15 de enero de 2022

"Haced lo que Él os diga..."

2022.  II DOMINGO TO. 3 -C- Is 62,1-5/1Cor 12,4-11/Jn 2, 1-12 -2-

 

. "Ya no te llamarán "Abandonada", ni a tu tierra "Devastada"; a ti te llamarán "Mi favorita" y a tu tierra "Desposada", porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido; la alegría que encuentra el marido con su esposa la encontrará tu Dios contigo". Un texto hermoso. Palabras del profeta que habla a la gente que ha regresado del exilio de Babilonia y se ha encontrado que su ciudad, Jerusalén, está destruida, por lo que tienen que comenzar de cero para reconstruirlo todo. El profeta les habla de cómo Dios les ama, de cómo Dios estará a su lado y no les dejará solos. Y la imagen que utiliza es el amor de pareja, la unión del matrimonio. Y es que el amor de la familia es la mejor manera que él tiene de decirnos cuánto nos ama.

 

. En el evangelio de Jn se reafirma esta misma idea. Jesús, centrado en la vida, con su comportamiento, nos está indicando que el amor, la alegría de una pareja que comparte su vida es un hecho grande y decisivo, en el que él se hace presente. Es importante estar contentos de nuestro amor y trabajar para hacerlo crecer siempre hacia la unidad más profunda. Dios nos acompaña en este camino, incluso cuando parece que las cosas van mal. Jesús está con nosotros, transformando cada día el agua monótona y gris en vino que imprime fuerza y gozo al corazón.

 

. Más allá de los símbolos, el núcleo del mensaje encerrado en un acontecimiento normal y corriente de la vida de las personas es, en primer lugar, que Jesús es la novedad absoluta y el único mediador y salvador. "La ley se dio por Moisés, el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo", prólogo del evangelio. Y, en segundo lugar, que, desde Caná, desde el primer signo de Jesús ya no estamos en el orden de la vieja ley, de las purificaciones externas, sino que hemos entrado en el ámbito del amor y de la verdad. Ese es el vino nuevo que hace estallar las viejas tinajas de piedra. Juan habla de signos, no de milagros, porque lo realmente importante para él no es el acontecimiento que sobrepasa las leyes naturales; lo realmente importante es lo que un acontecimiento simboliza y significa para la persona que tiene los ojos abiertos de la fe, iluminados los ojos del corazón. Porque es milagro que el agua se convierta en vino, pero es mucho más milagro que un hombre o una mujer comiencen a vivir en la verdad y en el amor, en la alegría profunda frente a la monotonía (Zaqueo, Samaritana). Ese es el vino añejo de veintiún siglos, pero que sigue siendo nuevo.

 

. La boda es un día y el matrimonio, si nada lo impide, toda la vida.  Por eso es bueno tener vino bueno toda la vida, aunque haya uno especial en situaciones muy especiales.  De hecho, lo cotidiano, lo frecuente, lo previsible es lo que forma parte de nuestra vida y de nuestras relaciones.  De vez en cuando ocurren hechos extraordinarios que dan un empuje o un problema, si son positivos o negativos. Por eso la frecuencia de los hechos buenos es importante… de cada día porque sentir un beso o un abrazo todos los días es mejor que sentir 365 besos un día al año… aunque todos los días pueda resultar un poco "pesado" o "repetitivo" …  todo en su justa medida porque los excesos, incluso de cariño, acaban "ahogando un poco" … pero cómo alegra la vida encontrarse con gestos de cariño, con detalles, con la "sorpresa" de un buen vino para compartir...

. Y cada uno puede compartir porque ha recibido dones que fructifican cuando se ponen al servicio de los demás. Si, como María, estamos atentos a las necesidades de los demás entonces podemos ofrecer nuestros dones. Nos ha recordado la segunda lectura que Dios se vale de la diversidad de dones y ministerios (fe, amabilidad, concordia, ayuda…) ofrecidos a cada ser humano para "provecho y el bien común" de todas las personas.

. María, la que "estaba allí", la que está hoy también con nosotros, nos dice al corazón: "Haced lo que él os diga". Solo él puede darnos lo que nos falta. Un vino que no emborracha, sino que da vida y felicidad. Que así sea con la Gracia de Dios.

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