4 de diciembre de 2011

"PROCURAD QUE DIOS OS ENCUENTRE EN PAZ CON ÉL..."

II DOMINGO ADVIENTO -B- Is 40,1-11/2P 3,8-14/Mc 1,-8

 

“Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”. Estas palabras no las leemos como invitación del pasado; son actuales y necesarias en este adviento de 2011.

 

Estamos ante una llamada a la preparación para la venida de Jesús que pasa por nuestra reflexión, conversión y nacimiento a una vida nueva. El cambio de vida exige el abandono de lo que dificulta que Dios puede nacer entre nosotros. Traspasando a nuestra propia realidad vital el simbolismo del camino nos conduce a la siguiente conclusión: los caminos, los montes y colinas que debemos rebajar y elevar son nuestros propios caminos interiores. Caminos de fidelidad y conversión, que nos llevan al centro de nosotros mismos, a nuestra verdad más desnuda.... Caminos que debemos recorrer orientados por la voz de los profetas, de los santos, de los hombres y mujeres que ya los han recorrido. “Si quieres llegar a Dios, dice san Agustín, recorre los caminos del hombre” (Agustín).

 

El hombre en su relación con Dios es peregrino, ansia y apertura al infinito. EL hombre es capaz de Dios de ahí su dinamismo hacia delante. Marcos de manera plástica nos dice, al retratar al Bautista, que para conocer bien a Jesús y recibir su bautismo hay que agacharse hasta el suelo y confesar que nunca seremos dignos de desatarle la sandalia. No hay que centrarse en uno mismo, ni en el propio mensaje..., capaz de pasar al segundo plano, dejar paso... En Él y con Él  encontraremos la paz... Si caemos -es humano- nos sostendrá la fuerza de su brazo. El buen pastor nos consolará, nos hablará al corazón. Él llega con fuerza y su poder es inmenso, pero es también infinita ternura. Si desfallecemos nos llevará en su regazo. El Señor nos acepta tal como somos, “nos habla al corazón”. Esta es la gran esperanza profética que anuncia el profeta Isaías y que Jesús realiza con su vida.

 

En la Carta de Pedro hemos leído: “Nosotros, confiados en la Promesa del Señor, esperamos un nuevo cielo y una nueva tierra en que habite la justicia”. Es una llamada a la confianza plena en que Dios no ha abandonado la historia de la humanidad ni la abandonará pese a su aparente silencio; ese “cielo nuevo y tierra nueva” ha comenzado y sigue presente en los avatares de esta historia nuestra en formas de relaciones fraternas, de defensa de la dignidad de la persona humana  y de solidaridad entre los hombres y los pueblos. No podemos caer en la banalidad de un tiempo vacío. La historia debe crecer en la presencia del Señor “desde dentro”.  ¡Dios sigue siendo la mejor tabla de salvación!. ¡Ánimo, hay camino!. Valoremos los aspectos positivos de nuestra vida....para así corregir los caminos errados, sin olvidar nunca que Dios tiene paciencia con nosotros porque quiere nuestra salvación. . Que así sea con la Gracia de Dios.

 

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