I DOMINGO CUARESMA -C- Dt 26, 4-10 / Rom 10,8-13 / Lc 4,1-13
En el bautismo Jesús se solidarizó con los pecadores y eligió el camino del Siervo de Yavé. En el desierto va a rechazar el falso mesianismo de carácter triunfante que le propone el tentador. Las tres tentaciones describen de una manera resumida las falsas salvaciones que se ofrecen al hombre y que también pasaron por la cabeza de Jesús y muestran sus compromisos vitales:
La primera tentación, tener, reduce la salvación a satisfacción de las necesidades naturales del hombre. La respuesta de Jesús recuerda que el hombre no vive solo de pan, necesita de la Palabra de Dios. Existe el hambre de pan, pero hay otras hambres que ponen al descubierto la esencia profunda del hombre, como oyente de la palabra y abierto a la relación con Dios. Ese hambre de Dios queda hoy sofocada por la sociedad y el ambiente de consumo que da satisfacción a necesidades inventadas y olvida las verdaderas necesidades del hombre. "Vuelve la idea de trascendencia. El hombre necesita buscar un sentido a la vida, la muerte y el dolor. La religión crea valores comunes sin los que es difícil vivir". El hombre vive de relación, de sueños, de proyectos, de esfuerzo, de fiesta... no solo de trabajo...
La segunda tentación es la del falso mesianismo que espera la salvación del poder. Todo sistema de poder pretende en el fondo una adhesión más o menos incondicional de los miembros de la sociedad para poder funcionar, se convierte en una especie de dios que pide reconocimiento absoluto y para ello suele prometer la felicidad y la solución de todos los problemas humanos y pocas veces reconocen que hay problemas que necesitan otro tipo de soluciones. Jesús recuerda que el hombre debe adorar solamente a Dios, que es el único Señor que nos constituye en personas libres. Cuando el hombre se desconecta de toda relación con Dios (privado de esa apertura que le pone en su sitio) la vida se convierte en un episodio irrelevante que hay que llenar de ídolos, experiencias placenteras, idolatría, dominio, loterías, azares... desvinculado.
La tercera tentación busca, en el fondo, tener un Dios arbitrario, sometido a nuestro capricho. Se trata de querer acelerar la historia y de no respetar sus ritmos ( cuántos revolucionarios han sucumbido a esta tentación y han sacrificado a millones de personas a sus ideas y proyectos). Jesús considera esta propuesta como un tentar directamente a Dios y la rechaza inmediatamente. Él está decidido a seguir el camino del servidor, solidarizado con los hombres, que ofrece una salvación desde dentro de la humanidad y no venida de las nubes; si hubiera cedido no hubiera muerto en la cruz pero ejerció su auténtica libertad amando hasta el extremo, no se vendió por cuatro aplausos... y en la fidelidad nos salvó....
Lucas termina el relato de las tentaciones afirmando que "el demonio se marchó hasta otra ocasión", lo cual nos recuerda que la tentación estará presenta más adelante en la vida de Jesús y también en la nuestra. En el camino de la vida que todos recorremos hay etapas de "desierto" en la que, sintiéndonos débiles, podemos "tirar la toalla" de un proyecto de vida apoyado en Dios. En el fondo la gran tentación es no dejar que Dios sea Dios, quitarle la iniciativa salvadora, querer "controlarle" o sustituirle por oros dioses (seguridad, comodidad, prestigio, apariencia...) que, aparentemente nos pueden hacer la vida más fácil; qué gran tentación la de romper la comunión con Él; la de prescindir de Dios queriéndome "salvar solo", ignorando su plan sobre mi y banalizando su providencia, haciéndola capricho. Dios nos habla en la vida. Su palabra es viva y eficaz, transforma a aquel que la quiera escuchar y proclamar. "Nadie que cree en él quedará defraudado". Que él nos de una mirada profunda que que nos ayude a vivir atentos a todo aquello que nos aparta de su proyecto, a vencer la tentación. Que así sea con la Gracia de Dios.