8 de enero de 2009

"TÚ ERES MI HIJO AMADO..."

BAUTISMO DEL SEÑOR -B-  Is 42,1-4.6-7/Hch 10,34-38/Mc 1,6-11 

La primera lectura de hoy es un cántico poético, luminoso, lleno de esperanza ("primer cántico del Siervo de Yahvé") en el que Isaías describe al elegido de Dios: "Mirad mi siervo, mi elegido, a quien prefiero, sobre él he puesto mi espíritu para que traiga el derecho a las naciones...". Si recordamos lo que acabamos de escuchar en el evangelio de Marcos al describir el bautismo de Jesús en el Jordán vemos que hay una gran similitud: "vio rasgarse el cielo y el espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: Tú eres mi hijo amado, a quien prefiero". Estamos celebrando la fiesta de Jesús como enviado de Dios que va a iniciar su ministerio y precisamente el Bautismo es como su primer acto de vida pública, su presentación como el Mesías, el Ungido de Dios.

            Isaías en su poema describe además el estilo del nuevo profeta: "no gritará, no voceará  por las calles, la caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante (rescoldo) no lo apagará... El Señor te ha llamado para que abras los ojos al ciego, saques a los cautivos...". El Elegido de Dios trabajará en favor del derecho y la justicia y lo hará no con la violencia, gritos o agresividad, sino con suavidad y firmeza. La caña que está a punto de romperse no la acabará de romper, al contrario la ayudará a mantenerse en pie. Así es como lo anuncia Isaías y así es también como retrata a Jesús Pedro en la carta que hemos escuchado: "Jesús de Nazaret, ungido por la fuerza del Espíritu, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos... porque Dios estaba con él". Con una sencillez impresionante resume en muy pocas palabras la misión de Jesús y su naturaleza:" pasó haciendo el bien". Es el estilo que le caracterizó toda su vida y en toda su actividad: siempre comprensivo y servicial, sobre todo con los más débiles y necesitados.

            Pero el bautismo de Jesús nos recuerda también el nuestro. Todos nosotros hemos recibido el baño del agua y del Espíritu que nos ha hecho hijos de Dios y miembros de la comunidad de la Iglesia. Y lo hemos recibido para cumplir en nuestra vida la misión de ser testigos de Dios en medio del mundo; para vivir en la verdad de la vida y mostrar los valores del

evangelio. Y para hacerlo con el mismo estilo de Jesús: desde una actitud pacífica, de  generosidad y, si es necesario, con la entrega de nosotros mismos. El bautismo, también para nosotros, no ha sido una  meta, sino el comienzo de una vida. El final no sabemos cuándo llegará pero, mientras tanto, cada día (cada domingo) vamos escuchando la Palabra Dios, creyendo en su mensaje de   salvación, alimentándonos  con su Cuerpo y con su Sangre, sacramentos de su presencia y cercanía, para reafirmar nuestra fe .

            El bautismo es mucho más que la gracia bautismal; es un compromiso para la misión de anunciar la Buena Noticia a la que también nosotros, ungidos por el Espíritu,  estamos llamados; es reproducir las huellas de quien nos manifestó la bondad de Dios y su amor al hombre y que lo hizo,  no con la espada en la mano, sino con entrañas de misericordia; es luchar por pasar por la el mundo haciendo el bien, con esos gestos a veces  sencillos e irrelevantes, que tanta importancia tienen en la vida de las personas; es recordar que todos somos "Hijos amados y predilectos del Padre"-"Que él nos amó primero"; es vivir haciendo felices a las personas a las que encontramos cada día, poniendo esperanza en los corazones acorralados por el miedo o la soledad.  Toda nuestra vida, en el fondo,  es un continuo bautismo, un continuo morir a nuestro hombre viejo, para resurgir, como Cristo, a una vida nueva.

"Tú eres mi Hijo amado, mi Predilecto", esta voz del cielo se dirige también hoy a cada uno de nosotros. Desde el día de nuestro bautismo hemos quedado marcados con las huellas dactilares de Jesús y hemos escuchado esa palabra dirigida no solo a Él sino a cada uno de nosotros: "Tú eres mi hijo amado, mi predilecto".  Estar bautizados en nombre de Jesús debe ser hoy, para nosotros, motivo de gozo, agradecimiento, crecimiento. Que así sea con la Gracia de Dios.

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