21 de mayo de 2009

"...Y CONFIRMABA LA PALABRA CON LOS SIGNOS..."

ASCENSIÓN –B- Hch 1,1-11/Ef 4,1-13/Mc 16,15-20

En un mundo, el nuestro, en el que el avance tecnológico es formidable y en el que las posibilidades de manipulación  se han extendido casi sin límites a todos los sectores de la existencia humana (naturaleza, mcs, orígenes de la vida...), se hace presente un cierto temor; el temor de que todo este avance se vuelva contra el propio hombre. Y esto genera miedo, incertidumbre... para superarlo y, más aún, para evitar que las creaciones del propio hombre no se vuelvan contra él mismo, es necesario que, a la par del avance tecnológico, exista un verdadero desarrollo ético y moral. Nacemos con más medios a nuestro alcance..., pero la moral y la ética debemos aprenderla siempre... Cuando el hombre se separa de la Ley divina, de la recta razón guiada por la Ley moral se precipita en la falta de sentido; no puede desarrollar acciones dignas de su vocación y de su misión en el mundo.

            La fiesta de la Ascensión nos invita a tener la mirada fija en el cielo, donde reside Cristo a la derecha del Padre, glorificado por Él, pero las manos y el esfuerzo en esta tierra que sigue teniendo necesidad del anuncio del Evangelio. Por los cristianos debemos  seguir trabajando por construir la "civilización del amor" y para "dar razón de nuestra  esperanza" a todo aquel que nos lo pida. Por eso, debemos ser hombres y mujeres  portadores de luz en medio de tanta tiniebla o indiferencia; no podemos desentendernos de este mundo, mirando solo al cielo (fuente de nuestra inspiración y meta última y definitiva de nuestra vida); no podemos vivir la fe desencarnados de la vida... ni de manera individualista, sino comunitaria; no podemos  dejar de manifestar lo que somos y creemos en la sociedad, cultura... sin miedo a nada ni a nadie... con la fuerza del Espíritu.

            Fray Luis de León escribía: "¿Qué mirarán los ojos/ que vieron de tu rostro la hermosura/ que no les sea enojos? /Quien gustó tu dulzura /¿qué no tendrá por llanto y amargura?/¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!". Sin Jesús faltaría la Luz más hermosa de los corazones, acamparía la tristeza, atardecería para siempre... pero, sabemos que los que aman nunca se separan porque uno está donde ama; es una presencia no corporal, sino espiritual, y real... El Señor que sube al cielo no nos abandona a nuestra suerte. Está con nosotros,  en nosotros y puede hacer lo que a nosotros  nos parece  imposible. Pensemos que la salvación del mundo no es tarea solo nuestra, es voluntad de Dios,  y  Él cuenta con nosotros.

            "Id por todo el mundo y proclamad en evangelio a toda la creación", es el último mensaje de Jesús. Incansable ha de ser el esfuerzo de evangelización:

. con el propio testimonio (donación, perdón, bien...) que es la más grande obra evangelizadora, pues la vida santa arrastra, interroga...; asumiéndolas propias responsabilidades, decisiones y ofreciendo al mundo signos de vida;

. con el anuncio explícito de Jesucristo allí donde la Providencia nos ha colocado y según la propia vocación y el trabajo de nuestra vida... Nunca replegados sobre nosotros mismos, como en el Cenáculo, sino compartiendo con quienes lo acojan, lo más valioso  que tenemos.

            La historia de la Iglesia es una buena lección para animarnos..., es verdad que no se ha conseguido todo, que en ocasiones se ha incluso traicionado el mensaje...pero nadie puede dudar  de las acciones de la Iglesia a favor de la humanidad, por eso en medio de fracasos, no podemos menospreciar cuanto hacemos con generosidad y dedicación. Confiados  en Dios, este tiempo es una oportunidad... Miramos  al cielo  (santidad-sentido-belleza) y también a la tierra (realidad-salvación-esperanza, lucha, hombre). Que así sea con la Gracia de Dios.

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