15 de diciembre de 2008

"DARÁS A LUZ..."

DOMINGO IV ADV.-B- 2Sm 7,1-5.8-11.17/Rom 16,25-27/Lc 1,26-38

            En la primera lectura de hoy se nos hablaba del arca de la Alianza, símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo. Se guardaba en el interior de una tienda, recuerdo del tiempo del Éxodo por el desierto. Durante el reinado del rey David, tiempo de paz y estabilidad, se podía pensar en construir un templo, una casa digna de aquel tesoro con la idea de mantener la centralidad de Dios en la vida del pueblo y del Reino recién instaurado. En este contexto el profeta Natán  anuncia al rey que de su dinastía saldrá aquel que será rey por siempre y eso se realizará por obra del mismo Dios. Esta dinastía será mucho más importante que todos los templos que David o sus descendientes puedan construir. Con esta profecía enlaza el evangelio de hoy.  Cuando llegó el tiempo en que el plan de Dios, escondido en el silencio de los siglos, salió a la luz, el ángel Gabriel saludó a María, prometida con un descendiente de David, diciéndole: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Este es el plan de Dios: "...darás a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús...".  Esta es la grandeza del Hijo de María. No puede nacer únicamente de la carne y la sangre, sino de Dios mismo. En consecuencia, el ángel añade: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios". Dios elige un templo, no de piedra, sino de carne.

            María se convierte, por su "sí" a Dios,  en la nueva arca de la Alianza, como decimos en las letanías del rosario, en la morada de Dios preparada desde siglos. Una joya tan preciada como el mismo Hijo de Dios hecho hombre, necesitaba un estuche santo, inmaculado, lleno de gracia.  Dios para realizar lo más importante y comprometedor  puede hacer con una criatura suya: "hacerse carne de su carne",  pide el permiso de esa criatura. De este modo respeta nuestra  libertad  y  la toma en serio. Somos más libre y más responsable, más humanos cuando Dios nos invita a una relación de amistad y comunión; cuando su Espíritu  nos llena de luz, de  amor, de  paz..., nos hace plenamente libres y responsables. En la segunda lectura, Pablo dice a los cristianos de Roma y en ellos a nosotros que, en Cristo, se nos ha revelado el misterio contenido en Dios, todo lo que Dios es y todo lo que el hombre es y puede llegar a ser, porque el Dios que existe, el Dios que se nos ha mostrado en Cristo, es un Dios encarnado, "Palabra" viva y presente escrita en nuestro corazón por el Espíritu. Por eso nosotros también somos templos del Espíritu.  Cada vez que comulgamos, y dentro de unos momentos volveremos a hacerlo, nos sumergimos en este misterio de amor, de presencia, de Emmanuel: Dios-con-nosotros.

            Se preguntaba Tony de Mello: "¿De qué vale buscar a Dios en lugares santos si donde lo has perdido es en tu corazón? No se trata, por lo tanto,  de colocar a Dios en un espacio externo, en un lugar grandioso pero frío. Se trata de ofrecer a Dios un espacio íntimo, cálido y palpitante, un lugar secreto del corazón en el que pueda cada día "nacer". Sin duda, Dios busca personas que le abran las puertas del alma, que estén siempre dispuestas a la escucha y la acogida, que, en medio de los ajetreos tengan un tiempo, un espacio, para Dios, para lo esencial. Llegamos al final del adviento, tiempo de "buena esperanza"; las cuentas terminan. María y José lo tienen ya todo preparado..., la criatura puede llegaren cualquier momento, es una sorpresa. Vamos, por ello, a esforzarnos por abrir a Dios las puertas de nuestra casa y por convertirnos cada uno en el más hermoso templo para acogerlo en los hermanos. Vamos a permanecer en oración constante con El, siempre preparados, a punto nuestro hogar. Y vamos también a preocuparnos por todos los templos vivos de Dios, a respetarlos, defenderlos y dignificarlos para que nunca sean profanados y menos en nombre de Dios. Que así sea con Su  Gracia.

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