14 de febrero de 2025

"Felices..."

DOMINGO VI TO -C- Jer 17,5-8/ Cor 15,12.16-30/Lc 6,17-26 - II

 

La Palabra de Dios de este domingo nos presenta dos caminos: el de la confianza en Dios, que conduce a la bienaventuranza, y el de la confianza solo en el hombre, que conduce a la malaventuranza. Lo anticipan el profeta Isaías y el Salmo 1: quien confía en el Señor es como un árbol plantado junto a la corriente o junto a la acequia, está frondoso y produce buen fruto. Lucas, mucho más radical que Mateo, ofrece al hombre dos opciones que conducen a la felicidad o a la infelicidad Todos buscamos ser felices, dichosos y bienaventurados, pero, en ocasiones, nos cuesta confiar en las palabras de Jesús que nos señala el auténtico camino de la felicidad. Buscamos y preferimos "otras seguridades" más tangibles, materiales.

 

Jesús invierte el orden de valores de este mundo, lo pone todo al revés. Por eso su mensaje es revolucionario y universal. Un "gentío" (no solo judíos) lo escuchó en el llano, subrayando el carácter universal y marcadamente social del mensaje. Jesús nos muestra "su camino" hacia la felicidad. Muchas veces se ha querido deformar u ocultar la exigencia radical del Evangelio. Pero sus palabras son claras, no hay duda de que el que quiera seguirle tiene que estar dispuesto a vivir de otra manera, pero tiene la seguridad de que va a ser feliz. La razón de la bienaventuranza no es "la situación actual" claramente rechazable (llanto, hambre, incomprensión, persecución…) sino la "nueva condición" que recibimos de Dios como un "don": "serán consolados", "heredarán la tierra", "serán saciados", "serán perdonados", "serán llamados hijos de Dios"...  se han mantenido fieles frente a quienes han "preferido" "el consuelo del mundo" (alabanza, éxito, poder…)."Ay de vosotros", dice Lucas.

 

Bienaventurado es "el que está en condición de gracia" y que avanza en la amistad de Dios. Las Bienaventuranzas iluminan las acciones de la vida cristiana y revelan que la presencia de Dios en nosotros nos hace verdaderamente felices, aunque en ocasiones, Dios elige caminos difíciles de comprender: el de nuestros propios límites y derrotas, pero es allí donde manifiesta la fuerza de su salvación y nos concede la verdadera alegría. La experiencia humana nos muestra que el que va por el camino del bien sabe a dónde va; los que emprenden el camino de la vida por las vías del mal saben por dónde empiezan, pero no por dónde acabarán. Los clásicos dirían: se trata de elegir entre "el mundo y Dios" (elección de criterios, estilos, acciones…) y, en esa decisión, se configura o desfigura nuestro "rostro de discípulos". El instante es una gota de eternidad… y podemos elegir.  

 

Claro que las bienaventuranzas proponen un ideal de vida que, como todo ideal, es inalcanzable en su totalidad. En la medida en que seamos capaces de "vivirlas" estaremos más cerca de Dios. No debemos desanimarnos si nunca llegamos a la perfección que este ideal sugiere. San Pablo en la segunda lectura nos recuerda la esencia de nuestra fe: la resurrección de Cristo y ello significa que nuestra confianza en Dios no es solo para esta vida sino para la eternidad. No estamos llamados a vivir solo para el presente sino a vivir intensamente el presente con la certeza de que Dios nos ha preparado una vida plena en Él. Que así sea con la Gracia de Dios.

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