5 de marzo de 2021

"... por que él sabía lo que hay dentro de cada hombre"

DOMINGO III DE CUARESMA -B-  Ex 20,1-17/Co 1,22-25/Jn 2,13-25

. La ley no es un listado de prohibiciones, sino que quiere ser un camino luminoso por el que el pueblo puede avanzar hacia Yahvé. Esa ley comienza reclamando hacer memoria de quién es este Dios: "Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí". A continuación, el relato nos presenta una serie de recomendaciones para vivir en esta nueva senda propuesta: no te harás ídolos; no pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso; fíjate en el sábado para santificarlo. Estos primeros, en la primera piedra, son los mandatos que nos mantienen en una buena relación con Dios. Los restantes, en la segunda piedra, nos hablan de cómo mantener buenas relaciones con los hermanos y hermanas, cómo vivir la libertad respetando el decálogo frente a quienes, usando la libertad sin mandamientos, solo ocasionan terror, violencia y muerte.

. En un día en el que el santo Padre Francisco está en Iraq, recupero las palabras de S. Juan Pablo II en su viaje al monte Sinaí, recordando que las tablas de la Ley "no son una imposición arbitraria de un Dios tirano. Fueron escritas en piedra, pero antes, habían sido escritas en el corazón de los hombres como la ley moral universal, válida para todo tiempo y lugar. Hoy, al igual que siempre, las Diez palabras de la Ley ofrecen la única base auténtica para la vida de los hombres, de las sociedades y de las naciones. Son el único futuro de la familia humana. Salvan al hombre de la fuerza destructiva del egoísmo, del odio y de la mentira. Ponen de manifiesto todos esos falsos dioses que le esclavizan: el amor propio hasta la exclusión de Dios, la avidez de poder y de placer que degrada nuestra dignidad humanan y la de nuestro prójimo".

. El texto del evangelio de Juan también nos invita a tener una mirada hacia dentro. En una actitud de Jesús que, quizás, nos descoloca por la "santa ira", se arma con un látigo y se enfrenta a los vendedores de animales y cambistas que han convertido el templo en lo que no es, prostituyendo su objeto inicial: "No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre". Nos dice: ¡Dejad de quedaros en los superfluo, id a lo interior! No profanéis el templo "desde dentro", no monopolicéis "lo sagrado". El evangelista, tras la acción de Jesús escribe que "él sabía lo que hay dentro de cada persona", en una llamada a bucear en nuestros corazones, en las motivaciones profundas de nuestros actos. Este hecho nos recuerda que el lugar verdadero y definitivo de la presencia de Dios, lugar de santidad y de gloria a Dios, no es el tempo físico, es la persona de Jesús en quien Dios se revela: "Destruid este templo y en tres días lo levantaré".   

. Y una última reflexión, de la mano de Pablo, que nos puede ayudar en estos tiempos de dolor: "Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles". No podemos acabar, fácilmente, con el dolor y la muerte y, menos aún, banalizarlo, porque hay aún muchos millones de hermanos y hermanas nuestras que siguen siendo "crucificadas" en estos días. Pero no nos viene mal recordar que la cruz es símbolo de una entrega, de una persona que se da por amor, y eso es lo que nos salva.

. El Papa en Iraq: visita histórica bajo el lema "Todos sois hermanos", para ofrecer a los cristianos esperanza, valor para quedarse y promover la paz". Más de 1000 mártires entre 2004 y 2014, en un país cuna del cristianismo presente setecientos años antes que naciera Mahoma; abandono de casas y tierras, hostilidad, discriminación, miedo a regresar; diálogo con los líderes chiitas, mayoritaria en Iraq frente a los sunnitas… que todo sea para garantizar la libertad religiosa, el cumplimiento de la ley universal del Decálogo, el respeto a las minorías y a la historia milenaria de los árabes cristianos. Por ellos rezamos. Amén.

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