24 de diciembre de 2025

"El pueblo que caminaba en tinieblas..."

NOCHEBUENA – A-  Is 9, 1-6 – Tito 2, 11-14 – Lc 2, 1-14

. Esta noche santa y sagrada es el momento en el que la espera culmina: la espera humana se encuentra, por fin, con la esperanza divina. Lo que durante siglos fue anhelo, promesa, profecía y clamor del pueblo de Dios hoy se cumple.  Y lo hace no con ruido,  sino con luz; no con poder sino con cercanía, no con gestos grandiosos sino  con un tierno niño envuelto en pañales, en un pobre lugar.

 

. La primera lectura ilumina nuestra noche: Isaías anuncia que el pueblo que caminaba en tinieblas  vio una gran luz y esa luz es un Niño. Dios rompe la oscuridad no con un poder estruendoso, sino con la fragilidad de un recién nacido. Así actúa Él: lo decisivo llega en la pequeñez. En un pueblo herido, exhausto la luz no surge  del esfuerzo humano, sino del cielo; no es un espejismo político, es un niño frágil hasta la indefensión pero portador  de títulos imposibles: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre perpetuo, príncipe de la paz. En esa debilidad late una fuerza que no quiebra. La historia gira aquí: la Luz llega en pañales.

 

. El Evangelio nos muestra cómo irrumpe esa luz: no en un palacio resplandeciente sino en la periferia del mundo; no entre los que dominan sino entre los que velan la noche; no rodeada de honores sino entre quienes apenas cuentan en la sociedad. La gloria de Dios resplandece  en el momento más inesperado, el lugar menos probable, donde el mundo no mira incluso desprecia. Desde esa cuna la historia ya no camina a ciegas: la luz tiene rostro y respira entre nosotros ("Yo soy la Luz del mundo. Quien me sigue no camina en tinieblas", dice Jesús). Todo converge en esa cuna: las promesas antiguas, la sed de justicia , el gemido de la humanidad…

 

. La carta a Tito va al centro de la teología de esta noche: "La gracia de Dios ha aparecido". No una doctrina más, no un código ético, no una idea inspiradora…ha aparecido una Persona: Jesús, la Gracia hecha rostro, manos, mirada y cercanía. Él purifica, Él educa, Él transforma, El reorienta nuestra vida desde el centro verdadero de la misma. Puede parecer "atrevido" pensar-reflexionar así en un mundo dominado por la tecnología, la IA, el dominio aparente del futuro… pero que se olvida de "lo humano", oculta el dolor, la soledad, el pecado…

 

. "Un niño envuelto en pañales": es escandaloso pero cierto: lo infinito cabe en lo pequeño, lo eterno se hace cercano. El niño del pesebre es el mismo que vivirá en Nazaret, predicará al pueblo, será elevado en la cruz: la cuna y la cruz muestran el mismo amor que se entrega, la misma fuerza divina que abraza la fragilidad. Y es que el cristianismo no nació de una idea, sino de una "carne"; no de un concepto abstracto, sino de un "vientre", de un cuerpo, de un sepulcro. La fe cristiana, en su esencia más auténtica, es histórica, se basa en hechos concretos, en rostros, en gestos, en palabras pronunciadas en una lengua, en una época, en un entorno. Dios eligió hablar una lengua, caminar en una tierra, habitar lugares, casas, calles… dejar huellas de su Misterio de Amor.  "Esta lógica de la pequeñez es la verdadera fuerza de la Iglesia". Dios con nosotros. No estamos solos.

 

. La tradición mística habla de una venida interior: Cristo naciendo en el alma.  Pues "¿De qué sirve que Cristo nazca en Belén si no nace también en mí?".  Esta noche pedimos a Cristo que encuentre un lugar en nuestro corazón, que su Luz toque nuestras sombras, que su amor pacifique nuestras diferencias, que su presencia ordene nuestra vida con la paz del cielo. Es un misterio, el de Belén, que no se repite físicamente pero sí espiritualmente; que celebramos como memoria viva no simple recuerdo; como reactivación viva de la salvación. No buscamos un refugio en el pasado sino habitar el presente con conciencia para construir un futuro con raíces.

 

 . La Palabra se hizo carne de una vez para siempre pero  su fruto se actualiza en cada alma que se abre al misterio… quien se deja tocar por esta gracia no vuelve a ser el mismo. Que la Luz que brilló en Belén ilumine nuestras vidas, familias, comunidades, mundo, nuestros miedos, oscuridades… Feliz Nochebuena, Feliz Natividad del Señor. 

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