15 de diciembre de 2018

"¿Qué debemos hacer?"

III DOM. DE ADVIENTO -C-  Sof 3,14-18a/Fil 4,4-7/Lc 3,10-18  - FIESTA DEL P. FUNDADOR – SAN ANDRÉS, 16.12.2018

Estimada comunidad religiosa, parroquial, educativa, amigos todos “hijos e hijas espirituales de San José Manyanet”:

La palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en muchos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y no sabemos cómo concretar nuestra respuesta. El Bautista no les propone ritos religiosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, de vivir de forma más humana, desplegar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna. Lo más decisivo y realista es abrir nuestro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren…

El Bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad: “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”; no extorsionar ni cobrar impuestos abusivos. Así de simple y claro. Para Juan, la esperanza del futuro está unida al compromiso ético y esto es de una actualidad permanente que pasa por la conversión, la honestidad y transparencia en los comportamientos, el bien común… nunca por la aplicación de la fuerza, la agresividad o una rebelión armada.  Dios espera nuestra colaboración y nos da su Gracia, como dice el profeta Sofonías: “El Señor, tu Dios, en medio de ti es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta”.

 

Como cada año al llegar el tercer domingo de Adviento, la Iglesia nos invita a considerar la alegría como una de las dimensiones fundamentales de la vida cristiana. La alegría cristiana nace de las entrañas del corazón creyente que todo lo espera de la llegada de Cristo, pues sólo en Él ha puesto su confianza y su seguridad. Nosotros no estamos alegres porque la vida nos vaya mejor o porque estemos libres de las enfermedades, el dolor o el fracaso personal. Nuestra alegría es la hermana gemela de la paz interior, cuando sabemos que, aunque rujan las tormentas alrededor nuestro o incluso en nuestro mundo emocional, el fondo de mi ser está en paz porque Cristo está conmigo, compartiendo toda mi historia y haciendo suyo todo lo mío.

 

San José Manyanet recibió también el don de la alegría, la serenidad, la paz interior.  Concibe la alegría en el servicio al Señor y solía decir: “servir a Dios con gozo y alegría”; “poner todo el empeño y alegría en el cumplimiento de su voluntad”; “Ánimo, pues, y mucha tranquilidad, que ésta le facilitará todo lo demás., y Dios nuestro buen Padres se complace en que sus hijos estén alegres y gozosos”. Y, sobre todo, subrayaba, la alegría de ser hijos: “A la verdad este solo calificativo debe llenarnos de esperanza y alegría santa, a la par que recordarnos constantemente que hemos sido llamados a copiar en nosotros con mayor perfección las virtudes que nos dieron admirable ejemplo nuestros amados padres Jesús, María y José…”.

 

Le gustaba recordar: “Alegría, paz interior y buen humor es lo que me gusta ver en todas las casas de la sagrada Familia”. Y citaba las palabras de Pablo: “Gaudete in Domine Semper”; “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito estad alegres… y la paz de Dios custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos” (Ef 4, 4).

 

Que así sea con la Gracia de Dios. Feliz y Santa Navidad a todos.

 

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