. IV DOMINGO PASCUA -C- Hch 14,21-27/Ap 21,1-5/Jn 13,31-35
El pasado jueves, día 8, era elegido Sumo Pontífice, el número 267 de la historia, León XIV. En sus primeras palabras de saludo desde la Logia de San Pedro dijo:
"La paz sea con todos ustedes. Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el buen pastor que dio la vida por el rebaño de Dios. También yo deseo que este saludo de paz entre en sus corazones, llegue a sus familias, a todas las personas, estén donde estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz sea con ustedes! Esta paz es la de Cristo Resucitado: una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante. Proviene de Dios, un Dios que nos ama a todos incondicionalmente…". Y recordando al papa Francisco, continuó: "¡Dios nos quiere, Dios los ama a todos y el mal no prevalecerá! Estamos todos en las manos de Dios. Por tanto, sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros sigamos adelante. Somos discípulos de Cristo. Cristo va delante de nosotros. El mundo necesita su luz…"
Esta Luz es el Señor que hoy se nos presenta como Buen Pastor que da la vida por cada uno de nosotros y nos dice: "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen". Tres verbos: escuchar, conocer, seguir.
. Escuchar. La iniciativa viene siempre del Señor; todo parte de su gracia: es Él que nos llama a la comunión con Él. Pero esta comunión nace si nosotros nos abrimos a la escucha; si permanecemos sordos no nos puede dar esta comunión. Abrirse a la escucha porque escuchar significa disponibilidad, docilidad, tiempo dedicado al diálogo. Y esto no es fácil. Nos cuesta mucho la escucha cordial de los demás, dedicarles tiempo, no interrumpir, ponernos en el lugar del otro, mantener una actitud de respeto y educación, no alzar la voz. Quien escucha al Señor sabe escuchar también a los demás con un corazón abierto, sin juzgar.
. Conocer. Escuchar a Jesús es el camino para descubrir que Él nos conoce y esto no significa solo que sabe muchas cosas sobre nosotros: conocer en sentido bíblico quiere decir también amar, desear el bien de la persona, sentir afecto por ella. Y esto significa que el Señor, mientras "nos lee dentro", nos quiere, no nos condena. Si le escuchamos, descubrimos esto, que el Señor nos ama. Y cuando sentimos su amor la relación con Él ya no será impersonal sino cálida y agradecida amistad, intimidad. Estando con el buen pastor se vive la experiencia de la que habla el Salmo: "Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo" (Sal 23,4).
. Seguir. El tercer verbo. Las ovejas que escuchan y saben que son conocidas y amadas siguen al Señor, que es su pastor. Y quien sigue a Cristo, va donde va Él, por el mismo camino, en la misma dirección. Va a buscar a quien está perdido, se interesa por quien está lejos, se toma en serio las situaciones de quien sufre, sabe llorar con quien llora, tiende la mano al prójimo, se lo carga sobre los hombros.
Terminaba el papa León XIV: "Soy hijo de san Agustín, agustino, quien dijo: "Con ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo". En este sentido, todos podemos caminar juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado…. Debemos buscar juntos cómo ser un Iglesia Misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre abierta a recibir, como esta plaza con los brazos abiertos. A todos, todos los que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor". Como Jesús, Buen Pastor.
Que así sea con la Gracia de Dios.
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