2 de febrero de 2019

"Será como un signo de contradicción..."

IV DOMINGO TO -C- 1 - Jer 1,4-5.17-19/1 Cor 12,31-13,13/Lc 4,21-30

 

. “Será como un signo de contradicción…”. “Y a ti, una espada te traspasará el alma”: teología de la gloria unida a la teología de la cruz. La misión de llevar la Luz de Dios al mundo se cumple en la oscuridad de la cruz (fiesta de la Presentación del Señor)

 

. Las lecturas de hoy nos dicen algo más: si optamos por el Evangelio a pesar los problemas que ello pueda acarrear, Dios nos protege. Así se lo dice Dios a Jeremías y de eso da testimonio el salmista. Asimismo, en la lectura del Evangelio hemos podido escuchar cómo los vecinos de Jesús quisieron despeñarle, pero no lo lograron.

 

. La vida de los que siguen fielmente a Dios está en sus poderosas manos. Ello no significa que Dios preserve a los profetas de todo sufrimiento, ni a su Madre. Sabemos que cuando llegó su hora, Jesús padeció en la Cruz, muchos cristianos han muerto mártires, y lo mismo pasó antiguamente con algunos profetas.

 

. La oposición del hombre contra Dios recorre toda la historia. No es pasado, es presente: Dios es considerado una y otra vez como límite de nuestra libertad, un límite que se ha de abatir para que el hombre pueda ser totalmente él mismo. Dios, con su verdad, se opone a la mentira, a la soberbia del hombre, con su Luz a la oscuridad de la noche.

 

. Dios es amor, pero también se puede odiar al amor cuando este exige salir de uno mismo e ir más allá. El amor no es una romántica sensación de bienestar. Redención no es autocomplacencia sino liberación del estar oprimidos en el propio yo. Esta liberación tiene el precio del sufrimiento en la cruz.  La profecía de la luz lo recuerda y va unida a la profecía de la cruz. Esta cruz llega también a la Madre.

 

. Pero su sufrimiento no ha sido estéril, porque Dios lo hizo fértil. Jesús, con su muerte, nos redimió y nos abrió las puertas de la resurrección, el martirio de los cristianos es el mejor testimonio de la verdadera fe y el sufrimiento de los profetas sigue teniendo un gran valor para la humanidad.

 

. Y esto es algo que, en cierto modo, todos nosotros experimentamos cuando damos testimonio del Evangelio a nuestros conocidos, vecinos o familiares… podemos sentirnos escuchados y acogidos, ojalá, pero también podemos sentir indiferencia o cómo nos dejan de lado. Podemos tener la tentación de decir a la gente lo que quiere escuchar, en vez de lo que dice el Evangelio. En efecto, en ciertos ambientes, es mucho más cómodo pasar por alto muchas cosas que están claramente mal. Así no sólo no tenemos problemas, sino que nos sentimos más integrados y acogidos.

 

. Pero quien debe acogernos es Dios antes que los hombres. Y, nos recuerdan los profetas, merece la pena tener problemas y sufrimientos por escoger estar junto a Dios.

San Ignacio, en sus Ejercicios, indica que antes de meditar la resurrección de Cristo, se medite su pasión. Sin pasión no hay resurrección. Quien no es capaz de sufrir problemas a causa del Evangelio, tampoco experimentará en esta vida la felicidad de vivirlo.

 

. Y es ahora cuando entra en juego el himno del amor de san Pablo. Porque la coherencia al Evangelio no hay que vivirla ciegamente ni debemos sufrir por Cristo por obligación, sino por amor. Porque, como dice san Pablo, el amor es lo que da sentido a todo lo que hacemos. El amor es lo que ha de movernos a ser coherentes con lo que Dios nos pide: sólo así podremos sobrellevar las penas y sufrimientos que ello conlleva, y sólo así llegaremos a convertirnos al Evangelio y a resucitar a la vida eterna. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

No hay comentarios: