6 de abril de 2019

"... y, en adelante, no peque más".

2019. Vº DOMINGO CUARESMA -C- Is 43,16-21/Fil 3,8-14/Jn 8, 1-11

 

Como en el domingo pasado, Jesús sigue empeñado en mostrarnos la enorme misericordia del Padre-Dios. Por eso tenemos que decir que también hoy la “misericordia” es la clave. Misericordia y esperanza. De eso nos hablan las dos primeras lecturas. El segundo Isaías anima a los judíos desterrados: “No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?” Lo nuevo que Dios realiza no es un cambio espectacular, en lo político o en lo social, conseguido milagrosamente. Lo nuevo está en el corazón del hombre, para crear una actitud distinta, un modo nuevo en las relaciones con Dios y en las relaciones humanas. Es mirar hacia delante olvidando lo que queda atrás.

 

Pero la gran novedad, lo nuevo de verdad, lo vemos en el texto evangélico que contrapone, una vez más, dos espíritus y dos actitudes muy distintas: “lo viejo” (la ley) y “lo nuevo” (el amor).  Como en otros momentos, la relación de Jesús con los fariseos es de enfrentamiento. En este pasaje Jesús está entre la espada y la pared. Se le arrincona contra la ley para que opte ciegamente por ella condenado a la mujer. Se le está diciendo: “Debes elegir entre que se cumpla la ley o salvar al pecador”. Jesús no duda un instante y opta por la persona. El resto es fácil de comprender: los dibujos en la tierra, el reto que lanza a los acusadores: “El que esté sin pecado…”, la desbandada general de aquellos “hombres buenos y legales”, y el silencio de la mujer. El final es simple y de una gran ternura: la mirada llena de amor que Jesús dirigió a la mujer y la mujer a Jesús en el momento en que se quedaron solos.

 

Ahora la mujer se levanta y comienza a recorrer el camino de la libertad y del verdadero amor. Ya está libre de la ley y libre de la esclavitud del pecado. Ya no caben dudas, para aquella mujer adúltera “lo nuevo está brotando”. Jesús subraya con fuerza la auténtica actitud del cristiano: un no rotundo al pecado: “En adelante no peques más…” y salvar liberando al pecador: “Tampoco yo te condeno.” El Señor no es blando con el pecado, porque el pecado destruye y esclaviza al ser humano; no disculpa su conducta, sino que la perdona. Confía en que pueda encontrar otra vida que se corresponda mejor con ella. Incluso en su pecado Jesús ve su dignidad, la ofrece confianza y seguridad para el camino futuro; la libera para que pueda vivir una vida nueva.

 

Pecado es aquello que atenta contra nuestra dignidad de hombres y mujeres. Jesús, más que un juez inmisericorde, se comporta como un padre que aconseja, seria, pero suavemente, a quien ve humillada a sus pies. No es esta la actitud de los fariseos que se comportan como jueces de condenación: aplican la ley sin descubrir su espíritu que es salvar al hombre culpable y devolverlo recuperado para la sociedad.

 

Todos somos unos perdonados… y debemos de ser unos perdonadores.  No hay que quedarse en estériles sentimientos de culpabilidad, sino proyectarse hacia el futuro para vivir de una forma nueva.  Porque había alguien que creía en ella, aquella mujer podía comenzar a caminar. El Papa Francisco nos invita siempre a “Caminar, siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor”, a “Construir la Iglesia siendo piedras vivas” y a confesar a Jesucristo mirándole siempre a Él en la cruz, para poder después, mirar a los demás con su amor. Así lo expresa Pablo: “Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús”. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

1 comentario:

Darren Demers dijo...

Como en el domingo pasado, Jesús sigue empeñado en mostrarnos la enorme misericordia del Padre-Dios. Por eso tenemos que decir que también hoy la “misericordia” es la clave. Misericordia y esperanza. De eso nos hablan las dos primeras lecturas.
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