8 de mayo de 2021

"Él nos amó y nos envió a su Hijo..."

2021. VI DOMINGO  PASCUA -B-  Hch 10,25-26.34-35.44-48/1 Jn 4,7-10/ Jn 15,9-17 

. Comenzaba el evangelio: "Como el Padre me amó así os he amado yo, permaneced en mi amor". Quiere decirnos que Él nos amó primero y siempre; a todos, sin más. Un amor incondicional, que me acepta tal como soy, en mi realidad concreta, que me transforma si abro el corazón sin temor. El amor es la fuerza que nos une a lo divino y lo humano. La mirada de amor acerca al otro, desvela aspectos a los que no se llega por otras vías… permite ver los rasgos esenciales de la persona amada y sus potencias que aún no se han revelado pero que el amor permite que lo hagan; una mirada profunda, bondadosa hacia el otro, de amistad.

El punto de arranque de nuestro amor, siempre tan pobre y limitado, es la experiencia primera de sentirnos amados por él, desde donde surge nuestra respuesta: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo". El que tiene esa vivencia del amor perdonador y acogedor de Dios, ése está entrando en el reinado del amor.  El mismo amor humano, cuando lo es de verdad, es también camino para el amor cristiano, para el verdadero Amor.

.  Amar la propia vida, sentirla, experimentar el gozo de estar vivos, aunque se den circunstancias difíciles, disfrutar sabiendo que la vida tiene límites, es breve, finita… Un amor sencillo hacia uno mismo. Un amor que nos hace hijos de Dios, sentir y vivir su amor en nosotros.

. Y un amor abierto a los demás. No estamos solos ni queremos estarlo.  La persona vive y siente en comunión con los otros; por su sensibilidad llega al otro, en ese encuentro, se compadece, da y siente que recibe amor. Un amor que fluye a través de la bondad, la generosidad. El prójimo es mi hermano, no es ajeno a mí, puedo compartir alegrías, tristezas, conmoverme por su sentir, gozar y sufrir y este compartir es mutuo. Esos vínculos impiden la degeneración, son el sustento y la red que tejemos en la vida para vivir en comunión cordial y no en enfrentamiento constante.

. Y esto lo vivimos en un mundo cambiante, en una realidad amplia e inagotable de la que solo tenemos explicaciones parciales, temporales… siempre quedarán misterios. Un mundo en el que debemos convertirnos en canales de bondad, generosos en dar y en recibir amor en comunión. Palabras sinceras, haciendo un uso ético y estético de las mismas, sin insultos, crispación continua, mentiras; en la verdad, el respeto y gestos sinceros de cordialidad más allá de las diferencias… piensa bien, habla mejor y actúa honestamente buscando el bien del hermano.

. Dios nos ama eligiéndonos para una misión, mirándonos personalmente e involucrándonos en la vida de la Iglesia de este modo.  Al contrario de lo que frecuentemente sucede en la vida ordinaria, donde normalmente se busca a las personas por determinados intereses, Dios no necesita absolutamente nada de nosotros. Nos ama, nos elige, nos envía a una misión mirando solo por nosotros… el objetivo de este amor y de este envío es "para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca".  Merece la pena vivir y permanecer en el amor. Ese es el secreto de la felicidad y del sentido de la vida, del por qué vivir y para qué luchar. Sabernos amados por Él, como Él es amado por el Padre. Y vivir en la felicidad que nos da esta certeza.  "La alegría es el primer efecto del amor" (santo Tomás). Que así sea con la Gracia de Dios.

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