24 de enero de 2019

"Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír"

2019.  III DOMINGO TO -C- Ne 8, 2-10/1 Co 12, 12-30/Lc 1, 4; 4, 14-21

 

Los cristianos podemos decir que nuestra fe y nuestra vida cristiana no se apoyan en teorías que nos inventamos nosotros. Nuestra fe y nuestra vida cristiana se apoyan en la Palabra de Dios. Por eso ésta es tan importante para nuestra vida. Debemos valorarla, dejarnos juzgar por ella, permitir que guíe nuestra vida, ilumine nuestras decisiones.

 

Ante esto resulta impresionante lo que cuenta el profeta (1ª). Después de estar durante años sin poder leer las SE, todo el pueblo se puso en pie en señal de respeto y postraban, emocionados, su rostro en tierra ante el Señor. Ahora podían acercarse a los tesoros escondidos en la Palabra de Dios y esto les proporcionaba una alegría inmensa que renovarían cada sábado, en la Sinagoga.

 

Precisamente en el evangelio de hoy, Lc nos cuenta cómo Jesús fue a Nazaret y según la costumbre de los sábados entró en la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura, un pasaje del profeta Isaías. El evangelio se concentra en la frase final: “Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír”. El evangelista expresa la enseñanza de Jesús en términos de cumplimiento de la Escritura: Él es la Palabra de Dios para nosotros. No somos seguidores de Libro sino de la Persona: de Jesús. Lo que esto significa irá quedando claro a lo largo del evangelio, cuando Jesús con sus signos muestre la realidad del Reino en medio del pueblo.

 

El inicio del evangelio (único fragmento de todos los evangelios en que un evangelista explica cómo ha realizado su redacción y por qué la ha llevado a cabo) ofrece a la comunidad cristiana una narración de los “hechos que se han verificado entre nosotros”. En pocas líneas se destacan los elementos básicos de la fe: su carácter de transmisión, el testimonio y la tradición fundamentada en la Palabra-Vida de Jesús, el carácter educativo de la fe. Para nosotros lo que Jesús hizo y lo que Jesús enseñó es la luz que necesitamos para mantener en buen camino nuestra vida cristiana. La Palabra de Dios ha de darnos vida por ello es tan necesario que nuestra vida gire en torno a la fe, toda nuestra vida cristiana ordinaria: rezar, leer la Sagrada Escritura, asistir a la Iglesia, crear comunidad….

 

Sin embargo, debemos reconocer que vivir y comunicar la Buena Noticia de Jesús no es fácil. Y que, además, querer conseguirlo solos, cada uno por su lado es imposible (Una tendencia humana que, probablemente nuestra sociedad, tiende a fomentar, alimentando el individualismo). Por eso es importante que nos fijemos en lo que escribía Pablo a los Corintios. Lo decía a una comunidad pequeña de cristianos, recién convertidos (unos 100 en Corinto, ciudad con más de medio millón). Y no obstante que fueran tan pocos y con el fervor de los recién convertidos ya tenían la tentación de no sentir que se necesitaban unos a otros para vivir y comunicar la fe. Por eso la insistencia de Pablo en repetirles que no pueden decirse uno a otro “no te necesito”; que ser cristiano significa ser parte de un cuerpo en el que todos los “miembros” son importantes y todos útiles porque todos se necesitan... No somos más importantes unos que otros en la Iglesia. No podemos pretender vivir el evangelio sin sentirnos en comunión con los demás, porque todos integramos y formamos en cuerpo Místico de Cristo.

 

Esta comunidad (como en Corinto) la formamos personas diferentes… Pero esta diversidad (que nada facilitaba la convivencia), dice Pablo, que no debe servir de excusa para no fomentar la convivencia, la comunión; al contrario, estamos aquí porque en todos hay un mismo Espíritu. Y ese espíritu de Jesús (bautismo y eucaristía) debe impulsarnos a sentirnos unidos, hermanos, iguales... más allá de todas las diferencias. Y debe ayudarnos a dar luz en un mundo en el que hay tanta tiniebla, convencidos, en palabras del Salmo, que la Palabra del Señor es luz de los ojos, espíritu y vida. Solo podemos llevar a Cristo si, más allá de las palabras, ofrecemos y damos Vida, luz, esperanza. “La alegría del Señor es nuestra fortaleza”. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

1 comentario:

Darren Demers dijo...

Los cristianos podemos decir que nuestra fe y nuestra vida cristiana no se apoyan en teorías que nos inventamos nosotros. Nuestra fe y nuestra vida cristiana se apoyan en la Palabra de Dios. Por eso ésta es tan importante para nuestra vida. Debemos valorarla, dejarnos juzgar por ella, permitir que guíe nuestra vida, ilumine nuestras decisiones.
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