6 de noviembre de 2020

"Velad..."

DOMINGO XXXII T.O. -A- Sb 6,12-16/1 Ts 4,13-18/Mt 25,1-13 

 

. "Estad atentos, velad, pues no sabéis ni el día ni la hora", hemos escuchado en el evangelio.  Vivir despiertos, en actitud de espera activa, ante la venida del Señor no significa caer en el miedo o el temor; más bien nos recuerda la necesidad de orientar la existencia de cara al encuentro con el Señor que viene.  El «cuándo» es secundario y hay que dejarlo en la voluntad de Dios.  La espera de una vida nueva, de una tierra nueva, no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar nuestra vida y nuestro mundo porque es aquí donde germina y crece ya esa semilla del Reino que vislumbramos, ese banquete de bodas al que deseamos participar.

. Hoy la Palabra nos invita en primer lugar, y en medio de la complejidad de nuestro tiempo, marcado por muchas incertidumbres, a buscar ("serena y gozosamente"), encontrar y amar la sabiduría. Y no hablamos de erudición ni de grandes conocimientos y posibilidades de acceso a la información sino de capacidad de discernir de discernir entre diferentes opciones, de descubrir el sentido profundo de la vida, las relaciones, los acontecimientos, las cosas que nos rodean. Se trata de mantener los ojos abiertos, los del corazón y la inteligencia, para observar, analizar y aprender de las experiencias de la vida, pues la vida es la mejor maestra. La sabiduría "Se deja encontrar por los que la buscan"; nos pide deseo, interés, pasión y tiempo. La sabiduría es resplandeciente y no se apagan nunca… es una actitud interior, personal, de cada uno; es el arte de bien vivir con uno mismo y los demás, la inteligencia para poner en práctica las virtudes, especialmente, nos lo recuerda el evangelio, la de la prudencia.

. Necias, prudentes… así son definidas las diez vírgenes que esperan al Esposo. Todas han de estar vigilantes, con las lámparas encendidas y reserva de aceite, en actitud de espera activa. No se trata de vivir con impaciencia y desasosiego interior. El Señor vendrá a la hora menos pensada por ello la clave está en vivir el presente, cada momento, cultivando la interioridad sin descuidar los medios que nos ayudan a ello, como cada momento de la vida se cultiva el amor con los medios adecuados para que no se apague o debilite la llama. Dios se manifiesta en cada momento y circunstancia de la vida y nos pide siempre una respuesta evangélica que nace del interior de nosotros mismos. No tenemos que ir fuera a buscar "el aceite"; el reino está en nuestro interior; no es algo material, es una forma de existencia, una manera de responder a los acontecimientos de la vida aquí y ahora.

. La prudencia que se nos pide no es una actitud temerosa delante del riesgo o de una venida inesperada, sino una atención a las consecuencias que derivan de la acción que cometemos u omitimos. La parábola recuerda la necesidad de estar preparados para responder a las necesidades que se presentan inesperadamente. Es necesario proveerse de este "aceite" para la vida, para mantener encendida la lámpara. Las necias no lo son por quedarse dormidas, pues también las sensatas dormían tranquilas, sino por no haber previsto el retraso y no estar a punto para la fiesta. Se trata siempre de ponderar la realidad, de mantener la constancia, esa sana tensión que nos mantiene vivos, preparados, esperanzados. Las cosas pueden suceder de un momento a otro y todo cambia de repente… y esta conciencia no debemos perderla.

. Ante la realidad de la muerte, el dolor, la inseguridad frente al futuro… "No podeos afligirnos como los que no tienen esperanza", nos ha recordado San Pablo. Experimentamos y vivimos la realidad en toda su profunda y desconcertante radicalidad, pero nos mantenemos firmes en la fe en quien resucitó a Jesús de entre los muertos y "nos llevará con Él", cuando llegue el momento. Mientras tanto, a vivir, luchar, confiar…y hacer de nuestras familias y comunidades, en el día de la Iglesia diocesana, "piedras vivas", para celebrar juntos la fe (oración y los sacramentos) y la fraternidad (ayuda mutua). Caminamos unidos. Que así sea con la Gracia de Dios. 

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