24 de julio de 2009

"¿QUÉ ES ESO PARA TANTOS?

XVII TO –B- 2 Re 4, 42-44/Ef 4, 1-6/Jn 6, 1-15

            Durante los próximos cinco domingos leeremos el capítulo VI del evangelio de Juan que contiene el discurso del Pan de Vida. Es, en el lenguaje de Juan,  un signo-milagro con varios significados de los que subrayamos solo algunos:

. No se dice que Jesús hiciera miles de panes o de pescados, pues no se trata de  lo que sucede al pan o al pescado, sino lo que les pasa a los hombres y mujeres que comparten ("quedaron saciados")

. El pan no hay que ir a comprarlo. Ya está allí, basta descubrirlo. El verdadero alimento es la vida de Jesús; no es necesario ir a buscar fuentes que nos sacien quién sabe dónde; el manantial está aquí ("Yo soy el Pan de vida")

. No hay que comer rápido ("Sentaos"): es necesario tener tiempo. Un milagro puede suceder cuando se tiene tiempo para los demás, tiempo para escuchar; cuando en el corazón hay un hueco para el encuentro, compartir...

. "Recoged lo que sobra": resultado de la comida compartida es la plenitud. Se hace necesario volver a encontrarse, sentarse, estar...

Estos pequeños detalles nos muestran:

La primacía de la Gracia de Dios. Jesús se muestra compasivo. Les da el pan material y les dispone a acoger el pan de la fe. Nos enseña que nada hay imposible para el amor. Donde sobreabunda la Gracia-Presencia de Dios todo es posible (Eliseo: 20 panes de las primicias –el destinado a Dios- para alimentar a 100 personas; Jesús: 5 panes de cebada para saciar a 5000 personas (la cifra indica  universalidad) y encima se recogen 12 cestos de sobras). Este principio ha regido la acción divina en la creación y en la historia. San Pablo recuerda que "Donde abundó el pecado sobreabundó la Gracia". La historia es sí historia de pecado y debilidad, pero es, sobre todo, historia de sobreabundancia, misericordia y perdón de Dios... que alimenta a su pueblo (material y espiritualmente) para que no perezca de hambre ni en el sin sentido de su existencia. Esta sobreabundancia divina es destinada "a la gente" (1 lect),  "a un gran gentío de todos los pueblos" (Ev), a todos... pues no hay nadie que no esté necesitado de la generosidad de Dios.

La Gracia es don de Dios, claro que sí, pero la persona  es necesaria. Ni en el caso de Eliseo ni en el caso de Jesús, Dios parte de cero: no crea el pan sino que lo multiplica. Dios puede partir de dos, veinte, cien panes (la cantidad no importa mucho) pero parte de "algo", de "alguien". El Señor siempre construye desde nuestra pobreza, desde nuestros "cinco panes y dos peces"; desde nuestra "nada" realiza el milagro de la vida. Solo hay que presentarle lo que somos y tenemos y ser capaces de descubrir que, en la pequeñez, Dios hace sus maravillas. No digamos: "¡Conmigo, Señor, no puedes nada; yo no tengo solución, yo no tengo nada, mi vida es irrelevante". Nuestra pobreza es la condición necesaria para que el Señor siga actuando y pueda realizarse el milagro del compartir, por eso todos somos necesarios y tan importantes.

     Pablo en el texto a los Efesios nos invita a vivir la unidad fe-amor. Este es el fundamento de la vocación recibida. Unidad que se manifiesta en actitudes de humildad, amabilidad, comprensión de unos con otros. La unidad de la comunidad no es de carácter sociológico; tiene profundas raíces teologales: una fe, un solo Señor, un solo Dios. De tal manera que la comunión fraterna de los creyentes en Cristo se fundamenta en la comunión de fe. Que la Palabra de hoy nos fortalezca nuestra confianza en la Providencia de Dios y, al mismo tiempo, nos haga generosos. Decía Madre Teresa: "Frecuentemente me preguntan cuándo acabará el hambre en el mundo. Yo respondo: cuando aprendamos a  compartir. Cuanto más tenemos, menos damos. Cuando menos tenemos, más podemos dar". Que así sea con la Gracia de Dios.

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