XXV TO- B- Sab 2, 12.17-20/ Sant 3, 16-4, 3 / Mc 9, 30-37
Jesús anuncia por segunda vez su Pasión, Muerte y Resurrección. Y el evangelio vuelve a poner de relieve las dificultades de los discípulos para entender y preguntar. Por un lado:
. no comprenden las palabras del Maestro y rechazan que vaya encuentro a la muerte (recordemos la oposición de Pedro que leíamos el pasado domingo y la fuerte reacción de Jesús)
. Y, por otro: discuten acerca de "quién es el más importante entre ellos".
Y Jesús, nuevamente, explica "la lógica de Dios" ("Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos" recuerda el profeta Isaías), la lógica del amor que se hace servicio en la entrega total de sí mismo ("Quien quiera ser el primero sea el servidor de todos…", recuerda Jesús).
Esta es la lógica del cristianismo que responde a la verdad del hombre creado a imagen de Dios; una lógica que contrasta directamente con el egoísmo, la búsqueda de los primeros puestos, el orgullo… que están muy enraizados en nuestra naturaleza íntima como consecuencia del pecado original. La persona humana es atraída por el amor que, en el fondo es Dios mismo, pero, a menudo, se equivoca en los modos concretos de amar y de ahí pueden derivarse acciones malas, impuras.
El libro de la Sabiduría nos ha recordado que "existen personas justas" que, con su justicia ponen en evidencia las injusticias de los demás, y precisamente, por su vida ejemplar, son "sometidos a ultrajes y torturas" para "poner a prueba" su confianza en Dios.
Y también lo afirma Santiago en su Carta: cuando la persona se guía sólo por sus instintos camina hacia la perdición, por ello, donde existen envidias hay desconcierto, maldad, división… en cambio, la sabiduría que procede de lo alto es intachable, pura, pacífica, compasiva y, en consecuencia, da siempre buenos frutos.
Existen personas que con humildad, silencio entregan su vida al servicio de los demás, movidos por el amor a Dios; personas que son auténticos "artífices de paz y de concordia". Muchos ofrecen su testimonio "hasta dar la vida" mostrando que su amor puede más que el odio o la violencia; esto es, en el fondo, perder la vida para ganar la vida. De hecho acoger a un niño es acoger a quien se muestra indefenso, vulnerable, no poderoso.
No tengamos miedo de preguntar al Señor. Hay muchas cosas que no llegamos a comprender y no debemos temer ponernos ante nuestra propia realidad. Actuar de este modo nos pide siempre una "`profunda conversión"; abrir el corazón a la escucha; dejarse iluminar y transformar por dentro. Nosotros que somos pequeños aspiramos a parecer grandes, mientras Dios, realmente grande, no teme hacerse el último y servidor de todos. Que así sea con la Gracia de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario