4 de julio de 2020

"Venid a mi... y encontraréis descanso"

XIV T.O. A-  Zac 9, 9-10 / Rom 8, 9.11-13 / Mt 11,25-30

 

Jesús da gracias al Padre porque la gente sencilla es la destinataria de la revelación de Dios. Aquellos que no tienen acceso a grandes conocimientos, los que no cuentan en la religión del Templo, se abren a Dios con corazón limpio; están dispuestos a dejarse enseñar por Jesús (viuda del templo, samaritana, discípulos…); sin embargo, los sabios y entendidos (fariseos, saduceos, polemistas…), aquellos que creen saberlo todo, que se  “pierden” discutiendo cualquier aspecto de la ley; tienen una visión cerrada y su corazón está endurecido. Jesús hace tres llamadas:

 

. “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados”:  dirigida a quienes sienten la religión como un peso y a los que viven agobiados por normas y doctrinas que les impiden captar la alegría y gratuidad de la salvación. Si se encuentran con Jesús experimentan un alivio: “Y Yo os aliviaré”. Un auténtico icono del corazón de Jesús: infinita misericordia, ánimo, esperanza, alivio, libertad interior, descanso… la fe no puede ser un “peso”, un obstáculo (bastantes hay ya en la vida).

 

. “Cargad con mi yugo… porque es llevadero y mi carga ligera”: hay que abandonar el yugo de los sabios y entendidos, que no es ligero y cargar con el de Jesús, no porque exija menos (recordamos que hay “que cargar con la propia cruz”) sino porque exige de otra manera, exige lo esencial: el amor que libera y hace vivir. Siguiéndole no nos aplastará el yugo de una vida sin sentido y sin esperanza. La carga se hace ligera cuando hay un motivo para cargar con ella, cuando ya no es solo nuestra sino también del que la ha tomado primero y de todos los que deciden llevarla con nosotros. ¿es acaso pesada la “carga de la fidelidad” cuando se ama a la persona?

 

. “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”: hay que vivir la religión con su espíritu. Jesús no “complica” la vida, la hace más simple y sencilla; no oprime, ayuda a vivir de modo más digno y humano. Es un descanso encontrarse con Él, acoger su Buena Noticia.

A veces corremos el riesgo de teorizar, racionalizar o complicar demasiado la fe; en ocasiones hay mucha distancia entre la palabra predicada o escrita en documentos y la vida de las personas; nuestro lenguaje ciertamente suele ser más complicado que el de Jesús que hoy sencillamente nos recuerda que la mejor lección de exegesis, crítica textual, análisis literario de los textos…nos la dan los sencillos que, con corazón abierto y confiado, descubren los “secretos” de Dios, le dan gracias, disfrutan de lo bueno de la vida, soportan con paciencia los males, saben vivir y hacen vivir. Y no es que la vida sea fácil; lo cierto es que vivir es complejo, pero, al mismo tiempo en la complejidad de las cosas se revela también la riqueza de vivir, de experimentar, de creer, de querer y quererse, de enseñar y de aprender.

San Pablo sigue trazando su idea sobre el camino de santidad que hoy es perfectamente válida para nosotros. La prioridad del Espíritu, frente a las apetencias de la “carne” (que en Pablo no designa al cuerpo humano sino a las tendencias que nos alejan de Dios), es camino de santidad y salvación. La cuestión es dar entrada en nuestra vida (cuerpo, alma) al Espíritu que es de Cristo y de Dios. Sólo la Presencia de Jesucristo en la vida justifica; sólo la presencia de quien es Bueno, nos hace buenos...  Tenemos la ocasión de aceptar la sombra refrescante que el propio Jesús nos ofrece, “descansando confiadamente en el Él”. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

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