19 de octubre de 2014

"... y a Dios lo que es de Dios"

DOMINGO XXIX T.O. -A- Is 54, 1.4-6/Tes 1, 1-5b/Mt 22, 15-21

 

Palabra de Dios:

Los cristianos no nos desentendemos de lo que ocurre en la sociedad;  somos ciudadanos del mundo y hemos aceptado el compromiso de transformarlo según los criterios evangélicos. Existe y defendemos una  autonomía, que se ha de promover y respetar,  entre lo temporal y lo religioso, pero esto no significa que el creyente no pueda intervenir en la actividad ciudadana  o expresar y celebrar públicamente la propia fe. Cada persona tiene una dignidad de hijo que Dios le da  y nadie, bajo ningún pretexto, puede usurparla.  El César, quien ejerce la autoridad,  debe hacerlo como un servicio a la comunidad, jamás como señor y menos como opresor.  Han cambiado los tiempos. La iglesia no busca ni puede erigirse como la única institución para moldear toda la vida social desde los postulados que conserva, predica y sostiene en su afán evangelizador. Pero, la iglesia, tampoco puede sustraerse y replegarse sobre sí misma para que algunos actúen a su propio antojo. Tenemos la responsabilidad de mostrar que solo Dios merece adoración y de luchar para  devolver a las personas la conciencia de su dignidad, la fuerza de la fe y el dinamismo del amor.    

Sínodo Obispos: estamos ante un cambio cultural muy importante y, sin negar la doctrina, hay que responder con misericordia a las cuestiones concretas que se plantean. El Sínodo invita a hacer una  lectura positiva, mirando la realidad de tantas familias,  para fortalecer las que están bien y sacar lo mejor de las diferentes situaciones. No se trata ni de un  buenismo destructivo que no cura las heridas, ni las venda  por miedo al dolor que puede producir pero  tampoco se puede permanecer “encerrado” en planteamientos que pueden cambiar e históricamente han cambiado. La doctrina siempre ha sido  y debe ser profundizada. No se pone en duda sino en estudio.

En el marco de la clausura de la primera “parte” del Sínodo (continuará en 2015 y entonces se publicará el documento final) se ha celebrado la   Beatificación de Pablo VI,  un papa  comprometido con la vida, la familia y el amor conyugal (Humanae vitae: “El hombre no puede hallar la verdadera felicidad más que en el respeto de las leyes grabadas por Dios en su naturaleza”). Un papa comprometido también con la defensa de  la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Escribió la “Evangelii nuntiandi”: amplió los horizontes de la misión en la Iglesia.

Domund 2014: desde 1926. España es el  país con más misioneros: 13.000 en 130 países y el que más recauda, tras Estados Unidos,  más de 10 millones de euros destinados a  438 proyectos, en 77 países sobre todo en África (se recaudaron en los diferentes países 97 millones de euros). Labor de evangelización en defensa de la dignidad humana  vivida en Cristo. Miguel Pajares  y Manuel García Viejo, orden de San Juan de Dios, entregaron su vida uno en Liberia otro en Sierra Leona y murieron en España. “Nosotros nos quedamos aquí. Nuestra presencia es evangelización. Estamos aquí para vivir para los demás. A las duras y a las maduras” (P. Luis Pérez, misionero javeriano desde el foco del ébola en Sierra Leona). Son la “iglesia en salida” que pide Francisco, y  nos recuerdan que  lo que pasa en África repercute en Europa;  que no se pueden poner fronteras a la enfermedad, ni esconder impunemente la realidad,  que la solución sólo pasa por la revolución pendiente de la fraternidad, por hacer realidad aquella sentencia profética de Luther King: “O vivimos todos juntos como hermanos, o morimos todos juntos como idiotas”.

Hemos escuchado en la segunda lectura, un texto del año  51, primer escrito del NT) lo que debe ser una comunidad cristiana que vive y anuncia la “primacía de Dios”: la actividad de vuestra fe -en la vida concreta-, el esfuerzo de vuestro amor -porque el amor exige generosidad-, el aguante de vuestra esperanza -porque hace falta para la dureza de la vida-: sobre esta vida teologal se funda la comunidad y su esfuerzo por vivir la misión y la predicación de Jesucristo. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

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