17 de mayo de 2025

"... como yo os he amado"

V Pascua - Hch 14, 2b-27/Ao 21, 1-5a/Jn 13, 31-33a.34-35

«Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado»

El amor verdadero comienza por respetar la libertad del otro, incluso cuando no la entendemos o no la compartimos. Amar es no aplastar al otro con nuestras razones, sino honrar su misterio

P. Jesús Higueras

 

No se trata de un consejo, ni de una opción recomendable para quienes quieran vivir la fe con más profundidad. Es un mandamiento: un imperativo que nace del corazón de Cristo y que condensa el Evangelio entero. La novedad no está solo en el verbo amar, sino en el modo: «como Yo os he amado». Jesús no se limita a pedirnos que amemos desde nuestra medida, con nuestros esfuerzos, según nuestras condiciones.

Nos invita a mirar su vida, a contemplar su corazón, y a aprender de Él la forma del amor. Porque amar como Cristo amó es un don del Espíritu Santo, no un sentimiento vago o un ideal imposible. Tiene unas características únicas que se podrían resumir en cuatro rasgos fundamentales.

Primero, el respeto. Cristo nunca invade el alma de nadie. No manipula, no fuerza, no violenta. Se acerca a cada persona reconociendo su dignidad, incluso en los pecadores. El amor verdadero comienza por respetar la libertad del otro, incluso cuando no la entendemos o no la compartimos. Amar es no aplastar al otro con nuestras razones, sino honrar su misterio

Segundo, la escucha y la comprensión. Jesús sabe detenerse ante cada persona, mirarla a los ojos y acogerla tal como es. No impone un discurso, sino que acoge las heridas, los miedos, las búsquedas. Amar como Él amó es aprender a escuchar de verdad, sin juicios ni prisas, y buscar comprender más que tener razón. Es un amor que se hace atención.

Tercero, el perdón. No hay amor verdadero sin la capacidad de perdonar. Y no se trata de ignorar el mal, sino de cargarlo y redimirlo. Cristo nos amó perdonando incluso en la cruz. Nos invita a liberarnos del rencor, a no dejar que el pasado determine nuestros vínculos. El perdón no niega la herida, pero impide que se convierta en cárcel.

Cuarto, la capacidad de sufrir por el amado. El amor de Cristo no fue cómodo. Fue entrega hasta el extremo. Amar de verdad implica estar dispuesto a sufrir por el otro, a renunciar a uno mismo, a ofrecer la vida. Es lo contrario del egoísmo. Es dar la vida por quienes amamos, como Él la dio por nosotros.

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