27 de enero de 2012

"SÉ QUIEN ERES: EL SANTO DE DIOS"

DOMINGO IV DEL T.O. -B- Dt 18,15-20/1 Cor 7,32-35/Mc 1,21-28

 

El domingo pasado veíamos a Jesús por los caminos de Galilea invitando a la conversión y a  acoger la Buena Noticia de la Salvación. Hoy le encontramos una jornada de sábado en Cafarnaúm: entra en la sinagoga a enseñar y actúa realizando obras de salvación y sanación y todo ello muestra su identidad y su modo de actuar con “autoridad”, sin autoritarismo, no como los letrados, escribas...

Jesús ciertamente es un maestro atípico: elige a sus discípulos; no se limita a repetir o comentar la Ley (novedad) y confirma con sus hechos lo que dicen sus labios y este modo de  actuar suscita asombro (“¿Quién es este?”, se preguntan). El relato evangélico subraya la autoridad con que habla Jesús y el poder extraordinario con que actúa frente a Satanás. Su palabra tiene eficacia inmediata y restituye al hombre a su dignidad y libertad primera. Este es el primer signo revelador del misterio de Cristo (curiosamente reconocido por el endemoniado que más allá de las apariencias va al Misterio profundo de Jesús: “Sé quién eres, el Santo de Dios”). Jesús es “el profeta por excelencia” anunciado por el mismo Dios en el libro del Deuteronomio.

No es fácil hablar hoy del diablo... hay gente que desprecia el tema...y, al mismo tiempo, crecen los grupos que rinden culto al diablo, sectas satánicas, oscurantismo...Nadie puede negar la existencia de tanto mal en el mundo..., negar esta evidencia es caer ya derrotado ante su poder... No se puede banalizar el misterio de la iniquidad (mal) que existe en el mundo... tampoco se puede desesperar frente al mal... la fuerza del mal ha sido vencida por Cristo y en él, por nosotros... pero, al mismo tiempo, tenemos la necesidad de luchar contra todo lo que esclaviza al hombre en las tinieblas del pecado...

El Evangelio muestra la lucha entre el Hijo de Dios y el Príncipe de las tinieblas…, derrotado..., pero con gran poder, un poder capaz de desbordarnos, superarnos... El demonio es visto como el instigador del mal en el mundo, no tanto como el productor del mal, pues aunque tienta e instiga..., el mal brota del corazón del hombre. Jesús  mismo en la última Cena ruega “No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del Maligno” y en el Padre nuestro  también pedimos que nos libres del mal (Malino)”. San Juan habla del demonio como “padre de la mentira y seductor del mundo entero”.

Jesús presenta la expulsión de los demonios como signo del poder de Dios, de la era mesiánica, pero en un sentido más amplio se extiende a la oscura presencia del mal y del maligno en el corazón del hombre y de la sociedad.... Sin trucos, magias o adivinaciones...con la fuerza de la palabra y la Autoridad que le viene del Padre, sin buscar espectacularidad que pueda llevar a instrumentalizar a Dios, buscando la pureza de espíritu en la fe y en la vida purificada...

Seguimos escuchando algunas de las normas que regían las primeras comunidades cristianas, dirigidas por Pablo a la de Corinto. Creo que hay que entender sus palabras en el marco de los varios caminos de  seguimiento de Cristo, según la situación de cada uno. Decía bellamente el poeta León Felipe: “Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un nuevo rayo de luz el sol...Y un camino virgen, Dios”. Uno casado, otro célibe, una volcada en la familia, otra en la educación o la caridad...Lo que encarece Pablo es que no falten almas orantes, generosas, comprometidas, palabra y vida, con el Amor. Hombres y mujeres que testigos de la Palabra y el amor de Dios, sin arrogancia pero fieles a sus principios y fuertes para no acabar pensando como los demás. No somos títeres. Que así sea con la Gracia de Dios.