23 de mayo de 2020

"El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo..."

2020. ASCENSIÓN DEL SEÑOR - Hch 1,1-11/Ef 1, 17-23/Mt 28, 16-20

Desde el 14.3 la capilla cerrada… avisar en la calle… fiestas, semana santa… Abrir con toda la prudencia que se nos pide para protegernos mutuamente… nuevos métodos. Un chiste: diablo: “te cerré Iglesias”- Dios: “Al contrario, abrí una en cada casa…”.

Palabra:  El final del texto del evangelio de hoy y el de la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles nos sitúan en una escena parecida. Los discípulos están viviendo los últimos momentos junto al Maestro, resucitado, y recibiendo sus últimas promesas y enseñanzas:

. Hechos: comiendo, parece que no se han enterado de nada, pero quieren comprender, deseando que las cosas vuelvan a ser como habían soñado, imaginado. «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?». Y Cristo, que ya es otro tras su resurrección se preguntará si era posible que después de todo ese tiempo no se hubieran enterado de nada… ¿Qué hacéis mirando al cielo…? Volveré y os enviaré mi Espíritu… testigos… Y, aun así, les promete: «recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”». Las cosas no serán como antes… porque ellos habrán cambiado…

. Según Mateo, han regresado a su Galilea natal y allí, donde el Resucitado, por medio de las mujeres, les mandó que volvieran. Jesús se reencuentra con los suyos en lo cotidiano, en un lugar cercano a aquel donde lo encontraron por primera vez, donde escucharon por primera vez su voz y su llamada. En ese contexto se hace presente en sus vidas aparentemente normales pero transformadas por la Presencia y el paso de Jesús por ellas. Unos se postran, otros dudan… pero a todos les dice: Yo estoy con vosotros…  Id, predicad, enseñad… sed testigos del amor de Dios: unidad y universalidad.

. Algo así nos sucede a nosotros ahora. Nuestras vidas ya no pueden ser como eran, después de haber vivido estas situaciones tan extrañas o pueden seguir siendo igual si no hemos reflexionado sobre cuanto hemos podido vivir. Parecía que nada nos pararía jamás (falsa ilusión) y resulta que todo lo paraliza un virus al que desesperadamente intentamos controlar y someter. El cambio no es automático a menos que no reflexionemos sobre nosotros mismos, nuestras prioridades, modelos de crecimiento, relaciones… “Sin reflexión no podemos ser artífices de nuestra vida”. Y, al,  igual que los discípulos tristes y desesperados, algo “de bueno sacaron de su experiencia tras la muerte de Jesús”, también nosotros “algo bueno” (parece una herejía decirlo) tenemos que sacar de cuanto hemos vivido y estamos viviendo.

. Hemos resistido “como un junco sin rompernos, quebrarnos, quedarnos doblados en el suelo. Y esto, si ha sido así, solo es posible por la fuerza interior que nos ha sostenido (fe, esperanza, virtudes, valores…) y por los pequeños gestos de vida, solidaridad, humanidad...  que han ocurrido a nuestro alrededor en estos días confinados. Esas actitudes  que han surgido en momentos difíciles hemos de mantenerlas en la vida normal recuperada.

Pablo pide para los de Éfeso un don: «El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis…». Espíritu de sabiduría y revelación, iluminación, para comprender y actuar a todos los niveles y asumiendo siempre con realismo el punto de incertidumbre que rodea siempre nuestra vida.   Será el Espíritu, ese a quien celebraremos la semana que viene, pero que está entre nosotros desde el inicio, quien nos enseñe y nos muestre la Vida en su plenitud. La clave está en la actitud, los valores, los fundamentos con los que afrontamos el futuro… desde la experiencia que hemos vivido y estamos viviendo…  No se trata de una nueva normalidad sino de una nueva vida para afrontar la realidad con un espíritu nuevo.

Que así sea con la Gracia de Dios.

 

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