desde una actitud pacífica, de generosidad y, si es necesario, con la entrega de nosotros mismos; haciendo el bien que podamos con esos gestos sencillos que tanta importancia tienen en la vida cristiana; recordando que todos somos "Hijos amados y predilectos del Padre"-"Que él nos amó primero";   poniendo esperanza en los corazones acorralados por el miedo o la soledad con entrañas de misericordia.   El bautismo, también para nosotros, no ha sido una meta, sino el comienzo de una vida. El final no sabemos cuándo llegará, pero, mientras tanto, cada día (cada domingo) vamos escuchando la Palabra Dios, creyendo en su mensaje de   salvación, alimentándonos con su Cuerpo y con su Sangre, sacramentos de su presencia y cercanía, para reafirmar nuestra fe. Y todo ello nos ayuda en el compromiso de anunciar la Buena Noticia que llevamos en el corazón.  Toda nuestra vida, en el fondo, es un continuo bautismo, un continuo morir a nuestro hombre viejo, para resurgir, como Cristo, a una vida nueva.

 

. La mutación cultural sin precedentes que estamos viviendo, nos está pidiendo hoy a los cristianos una fidelidad sin precedentes al estilo de Jesús. Pensamos en estrategias y recetas pastorales, pero también en cómo estamos acogiendo nosotros el Espíritu de Jesús. La secularización creciente es un hecho ante el cual hemos de preguntarnos cómo renovar nuestra manera de pensar, de decir y de vivir la fe para que la Palabra pueda iluminar los interrogantes, las dudas y los miedos que brotan en el corazón. Nos asusta el futuro, la frialdad del mal en todas sus formas… y necesitamos, antes de elaborar respuestas, transformar nuestra mirada, nuestra actitud y nuestra relación con el mundo de hoy. Se están creando unas condiciones en las que lo esencial del evangelio puede resonar de manera nueva. Una Iglesia más frágil, débil y humilde puede hacer que el Espíritu de Jesús sea entendido y acogido con más verdad. Estar bautizados en nombre de Jesús debe ser hoy, para nosotros, motivo de gozo, crecimiento y responsabilidad: "Tú eres mi hijo amado, mi predilecto".  Que así sea con la Gracia de Dios.

No hay comentarios: