25 de mayo de 2024

"...bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo"

SANTÍSIMA TRINIDAD- B-ACOLITADO – Hermano Eric Tchuente- 26.5.24-

Dt 4,32-40 /Rom 8,14-17/ Mt 28, 16-20

 

Nuestra fe es trinitaria. Creemos que hay un Dios Padre-Madre, que nos crea, protege, regala y nos ama tanto. Creemos en un Dios-Hijo, Emmanuel, cercano a nosotros, que nos bañó de filiación. Creemos en Dios-Espíritu que derrama en el corazón, dulce Huésped, y nos alegra, enseña y conforta. Por eso siempre oramos al único Dios, uno en su ser y trino en personas. Dios es comunión, no un ser solitario, una estrella errante y lejana; siempre mayor que nuestras palabras y conceptos. Si lo definimos muy bien, lo convertimos en un «ídolo», por ello, utilizamos analogías para acercarnos a ese misterio insondable de Dios que se revela en el Hijo por la fuerza y el don del Espíritu, formando la comunidad más perfecta y profunda.

 

Nosotros hemos sido creados a su imagen y semejanza ("hombre y mujer los creó"), marcados con el sello trinitario. Esto significa que nuestro "parecido" con Dios no está sólo en que somos racionales o espirituales, sino en que estamos hechos para el encuentro y la comunidad, en que nos realizamos mediante el diálogo fraterno, cordial y la colaboración mutua; en que  no podemos vivir solos, el "otro" es un "tú", no es un objeto ni un límite a mi libertad,  es mi complemento, mi hermano, el manantial de mi propio "yo". Nuestra semejanza con Dios está fundamentalmente en la relación, en el amor, la comunión. Vivir la Trinidad exige de nosotros potenciar las relaciones con los hermanos. No puede haber comunidad auténtica, si falta el diálogo en profundidad. 

 

Por ello, nuestro compromiso cristiano y religioso, consiste en poner el sello trinitario en todas las relaciones humanas y en las cosas, sembrando todo con semillas de Trinidad. Nuestras Constituciones hablan de la Comunión de vida en las comunidades. Esto implica vivir relaciones humanas profundas no superficiales, comprometidas en la búsqueda del bien del otro, y en el esfuerzo por acercar a los hombres, destruir barreras, superar desigualdades, construir puentes de unión entre orillas diversas. Nuestro compromiso claro es vivir y hacer vivir en el amor. Bien lo decía S. Agustín: "Entiendes la Trinidad si vives la caridad". Lo demás, todo lo que podamos decir de este misterio, es silencio y adoración. Recordamos el camino de la Iglesia sinodal y de nuestro capítulo general:  Caminamos a la Luz de Nazaret. Comunión. Participación. Misión… como hijos de Dios.

 

Esta misión nace del bautismo que nos introduce en la misma vida de Dios, en su intimidad de amor; se refuerza con la vida sacramental y se fortalece en la consagración religiosa. Momentos como el que celebramos hoy, el ministerio de Acolitado del Hno. Éric Tchuente, nos lo recuerdan: todo está enmarcado en el misterio del Amor de Dios que nos llama, sostiene, acompaña en cada momento de la vida… y nos hace vivir siempre la donación, para los demás. Todo conocimiento que no lleve al amor es inútil. Dios nos ha dado a conocer su intimidad más profunda que no es sino el amor.

 

Hno. Éric, recordamos en este marco litúrgico que las funciones del Acolitado son de servicio a la comunidad mediante: 

 

. Cuidado del servicio del altar. Es un honor, una actividad sagrada. Prepararlo todo bien, con dignidad y piedad, con humildad y recogimiento interior; como pide la liturgia, con una buena formación y mejor ejemplo.

. Ayudar al diácono y al sacerdote en las acciones litúrgicas, especialmente en la celebración de la Misa.

. Distribuir la sagrada comunión como ministro extraordinario de la comunión, según las condiciones establecidas para ello.

. En idénticas condiciones podrás exponer públicamente el Santísimo Sacramento de la Eucaristía a la adoración de los fieles y podrá luego reservarlo, pero no puede dar la bendición.

. Puedes además instruir a los fieles que ayudan en las acciones litúrgicas como son las de llevar el Misal, la cruz, los cirios u otras funciones similares.

 

Todas esas funciones adquieren su sentido verdadero si son vividas desde una actitud interior y exterior de servicio, tanto en la celebración litúrgica como en la vida diaria, que responde al mandato del Señor para todos: "Id, pues, y haced discípulos de todos los pueblos…". El Señor te acompañará, como nos acompaña a todos, "hasta el final de los tiempos". Que así sea con la Gracia de Dios.

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