12 de marzo de 2021

"El que obra la verdad se acerca a la luz..."

DOMINGO IV CUARESMA -B- Cr 36,14-16.19-23/Ef 2,4-10/Jn 3,14-21-II

. "¡Multiplicaron las sus infidelidades, aberraciones, profanaciones, burlas de los profetas… hasta la destrucción total y la deportación a Babilonia…" y, sin embargo, ¡Dios envía a Ciro, un pagano a levantar el templo! El pueblo de forma obstinada rechaza a Dios… pero Dios no falla, permanece fiel, actúa con justicia y misericordia. Israel vivirá deportado en Babilonia, pero nunca será desterrado del corazón de Dios. Por eso, le encomienda a Ciro la misión de acompañar el retorno a Jerusalén y de edificar una Casa en Judá. Dios manifiesta su compasión por caminos misteriosos; y sin duda, el más elocuente, es ayudar a la toma conciencia. Del mismo modo que, a veces, valoramos a las personas cuando las hemos perdido, valoramos nuestra pertenencia a Dios cuando hemos tocado nuestro fondo existencial y hemos abrazado el sinsentido. Entonces… Dios siempre abre caminos de retorno.

. El tema es que, a lo largo de la historia, también personal, se repite la verdad de las palabras del evangelio: "El juicio es este: que la luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas porque sus obras eran malas". La pregunta de fondo es: Si la Luz nos permite ver, ilumina el camino, descubre las dificultades, facilita el reconocimiento mutuo, nos descubre en nuestra identidad más profunda y, por la tanto más humana… ¿por qué tenemos miedo a la luz? Si la luz es bien, belleza, transparencia, claridad… ¿por qué preferimos la oscuridad, la noche? Si la luz de la verdad, de la historia nos permite descubrir las consecuencias de caminar en la oscuridad, el odio, la violencia, la guerra… ¿Por qué no aprendemos? ¿Por qué somos incapaces de mirar a la cruz y encontrar en ella un signo de salvación?

. El mundo que Dios ama tanto, está seducido por el mal. Es lugar de dolor, sufrimiento, discordia e incomprensión. Es un mundo que va de la autosuficiencia ideal a la impotencia real, a la incoherencia moral y a la fragmentación espiritual. Un mundo que experimenta con la vida humana (desde su comienzo hasta su final), muchas veces indiferente ante las violaciones a su dignidad. Un mundo competitivo que crea desigualdades, acentuando el éxito de pocos y manteniendo en el fracaso a muchos. Un mundo que ha vulnerado la naturaleza, contaminado el medioambiente y extinguiendo toda forma de vida… ese es el mundo marcado por el pecado, un mundo que a veces nos asusta… pero es nuestro mundo…

. Pero, el mundo al que tanto ama Dios ha sido también abrazado por su amor. Cada vez que los seres humanos crean espacios de diálogo visibilizan la necesidad de comunión. Cada vez que se vive concretamente la caridad solidaria, se dignifica al prójimo. Cada vez que se perdona de corazón, se gestan estructuras de reconciliación. Cada vez que se defienden los derechos humanos, se reafirma la dignidad humana y la fraternidad universal. A este mundo seducido por el mal, pero abrazado por un amor misericordioso, Dios "entregó a su Hijo único para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga Vida eterna" (Jn 3, 16).  Renovar la fe en Dios, en su salvación, en la persona, en nosotros mismos para no cansarnos jamás de plantar, como tantas personas buenas que nos han precedido y nos acompañan, semillas de luz y de verdad…

. Nos lo tendríamos que recordar a menudo. "Por pura gracia estáis salvados", mediante la fe que es un don de Dios. El amor que le debemos a Cristo es un amor de gratitud, Él nos amó primero y nosotros acogemos agradecidos y compartimos este amor. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

 

No hay comentarios: