6 de febrero de 2021

"... a la que cogió de la mano y levantó"

DOMINGO V T.O. -B-   Job 7,1-4.6-7/1Cor 9,16-19,22-23/Mc 1,29-39

 

. "Se hace eterna la noche… se consumen los días faltos de esperanza…a vida es un soplo; doy vueltas hasta el alba…", estas palabras de Job nos sitúan en la humildad y tarea de aceptar lo que somos. A pesar de todos los adelantos técnicos y logros de las capacidades humanas, la experiencia más inmediata que adquirimos es la de nuestra caducidad y fragilidad. Es una constatación de la realidad que hay que valorar como tal; hacerlo es el primer paso para superar la desesperanza. No debemos distanciarnos de lo real y, al mismo tiempo, no debemos dejarnos atrapar solo por los límites de lo real. ..., sino abrirnos al diálogo con Dios, a la fe, a la esperanza.

 

. "La población entera se agolpaba a su puerta".  Si Job nos presenta la existencia humana marcada por el sufrimiento y la búsqueda de un sentido, el evangelio nos muestra la actitud de Jesús hacia él: la curación y el consuelo de parte de Dios de los males que afligen a la humanidad. Todos pueden experimentar ese amor curativo de Dios que libera integralmente (cuerpo-espíritu) la persona humana. La suegra de Pedro ("a la que cogió de la mano y levantó") es un ejemplo.

 

. Jesús integra, además, dos realidades y lo hace sin contraponerlas: se entrega a la misión de liberar y se retira a orar. Para Él, el último criterio es el amor. Jesús ama y se entrega a los demás hasta dar la vida; va donde se encuentra la gente ("Recorrió toda Galilea...), pero el fundamento de su existencia, la fuente de la misma, es Dios ("Se marchó al descampado y allí se puso a orar"). Todas las actividades de Jesús tienen su raíz en su peculiar experiencia de Dios como Padre amoroso, compasivo y misericordioso con todos los seres humanos.  En la agenda de Jesús hay tiempo para el hombre y tiempo la soledad, para Dios; para orar y para sanar.  Jesús abría su corazón a su Padre…, le pedía fuerza y ternura para después derramarla por todas partes; a veces su oración era delicia, otras amarguras, también desolación; pero siempre terminaba en luz y fuerza para el cumplimiento de su misión redentora.

 

. Es importante no caer en el desgaste ni en el vacío interior; alimentar la fuerza espiritual necesaria para afrontar los problemas y dificultades de la vida; cuidar más la comunicación con Dios: el silencio, la oración, la lectura de la Biblia, la meditación…No se trata de hablar mucho de Dios sino hablar mucho con Dios y escuchar su Palabra; de descansar de tantos afanes en la presencia de Dios; de llenarnos de su paz. Hacerlo no es perder el tiempo; es ganar tiempo y vida; calidad en la acción y en el trato con las personas. Si nos cuidamos "por dentro" se nota "por fuera".  Es el testimonio de tantos que, como Jesús, "viven para los demás", "dan la mano..." "cogen en brazos..." … porque saben también "retirarse a orar".

 

. Nuestra fidelidad al evangelio ha de traducirse en el servicio a los hombres, y como Pablo, acomodarse a todos los ambientes y situaciones. Contemplativos y compasivos. Se hace débil con los débiles y fuerte con los fuertes, se hace todo para todos, y esto le da la máxima libertad (frente a prejuicios y normas...) en el seno de la comunidad. Así, anunciando la buena noticia de la fe y la sanación, "gana a algunos de sus hermanos para Cristo". Que así sea con la Gracia de Dios.

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