2 de julio de 2011

"... PORQUE MI YUGO ES LLEVADERO Y MI CARGA LIGERA"

XIV TO –A-  Zac 9, 9-10 / Rom 8, 9.11-13 / Mt 11,25-30

           Jesús da gracias al Padre porque la gente sencilla es la destinataria de la revelación de Dios. Aquellos  que no tienen acceso a grandes conocimientos, los que no cuentan en la religión del Templo, se abren a Dios con corazón limpio; están dispuestos a dejarse enseñar por Jesús. Sin embargo, los sabios y entendidos, aquellos que creen saberlo todo, tienen una visión cerrada y su corazón está endurecido. Jesús hace tres llamadas:

. “Venid a mí los  que estáis cansados y agobiados”:  dirigida a quienes sienten la religión como un peso y a los que viven agobiados por normas y doctrinas  que les impiden captar la alegría y gratuidad de la salvación. Si se encuentran con Jesús experimentan un alivio: “Y Yo os aliviaré”. Un auténtico icono del corazón de Jesús: infinita misericordia, ánimo, esperanza, alivio.

. Cargad con mi yugo… porque es llevadero y mi carga ligera”: hay que abandonar el yugo de los sabios y entendidos, que no es ligero y cargar con el de Jesús, no porque exija menos sino porque exige de otra manera, exige lo esencial: el amor que libera y hace vivir. Siguiéndole no nos aplastará el yugo de una vida sin sentido y sin esperanza. La carga se hace ligera cuando hay un motivo para cargar con ella, cuando ya no es solo nuestra sino también del que la ha tomado primero y de todos los que deciden llevarla con nosotros.

. “Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón”: hay que vivir la religión con su espíritu. Jesús no “complica” la vida, la hace más simple y sencilla; no oprime, ayuda a vivir de modo más digno y humano. Es un descanso encontrarse con Él, acoger su Buena Noticia.

           La gente sencilla es lo mejor que tenemos en la Iglesia. A veces corremos el riesgo de teorizar, racionalizar o complicar demasiado la fe; en ocasiones hay mucha distancia entre la palabra predicada o escrita en documentos y la vida de las personas; nuestro lenguaje ciertamente suele ser más complicado que el de Jesús que hoy sencillamente nos recuerda que la mejor lección de exegesis, crítica textual, análisis literario de los textos…nos la dan los sencillos que, con corazón abierto y confiado, descubren los “secretos” de Dios, le dan gracias, disfrutan de lo bueno de la vida, soportan con paciencia los males, saben vivir y hacen vivir. Y no es que la vida sea fácil; lo cierto es que vivir es complejo pero, al mismo tiempo en la complejidad de las cosas se revela también la riqueza de vivir, de experimentar, de creer, de querer y quererse, de enseñar y de aprender.

           San Pablo, como hemos escuchado, sigue trazando su camino de perfección, su idea sobre la santidad que hoy es perfectamente válido para nosotros. Esa prioridad del Espíritu, frente a las apetencias de la “carne” (que en Pablo no designa al cuerpo humano sino a las tendencias que nos alejan de Dios), es camino de santidad y salvación. Es la doctrina que se incluye en la Carta del Apóstol Pablo a los Romanos que estamos leyendo. La cuestión no es tanto vencer a la “carne” a base de  mortificaciones corporales, sino en dar entrada en nuestra vida (cuerpo, alma) al Espíritu que es de Cristo y de Dios;  de dejar  que los caminos impulsados por el cuerpo no sean una dificultad para iniciar esa vida de santidad, la autentica vida; sólo la Presencia de Jesucristo en la vida justifica; sólo la presencia de quien es Bueno, nos hace buenos...

            Tenemos la ocasión de aceptar la sombra refrescante  que el  propio Jesús nos ofrece. Ojalá seamos capaces de añadir a nuestras vacaciones la calma necesaria para que  sean una ocasión  de vivir serenamente las relaciones familiares, humanas y la vida de cada día, “descansando confiadamente en el Señor”. Que así sea con la Gracia de Dios.

 

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