DOMINGO 2 DE NAVIDAD - Ecl 24, 12.8-12 / Ef 1, 3-6.15-18 / Jn 1, 1-18
La palabra eterna de Dios que estaba junto a Él, se hizo carne, se hizo vida, para que a través de la gramática humana que nosotros entendemos, conozcamos las palabras de Dios y sobre Dios. La palabra se hizo historia para que descubramos que la historia humana, toda la historia, es lugar habitado por Dios. Y se hizo cultura concreta, para que comprendamos que Dios las habita todas y ninguna le es ajena. Y
Si Dios ha asumido nuestra condición humana significa que Dios ama al mundo, apuesta por el hombre; la persona tiene una extraordinaria dignidad. Por eso la tarea evangelizadora consiste en anunciar y hacer presente de forma creíble la amistad cordial de Dios con toda criatura. La evangelización no nacerá del recelo, del desprecio o la condena del ser humano actual, sino de una comunidad cristiana que ama al hombre con sus contradicciones y miserias, con sus resistencias y su pecado. Si Dios ha acampado entre nosotros, el encuentro con Dios sucede en el mundo. Dios está cercano, puede ser sentido, escuchado en el silencio y en el barullo. Él está presente en nuestra vida y los acontecimientos de nuestra historia por eso la experiencia humana es ya experiencia de Dios, el rostro humano es ya rostro de Dios. Desde la perspectiva de
La realidad es un mensaje continuo frente al que necesitamos unas claves de interpretación. Para el cristiano la clave que nos lleva a ir más allá de los sentidos, datos, las apariencias...es Jesús y su evangelio. Nos movemos en el ámbito del Misterio, un Misterio que no se nos pide racionalizar y sí vivir, experimentar y comunicar. Necesitamos ser curados de la ceguera y sordera para descubrir el Misterio que encierra la realidad y la vida; la sabiduría bíblica que es experiencia guiada por la fe en Dios más que pura racionalización de todo. Que así sea con
Feliz y Santo año a todos.
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