23 de diciembre de 2015

"Habitaban tierra de sombra y una Luz les brilló...". Misa del Gallo

2015. Misa del Gallo-Nochebuena – Is 9, 1-3.5-7 / Tito 2, 11-14/Lc 2, 1-14

 

“Habitaban tierras de sombra y una Luz les brilló”, dice el profeta. El futuro se abre; la ciudad destruida se imagina reconstruida; el centinela confía en la justicia y el derecho. Navidad repite esta atmósfera  de esperanza y describe el consuelo de quien,  abatido por la desesperación y habituado a las noticias preocupantes y dolorosas,  siente que alguien le anuncia que el Señor está presente en medio de la ciudad, de la vida devastada.  No hay que temer  esta atmósfera de paz insistiendo en mostrar el mal sino  acoger la belleza del anuncio nuevo que hace nacer en el corazón la nostalgia de la presencia de Dios en nuestra vida, en nuestra familia y en nuestro mundo.

 

Les comparto dos testimonios:

1. Esta Navidad va a ser muy distinta para las viudas e hijos de los coptos asesinados por los terroristas del Daesh en Libia a principios de este año. Todavía nos estremecemos al recordar las imágenes de los 21 cristianos vestidos de naranja junto al mar. Esa peregrinación hacia el martirio ha quedado grabada en la memoria de los egipcios y de todos los cristianos.

 

En una entrevista preguntan a una joven llamada  Ingry, ¿quién era tu padre?

Mi padre se llamaba Tawadros Youssef Tawadros. Era un gran trabajador y un buen padre.

¿Cómo vivió tu familia y vuestra comunidad el secuestro de tu padre y sus compañeros cristianos?

Rezamos durante 40 o 50 días para que no renegaran de su fe. Hasta el final invocaron el nombre de Jesús.

¿Qué has aprendido del testimonio de tu padre?

Quiero que sepan que estoy orgullosa de mi padre. No solo por mí o por mi familia, sino porque ha honrado a toda la Iglesia. Estamos muy orgullosos porque no renegó de su fe y eso es algo maravilloso. Además, nosotros rezamos por los asesinos que mataron a mi padre y a sus compañeros, para que se conviertan.

 

Ingry no quiere hablar más, pero no es necesario. Ya está todo dicho. No hay nada más verdadero que pueda salir de los labios de una muchacha huérfana. No puede existir juicio más claro, luz más radiante,  ni esperanza más grande…frente al odio, el fundamentalismo, la blasfemia… en la tierra de Jesús.

 

2. Antoine, periodista de France Bleu, escribió una carta dirigida a los miembros del ISIS, tras el atentado de París que dejó 129 muertos, entre ellos su esposa Helene, que tenía 35 años de edad.

“La noche del viernes ustedes robaron la vida de un ser excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero ustedes no tendrán mi odio. No sé quiénes son y tampoco quiero saberlo, ustedes son almas muertas. Si ese Dios por quien ustedes matan tan ciegamente nos ha hecho a su imagen, cada bala en el cuerpo de mi mujer habrá sido una herida en su corazón”.

Y continúa: “Así que yo no les daré el regalo de odiarlos. Ustedes lo están buscando, pero responder al odio con la cólera sería ceder a la misma ignorancia que hace de ustedes lo que ustedes son. Ustedes quieren que yo tenga miedo, que mire a mis conciudadanos con ojos desconfiados, que sacrifique mi libertad por la seguridad. Perdieron. Sigo siendo el mismo de antes.

Yo la he visto esta mañana, finalmente, después de noches y días de espera. Ella estaba tan hermosa como cuando partió el viernes por la noche, tan bella como cuando me enamoré perdidamente de ella hace más de 12 años. Por supuesto que estoy devastado por el dolor, les concedo esa pequeña victoria, pero esta será de corta duración. Sé que ella nos acompañará cada día y que nos volveremos a encontrar en ese paraíso de almas libres al que ustedes jamás tendrán acceso”.

Pese al dolor que significa perder a Helene, su mujer,  su vida no cambiará. Hará todo lo posible para que su hijo sea feliz y tampoco odie a los terroristas. Terminó su texto porque  el pequeño despertó y requería atención.

“Nosotros somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo. Y ya no tengo más tiempo para darles, tengo que volver con Melvil que ya ha despertado de su siesta. Tiene apenas 17 meses de edad. Va a comer su merienda como todos los días, después vamos a jugar como siempre y, toda su vida, este pequeño niño les hará frente siendo feliz y libre. Porque no, ustedes no obtendrán su odio”.  

 

“Habitaban tierras de sombra y una Luz les brilló”, dice el profeta.  “Y aquí tenéis la señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”, dice el evangelio. Todo aquello que hay de comprender a Dios, todos los sentimientos que Dios quiere que nosotros experimentemos de él los podemos aprender ante el pesebre. Ante un niño cada uno mide su humanidad porque siente la necesidad de hacerse cargo, de cuidarlo, protegerlo, asegurarlo. Ante un niño uno se interroga a sí mismo, las cosas que considera irrenunciables, cada uno se hace un poco mejor y esta es la Palabra y la invitación que Dios nos hace.

 

Contemplamos a Dios poniéndonos ante el Niño Jesus que se presenta como la última palabra del Padre, la Luz de Dios, su Hijo amado... que ha venido para “habitar en medio de nosotros”. Pero al final un niño junto a sus padres, que no se impone nunca por la fuerza, que no ha cambiado la historia cumpliendo un milagro grandioso, que ha venido con total sencillez, humildad.  Que la mirada al nacimiento, donde la ternura de Dios nos habla,  transforme nuestro modo de mirar al mundo, lo haga más misericordioso. “Gloria a Dios en el cielo y  en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”. Feliz Navidad.

 

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